La matriz de opinión más difundida por la derecha sobre la política de expropiaciones, es que las empresas expropiadas eran productivas en manos de sus antiguos dueños y que, debido a la intervención del Estado, dejaron de producir, lo que en la explicación del bloque burgués es la incuestionable causa que ha generado la crisis de abastecimiento que hoy se vive en Venezuela. Pero contrario a esta distorsión que propaga los protectores de la sacrosanta propiedad privada, presentamos algunos apuntes esenciales de caras a construir un enfoque certero sobre este tema:
-Lo primero que se debe tomar en cuenta a la hora de abordar el tema de las expropiaciones, es que la economía mundial es gobernada por las oligarquías financieras, por poderosas empresas transnacionales cuyo monopolio sobre la tecnología y otras áreas de influencia, logran inundar los mercados con sus mercancías subordinando o quebrando a las burguesías locales; también es preciso caracterizar que los alimentos en Venezuela se encuentran bajo el dominio de un puñado de monopolios que fueron tomando áreas determinantes de las cadenas productivas durante décadas, configurando a manera de ejemplo el siguiente cuadro, empresas Polar controla el 90% de la producción de mantequila, 78% de la harina de maíz precocida, 30% de alimentos para animales, 70% de aceite, 31% de pastas, 48% de avena por citar el ejemplo de solo una empresa.
Podemos decir, que de las empresas intervenidas, muy pocas se ubican en el sector alimenticio y su influencia no puede compararse con la presencia de los monopolios privados de alimentos. Por lo que podemos deducir que la intervención del Estado en empresas no es lo que causa la escasez, como lo repiten fedecamaras y la MUD.
-Tales movimientos de presión y asedio de los monopolios transnacionales contra las empresas nacionales va generando su capitulación y cierre, razón por la que estos patronos optan por los cierres ilegales, para usurpar los pasivos laborales de los trabajadores y violentar la legislación laboral. Entonces en esa circunstancia entra en escena un movimiento obrero de ocupación que con su constancia y voluntad inician los rescates de las empresas. La intervención del estado ha ido en defensa del trabajo y de la producción.
-Muchas de esas entidades privadas eran únicamente fachadas para la fuga de capitales y la evasión fiscal, empresas dependientes de procesos y tecnologías extranjeras. Muchas de ellas no pasaron de ser meras “franquicias” prestadoras de servicios secundarios para las transnacionales en una parodia de “sustitución de importaciones”. Las dificultades que han presentado muchas de ellas desde su expropiación se deben a su misma naturaleza dependiente.
-Desde hace décadas se ha registrado la tendencia del capital privado de migrar al sector importador, liquidando empresas, vendiendo la maquinaria, cerrando puestos de trabajo y destruyendo la capacidad productiva del país. Fedecamaras destruye empleos para poder atar el país a las importaciones y presionar en pos de apoderarse de las divisas de la nación.
-Así el movimiento obrero presiona al estado a intervenir sobre empresas, en sus mayores partes quebradas y desmanteladas. A pesar de todos los atentados contra la producción el estado respetó siempre, de manera reverente y supersticiosa, el fetiche de la propiedad privada, yendo a juicios o pagando por empresas destruidas sumas muy superiores a su precio real, dadas sus condiciones, pagando en fin una especie de salvataje a administraciones, que más que ineficientes fueron criminalmente responsables.
-En los casos de Empresas Diana, y Venvidrio (antigua Owens Illinois), empresas altamente productivas, fueron canibalizadas sus maquinarias por los privados fugándolas del país, y tenían riesgo de caer en el abandono y el cierre. El segundo caso es muy serio por ser la productora del 70% de los envases de vidrio del país. El Estado y los obreros garantizaron la producción sin la cual la actual crisis se mostraría más profunda.
Las experiencias más exitosas han sido donde la clase obrera ha tomado las riendas de las empresas, convirtiéndolas en empresas de producción social, imponiendo el control obrero sobre la producción y orientándola a la satisfacción de necesidades sociales; apartándose del control gerencial burocrático, público o privado, devolviéndoles a los productores mismos las riendas de su esfuerzo.
El futuro de las empresas recuperadas, y de la economía toda, depende del reavivamiento, unión y empoderamiento de ese movimiento de autogestión obrera que ya ha dado muestras de su poder y capacidad al evitar la destrucción de fábricas y puesto de trabajo. Hoy cuando la burguesía se muestra retadora e insolente, amenazando las condiciones básicas de vida del pueblo trabajador, ese gran movimiento obrero debe levantarse y terminar la labor que ya inició. El espíritu de las tomas obreras, de los consejos de fabrica debe reavivarse en el momento en que no se está luchando un puesto de trabajo sino el futuro y la paz.