La socialdemocracia de lado y lado, los falsochavistas y los de la mud, están negociando. Ambos buscan la manera de zafarse del Socialismo, del Chavismo, sin que la transición se les vaya de las manos. Bastante han avanzado en ese empeño. Cada bando realiza su papel. A uno le corresponde, desde el gobierno, abrir camino al capitalismo y allí han obtenido éxito. Son frecuentes, a nadie asombran, las reuniones de altos empresarios del gobierno con cientos de capitalistas, las exposiciones son emblemáticas, la participación del capital internacional en el petróleo y las minas no cesan. La conciencia egoísta, la lógica capitalista, es estimulada en cada iniciativa gubernamental, los clap son el último engendro.
La oposición cumple su parte, no ataca los avances del capitalismo, se limita a ser contraparte del circo político socialdemócrata que se edifica lento pero seguro. Legendarios son los enfrentamientos verbales entre allup y el Presidente, la guerra de twitter entre un gobernador que hace todos los años una expocapitalistas y para sacarse las culpas ataca a capriles, éste responde con igual bolsería, estableciendo una pelea digna de la lucha mexicana, pura alharaca aburrida, es que el fascismo pierde el humor.
Ahora, bajo la tutela de la embajada gringa, intentan un diálogo definitivo que restablezca ya el pacto y se aleje del pasado, atrás quedarían Chávez y el Socialismo. Los planes son muy bonitos, el vaticano participa, pero no el cristianismo auténtico; participan expresidentes pero no la democracia verdadera; luego vienen los representantes de los partidos y tras las cámaras están los gringos conversando con los militares, actores principales de todo esta tramoya, y dando órdenes a los bandos. Los planes son muy bonitos, pero falta el actor determinante.
Las conversaciones van muy bien, todos están muy contentos, el vaticano ora por nos, shannon se fue feliz, zapatero brinca una sola pata. Pero todo tiene su precio: unas fracciones se niegan a entrar por el aro, mariacorina revira, voluntad popular se resiste a avanzar, parece que estos roces los pueden controlar.
Ahora bien, el problema principal de ese diálogo es que la realidad, el factor determinante, está ausente, y así paradójicamente, al fortalecerse el diálogo se debilitan peligrosamente sus componentes y se eleva la ingobernabilidad. ¿Por qué?
El fin del diálogo es regresar al pacto socialdemócrata que fue truncado por el 4 de Febrero, aniquilar definitivamente el peligro Socialista, en eso han adelantado camino. El problema estriba en que el pacto socialdemócrata antes del 4 de Febrero estaba agotado, había tal desencanto en la masa, tal desprestigio de los dirigentes, que la gobernabilidad se perdió.
Ahora, reinstalar el pacto socialdemócrata se hará a costa de elevar el desencanto de la masa, la pérdida de credibilidad de los dirigentes, un escepticismo general, ya esto se está manifestando. En resumen, el pacto nos lleva a una situación similar a la de antes del 4 de febrero, a circunstancias que reclaman un golpe, una recomposición de la gobernabilidad, de la credibilidad.
La superación de la actual situación, la crisis en que hoy vivimos no se resuelve en una mesa por muy vaticano y por muy gringos que sean sus miembros. La solución del agotamiento de proyectos, la ausencia de emoción, de razones para respetar un nuevo orden social, no está al alcance de los socialdemócratas agotados, desprestigiados. Tal como ayer, se impone un nuevo 4 de Febrero, o lamentablemente un sacudón fascista.