¿Ganar tiempo o dar tiempo al fascismo?

Escribo a los marxistas, en particular a los marxistas-leninistas. Mejor, a todos que se consideran marxistas-leninistas. Los invito a la tarea de buscar una respuesta racional al misterio de la ida de Maduro a conversar con la oposición de derecha, a dialogar con los fascistas. No estamos frente a una cuestión académica, por supuesto. La búsqueda de la concertación de acuerdos con la derecha venezolana en este momento significa muchísimo más que simple salida providencial frente a una situación de emergencia. Todo el contrario, significa una determinada (in)comprensión de del actual momento de la coyuntura de las luchas de clases en Venezuela y en el mundo e, por ende, la propia relación viva y actual de la revolución proletaria venezolana con la revolución proletaria en Latinoamérica y en el mundo.

Podemos empezar por el análisis de la derecha. Desde un punto de vista marxista, materialista, tenemos que considerar la naturaleza de esta derecha en el cuadro concreto de la radicalización de las luchas. Es elementar la constatación que desde siempre, en el fondo, a la burguesía y a los exploradores de todos los tiempos, para nada, absolutamente nada, les importan a ellos la vida y la muerte de los trabajadores – animales que hablan, según Aristóteles. Les importa a ellos, eso sí, la fuerza de trabajo que detienen los trabajadores. Si el trabajo vivo no fuera necesario a la producción de los lucros, tengamos siempre presente, la burguesía trataría hace mucho de exterminar a todos los trabajadores. Bueno, nunca nos olvidemos de eso.

En política, la burguesía se sitúa en el campo de conservación del capitalismo a que llamamos derecha. En los tiempos llamados normales, en los que el capitalismo sigue produciendo pacíficamente lucros e se reproduciendo en cuanto capital, esta derecha se acomoda en las instituciones democráticas del estado burgués, el estado democrático de derecho, de manera ‘civilizada’ y pacífica, dejando a esas mismas instituciones el papel de mantener el proletariado debidamente controlado, trabajando obedientemente para producir los lucros burgueses.

Cuando, sin embargo, se instala una crisis en la lógica explotadora del sistema, una crisis en la que los lucros burgueses ya no se producen en la medida de la expectativa de los investimentos, y del otro lado – del lado del proletariado – este proletariado retoma su dignidad original, levanta la cabeza y parte a la lucha en busca de su liberación revolucionaria, cuando ocurre todo eso, la derecha manifiesta a la luz del día toda su cara, su verdadera faz: cruel, cobarde, deshumana, sanguinaria, asesina.

Tengamos, pues, en cuenta que los hombres y mujeres representantes de esta derecha (los Capriles Radonsky, los Leopoldo López, los Chúo Torrrealba, los Ramos Allup, las Tintori etc. etc.) no más que emprestan sus cuerpos a la materialización de su clase de origen. No es que sean malos – lo son también. Son los más que auténticos representantes burgueses en una coyuntura en la que se encuentra su sobrevivencia como clase explotadora. Feroces, se consideran ultrajados en su derecho divino de explotar hasta el hambre y hasta la muerte a los trabajadores y sus hijos. Leones heridos, amenazados sus privilegios por la agudización de la coyuntura, esos hombres y mujeres no quieren – ¡y no pueden! – dialogar.

Si por alguno acaso las cosas vuelvan a cambiaren ‘normales’, si la miseria de los trabajadores vuelva a ser considerada natural, si explotación capitalista volver a hacer parte de la ‘naturaleza humana’, si todo eso venga a ocurrir, entonces la derecha se cambiará en cordata, civilizada, dispuesta y apta al diálogo. Todo bien. Pero quedaría una preguntita: ¿Para qué sirven el socialismo, el bolivarianismo, el chavismo?

Prosigamos. ¿Y de nuestro lado, que quieren Maduro y el gobierno con la iniciativa del diálogo con esta derecha, como concretamente identificada arriba? Para no huir a la vieja expresión, ¿Qué quiere el gobierno con este verdadero diálogo de sordos?

Para ganar tiempo, dicen. Vamos a discutir con López, Capriles,Tintori,Torrealba y Ramos Allup “la paz, el estado de derecho y la soberanía nacional, la verdad, la justicia, los derechos humanos, la generación de confianza y el calendario electoral” – reza la agenda. Otra pregunta: ¿Quien ganará tiempo? Y la respuesta es solamente una: la derecha fascista, seguro.

Decididamente no nos alineamos a las críticas al gobierno Maduro y al chavismo en general que los acusan a ellos de asociados a la burguesía. Lo que hay de verdadero es que en el gobierno y en todo el chavismo prevalece una estrategia reformista. Este es el enemigo. El reformismo.

Reformismo que determina y condiciona la adopción de ‘tácticas’ que, en realidad, no pasan de sabidurías vacías, sin relación con una visión estratégica general revolucionaria. Reformismo que supone implícitamente que la burguesía va a entregar el poder pacíficamente, convencida por el diálogo. Reformismo que solamente ve la burguesía como enemiga en palabras, palabras igual vacías. Reformismo estructuralmente incapaz, por la naturaleza de su método, de hacer análisis materialistas de la coyuntura.

A nosotros los marxistas se impone pues la tarea de hacer presentes propuestas y acciones concernientes a las exigencias objetivas de la realidad concreta. Y la realidad concreta es que, como tenemos afirmado, la lucha de clases en Venezuela ingresó, sin posibilidad a retorno desde el punto de vista del proletariado, en el plan militar.

El tiempo pasa, y con el pasar del tiempo la burguesía es que gana tiempo. Gana tiempo para imponer una derrota histórica al proletariado venezolano y mundial si la izquierda no tomar la iniciativa. Para nosotros comprometidos con los de abajo el tiempo ya llegó. No podemos dejar la burguesía pasar. ¡No pasarán!
¡Venceremos!

 

leovegildoleal@gmail.com



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