La trampa del diálogo es una muestra clara del deterioro del gobierno, cada momento se le desprende un trozo: los partidos aliados reflexionan, los personeros se desmarcan, toman rumbos diversos, reconocen el fracaso del reformismo socialdemócrata. Aumentan los partidos y los militantes chavistas que entienden que en algún punto se extravió el camino.
El gobierno luce sin comando, todos opinan sobre cualquier asunto, sufren de incontinencia verbal, aquello parece un torneo por ver quién dice más disparates en este carnaval. Mientras, el dólar sube, la escasez persiste, la relación humana se selvatiza, la esperanza se aleja.
Ahora sobre el Chavismo sopla una brisa fresca, la crisis trae los vientos de la reflexión. A la fase de aceptar que algo anda mal, como lo hace, por ejemplo, el PCV en el 34 pleno de su comité central; o las declaraciones de Diosdado aceptando que se perdieron las elecciones parlamentarias, reconocimiento que tuvo que esperar un año de circunloquio, rodeos, de inventivas muy ingeniosas pero inútiles; decimos, a la fase de aceptación de las fallas debe suceder la fase de rectificación, esa es la única manera de resolver el nudo patibulario que hoy padecemos. Veamos.
Ya están detectados los puntos donde extraviamos el camino, éste es un logro fundamental: debemos reevaluar la conducta frente al asesinato de Chávez, haber despolitizado el magnicidio, haberlo resuelto con unas elecciones socialdemócratas fue el primer extravío. Luego del 6 de diciembre, no reconocer la derrota es el segundo extravío, de allí la importancia de las declaraciones de Diosdado. Es del estudio de esos dos yerros que debe comenzar la rectificación.
La Revolución, inmediatamente después de la desaparición de Chávez, sufre una violenta desviación hacia la derecha, al reformismo, al populismo socialdemócrata, ésta explica la despolitización de la caída en combate del Comandante. Y luego el 6 de diciembre, que es consecuencia directa de esta despolitización y del giro hacia la compra de afecto con dádivas materiales, el gobierno, el reformismo gobernante, se vio afectado por el desespero. Y en lugar de reflexionar los errores, tomó el camino de profundizarlos, insistió en la política mercenaria, buscó en cielo y tierra recursos para seguir con la fiesta de repartir, empezó a subastar las riquezas del subsuelo, a tomar medidas que garantizaran la repartición. Esa actitud está en la base de la crisis de hoy: una masa clientelar egoísta, mercenaria, bachaquera, incapaz de actuar con sentido de sociedad y un gobierno proveedor sin ascendencia moral sobre esa masa.
Hoy el gobierno ha perdido la iniciativa, se despedaza entre fracciones que abandonaron el camino al Socialismo, lucha en el barro de la democracia burguesa, se bate en el egoísmo de intereses grupales. El Chavismo amalgamado por el espíritu del Comandante espera instrucciones ciertas para retomar el camino perdido.
¿Qué hacer?
Las derechas entrampan al Socialismo en el dilema del diálogo, sin dudas, un armatoste para enterrar al Socialismo, su éxito sería definitivo, volveríamos raudos al pacto de punto fijo, su fracaso sería el fascismo. ¿Cómo salir del falso dilema, como resolver la incógnita? Es necesario volver a Chávez.
Es hora de la audacia del 4 de febrero, de Abril, del Diciembre petrolero, de Santa Inés, es momento de confiar en la masa chavista, convocarla para lo grande, para lo noble, darle motivos para luchar, rescatarla de la mediocridad de lo material. Es hora de darles razones sagradas por las cuáles luchar y un terreno de combate que fracture a la democracia burguesa:
·Regresemos a la enseñanza de Santa Inés, moralizar, emocionar y después que venga la tempestad en forma de referéndum, elecciones generales o cualquiera otra marramuncia.
·Reúnanse en Miraflores la dirección, convoquen a los chavistas históricos. Tómense medidas de rectificación concretas, reconózcanse los errores: uno principal, la alianza con la burguesía; otro, el clientelismo; otro, la falla de formación política, teórica, del pueblo, reconózcase, por ejemplo, que los CLAP han debido llevar un libro, el Plan de la Patria, la Constitución, por ejemplo, que han debido de estar acompañados de un telúrico movimiento de formación.
·Tómense medidas de austeridad en el gobierno, dejen las camionetas, dejen los símbolos de valor de la burguesía, quémense las corbatas, las carteras y los trajes, bótense los relojes caros. Persígase la corrupción, aplíquese la renta presunta (de dónde salió la fortuna).
·Organícese un gabinete para la crisis, expulse a los burgueses de la dirección y de la Comisión de economía.
·Atrévase el Chavismo a exponerse al pueblo, al veredicto del pueblo que apoyó a Chávez. Esté seguro el gobierno, la dirección del PSUV, que si el propósito de rectificación es sincero venceremos a las oligarquías, a la vieja enquistada en la mud, y a la naciente en las entrañas del Chavismo.
Esta será la única manera de salvar a Chávez, al Socialismo. Es la hora de demostrar cuál es la textura de nuestros dirigentes.