Históricamente, cuando la escatología de la paz mesiánica se sobreponga a la ontología de la guerra, entonces la moral se opondrá a la política, dejando atrás las funciones de la prudencia o los cánones de lo bello, para postularse incondicional y universal. Los filósofos no llegan a creerlo. Le sacan provecho para también anunciar la paz; deducen una paz final de la razón que se desenvuelve en su elemento en el seno de las guerra antiguas y actuales: fundamentan la moral en la política. Adivinación subjetiva y arbitraria del futuro, fruto de una revelación sin evidencias, tributaria de la fe, su escatología surge con toda naturalidad de la Opinión
Levinas – Totalidad e Infinito
Los propósitos en la actual coyuntura política venezolana se debate en tres ámbitos: el poder, el dinero y la moral. Los dos primeros están asociados en un eje escatológico que promueve la anomia desde el pensar e infecta la sociedad en su conjunto. La última es la antítesis de las dos primeras. Lucha contra quienes ilegítimamente detentan el Estado y la sociedad en sus poderes políticos, económicos y sociales, cuando éstos han convertido su praxis en bazofia para los pueblos.
Dussell (2001) señalaba tres aspectos en el sentido de la verdad. El primero construido sobre la base de la “coherencia significativa” (p. 104) en términos de formalidad (desde Frege hasta Davidson) y espacio ontológico (partiendo en Humboldt y finalizando en Heidegger). El segundo referido con la llamada intersubjetividad acordada entre los miembros de una comunidad entre sus espacios de divulgación (en inicios con Peirce y final en Habermas). El tercero vinculado con la complejidad de los referentes reales (que se emanan entre Kripke y Putman hacia la Ética de la Liberación). En los tres niveles, la necesidad de revisión, es decir, la rectificación debe partir de realidades inductivas (desde lo particular hasta lo general) en contraposición a lo que personajes del gobierno nacional asientan en sus análisis desde una visión deductiva (desde lo general hasta lo particular).
Cuando lo deductivo se adueña en los análisis de los estamentos burocráticos, conociendo que están equivocados, entonces se conforma la preeminencia del engaño como estadio para controlar el poder. Los políticos abandonan la condición moral y ética que supuestamente les permitió el acceso con la ayuda del pueblo para convertirse en gobierno. Las luchas que estuvieron oxigenadas desde la concepción lingüística y semántica, con el propósito de transmitir un mensaje de esperanza para superar la pobreza y las injusticias quedan demolidas cuando la verdad es apartada a través de subterfugios y elucubraciones.
En Venezuela, desde que Maduro asumió la presidencia de la República, comenzó una equivocada dirección del país, asumiendo una postura personalista del poder. Creyó que por la acción magnánima de Hugo Chávez en seleccionarlo como el sucesor capaz de concretar la revolución a partir de su ausencia, heredaba ipso facto e in situ, todas las condiciones innatas y aprendidas del líder bolivariano. ¡Craso error! El hecho de tener ciertas condiciones de expresiones verbales sin la profundidad filosófica y epistemológica que sólo se deconstruyen desde una continua y sólida formación racional, ontológica y antropológica, terminaron por convertirlo en un vacuo pragmatista, muy apartado del sentido estadista.
La otra equivocación que yace sobre lo que hemos llamado prosopagnosia política, está en intentar convertir un proceso revolucionario, en un movimiento de masas sin espontaneidad, sin entusiasmo, sólo unido por la construcción del clientelismo político. Chávez siendo presidente no necesitaba más que anunciar su visita a cualquier espacio de la geografía nacional o latinoamericana para saber que miles y miles, cuando menos, intentarían ver de lejos al líder, y poder escuchar su mensaje. Maduro convoca y convoca, y mayor es el rechazo hacia cada una de sus presentaciones. Pretende desde consejos de ministros televisados, hacernos ver el retrato de Chávez en su rostro ¡Otra confusión! Y preguntamos ¿Dónde están los intelectuales cercanos a Maduro, que cuando menos le expliquen lo que sucede con sus palabras y conducta ante el pueblo?
Y mientras el desgaste y pérdida de la credibilidad del gobierno, personificada en Maduro se acelera, se recurre a Hugo Chávez como “salvador” de los errores que éstos cometen con sus decisiones. Continúan hablando de las casi 20 victorias electorales logradas entre 1998 y 2012, ignorando que entre 2013 y 2015, la victoria presidencial de Maduro ya fue una derrota, al perder más de 700 mil votos en relación con la última elección de Chávez. También ignoran que haber ganado unas elecciones en términos de alcaldías, pero con otra disminución significativa de votos en esas mismas elecciones, incluso adueñándose la oposición de la mayoría de las capitales del país, fue otra derrota, razón por la cual, ambos escenarios electorales terminaron por llevar a su gobierno ante una estruendosa pérdida en las parlamentarias de 2015, situación que se ha agravado en este 2016. Verbigracia, de realizarse cualquier consulta popular, Maduro sería abrumadoramente rechazado ¿Y todo por qué? Por desconocer las advertencias que se hicieron sobre la conducción del país, al cual llevó por una inflación que hoy es hiperinflación, desde una escasez que ahora tiene características dramáticas para encontrar alimentos y medicinas, y desde una impunidad en complicidad con sectores jurídicos por esconder la corrupción del alto gobierno (ministros y altos burócratas del poder, no "gerenticos") junto con sectores financieros y “empresariales”.
Ahora Maduro, recurre a “intelectuales”, acostumbrados al buen vivir (que en el medio de sus aposentos en nada los sitúan en viviendas populares) para tratar de convencernos que "la inflación no existe", que la crisis "tocó fondo", "que llegarán los alimentos", que "nuestros salarios son los más altos del continente", y que todo lo que hemos vivido es por culpa de la "guerra económica". Ellos no muestran su disimulo ante la mentira. Convertidos en huestes goebbelianas saben que cada una de sus “palabras”, están apuntaladas por sendas transferencias en sus cuentas bancarias, olvidando la totalidad e infinito de la moral, para convertir su senectud en un leteo de noluntad, pero sumergido por el poder del dinero y el capital. No es la tesis de Wittgenstein la que están pregonando cual Tratctatus – Filosófico para contraponer la verdad que explica Levinas ¡No! Es la usanza en mantener una élite de opinión, que ha derivado en una seudointelectualidad.
Tal vez por ello, hasta la chaqueta de cuero que usa Luis Britto García, para hablarnos en un video a través de las cámaras de televisión, en relación con su apoyo hacia la “revolución bolivariana”, quedó con el cuello doblado. Es simple. Cuando la mentira no es creíble ni siquiera por quien la menciona, aunque siempre se maquille, sabe que la verdad no puede ser maquillada. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.