Que un capitalista, o mejor dicho en nuestra cultura “capitalista”, cualquiera de nosotros se tome una foto con su familia y su consorte al lado de un “arbolito de navidad” y derrochando estrenos, es decir, ropa nueva con dulces sonrisas, pues es evidente que estamos felices ante el derroche y la plata que se necesita para concretar esa imagen.
Pero que tal foto haya sido un momento de “dicha y felicidad” en el hogar de un confeso anticapitalista en cada una de sus intervenciones, (y para colmo al lado de sus hijos), siendo este individuo, quien vive diciendo, palabras más, palabras menos, que debemos inculcar a nuestros hijos valores “socialistas”, pues, resulta evidente, que ese mismo individuo con tal fotografía queda desmantelado en sus mentiras y en su proceder “revolucionario”; verbigracia, ni siquiera ha podido transmitir lo que tanto pregona en su familia.
Por ejemplo, ¿dónde quedó el pesebre que tanto invocan en tiempos de Nochebuena, como parte de las tradiciones venezolanas? O debo comprender que Diosdado Cabello y su familia son ateos – condición respetable – y por ello, su cultura es capitalista en navidad y “socialista” en las palabras.
Qué vaina es esa, que alguien vive cuestionando la compradera de ropa en tiempos decembrinos, aparece hasta con su “yerno” con ropa nueva – hecho que no es condenable – pero lo hacen precisamente, cuando los venezolanos con sus menguados ingresos, apenas sí pueden medio comer, o hasta buscan en el medio de la basura algún mendrugo para mitigar el hambre.
¿Hasta qué punto llega la soberbia y la arrogancia de un individuo, autodenominado “hijo de Chávez”, cuando el propio líder de la revolución bolivariana en una de sus campañas presidenciales, ordenó la suspensión de tales usos navideños [1], porque de alguna manera, esos arbolitos resultan contrarios en el plano de la doctrina socialista? O sea, ¿para Diosdado Cabello, todo lo que decía el líder de la revolución bolivariana con su muerte quedó en el olvido, y en consecuencia, debemos entender, que este “hijo de Chávez” se ha descarriado junto con los preceptos que debería orientar hacia su familia?
La sonrisa de Diosdado Cabello al lado de su familia con el arbolito de fondo y vistiendo ropa y calzados de marca no es lo condenable. Tienen derecho a ser felices. Lo condenable es que esa “felicidad” la hagan pública sobre la base de ese capitalismo que tanto “condena” en cada una de sus palabras. Lo condenable de la fotografía es querer vendernos con su retórica una ideología que es contraria con su praxis familiar. Lo condenable es que esa fotografía se convierte en una burla, cuando al ver una imagen de semejante magnitud, lo menos que puede pensarse es que esa familia pasa necesidades, cuando estamos viviendo la inflación más alta de toda nuestra historia, es decir, la fotografía nos muestra la abundancia de Diosdado Cabello y sus congéneres, cuando muchos venezolanos se encuentran en una precariedad económica y social sin precedentes, incluso sin alimentos y medicinas.
El arbolito y los estrenos de Diosdado son parte de las exequias de la praxis socialista del madurismo. En ellos sólo existe la arrogancia, la soberbia y las ansias de poder. El propósito está claro. Quienes detentan el poder, sólo les interesa seguir acumulando riquezas sobre las expensas del hambre y la miseria de los venezolanos. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
