Problema insolubles, una oposición desleal dispuesta a explotarlos para desafiar al régimen, el deterioro de autenticidad democrática entre los partidos que apoyan al régimen y la pérdida de eficacia, efectividad (especialmente frente a la violencia) y, por último, de legitimidad, llevan a una atmósfera generalizada de tensión, a una sensación de que hay que hacer algo que se refleja en un aumento de politización. Esta fase se caracteriza por la circulación de rumores, el aumento de movilización en las calles, violencia anómica y organizada, tolerancia o justificación de algunos de estos actos por algunos sectores de la sociedad y, sobre todo, un aumento de presión por parte de la oposición desleal. La predisposición a creer en conspiraciones y la rápida difusión de rumores, alguna vez fomentados por los límites impuestos por los medios de comunicación al tratar de controlar la situación, contribuyen a una incertidumbre y una imposibilidad de hacer previsiones que puede llevar a un empeoramiento de crisis económicas.
Linz – La quiebra de las democracias –
El epígrafe corresponde al inicio del cuarto capítulo del texto mencionado, cuyo título de esa parte del libro referido con el fin de la democracia, tiene como subtítulo sobre lo que el autor señala en la pérdida de poder, vacío de poder y preparación para una transferencia de poder o enfrentamiento. Sin duda, esa palabras escritas en 1987, reflejan una síntesis muy precisa sobre lo que hoy ocurre en Venezuela, entre un gobierno devenido en un franco neototalitarismo, y una oposición que al parecer "no supiera" que en cada marcha o concentración que convoquen habrá afectados, heridos y hasta muertos, como respuesta del "gobierno".
Ante nuestra realidad ¿Cuál salida nos queda como nación para salir de esta crisis política que cada día que pasa sigue manchando nuestro territorio de sangre joven e inocente? Jóvenes quienes sólo luchan por sus ideas y, además al parecer el dolor que en lo inmediato puede recibir múltiples solidaridades, la verdad es que en lo mediato solo los familiares quedan con las lágrimas, la tristeza y el sentimiento más profundo de la desdicha.
Nicolás Maduro fracasó como presidente de la República. El último escándalo en haber "donado" 500 mil dólares, por no decir, que fue una decisión panegírica hacia Donald Trump, en relación con su toma de posesión, buscando tal vez con ello, tener alguna indulgencia política desde el gobierno de los Estados Unidos hacia su manera de "dirigir" los destinos de Venezuela, revela la doble moral de quienes se declaran contra-imperialistas, pero en la praxis son sólo lánguidas falderas ante quienes pudieran derrocarlos en cuestión de horas.
O sea, el madurismo llama "apátridas" a quienes supuestamente llaman a la intervención del país, mientras ellos regalan nuestras divisas al gobierno de un mandatario y nación multimillonarios, cuando niños recién nacidos son colocados en cajas de cartón, lo cual, además de ser pernicioso en su condición política y humana, resulta un hecho condenable en toda la extensión de la sindéresis y revela que el concepto de lo que ellos consideran como "imperialista" sólo aplica en el espacio reducido de sus adversarios.
De hecho, es tal la contradicción "socialista" de la cúpula madurista que condenan cuando Estados Unidos invade a Siria, pero cuando la Turquía de Erdogan hace lo mismo sobre esa nación árabe, envuelta en una profunda guerra civil, sólo conjugan la afasia en sus "comunicados".
En el plano internacional, la situación para Maduro no puede ser peor. No sólo recibe el rechazo de los países de la región en el seno de la llamada Organización de Estados Americanos (OEA), la misma que aplicó la carta interamericana contra Carmona durante el golpe contra Chávez en 2002, sino que naciones como Marruecos en África o Bélgica en Europa que muy poco opinan sobre los contextos internacionales, hasta se manifiestan de una u otra manera ante lo que ocurre en Venezuela. ¿Y cuál apoyo recibe el gobierno de Venezuela? Nada más y nada menos que el proveniente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), al cual por cierto nuestra inefable canciller, no ha considerado como "injerencista".
Igualmente es risible cuando defensores e intelectuales seniles del madurismo, (quienes tampoco niegan que tienen ingresos en sus cuentas personales, entre seis cifras altas y más de siete cifras depositadas por el Banco Central de Venezuela y Petróleos de Venezuela) hablan sobre los conceptos clásicos de las dictaduras en el siglo XX para diferenciar la neodictadura de este gobierno, diciendo frases hipócritas como aquellas de que esta "dictadura" nos permite decirle dictadores a sus gobernantes, convierte a tales "intelectuales" en fariseos del pensamiento, porque en esencia eso representa una cualidad disfrazada que este sistema adquiere en todas sus dimensiones de ejercicio autoritario y déspota del poder, y de allí aplicamos el neo como prefijo de todas sus acciones políticas.
Maduro generó con su soberbia, arrogancia y petulancia una manera equivocada de gobernar distante del pueblo. Equivocó de forma muy errada las políticas económicas que necesitaba el país ante la caída de los precios del petróleo, y en vez de solicitar desde el momento en que asumió el poder una reestructuración de la deuda externa, prefirió pagar aquella, en desmedro de las necesidades de alimentación, medicinas y autopartes que reclamaba Venezuela, pensando que en el corto plazo, los precios del crudo volverían a la barrera de los tres dígitos, cuando lo que generó fue un efecto perverso sobre la economía con una inflación desbordada, que a su vez empobreció al pueblo.
Ya los días para Maduro están contados de manera muy limitada en el poder. Llevó a El Aissami hasta la vice-presidencia (lo que anunciamos antes en otro artículo)¹, pensando que con ello uniría a las fuerzas chavistas con sus zascandiles maduristas, y lo que terminó fue en mayor ruptura y división. Es más, ante la grave acusación desde el exterior que existe sobre quien en teoría debería ser "el segundo al mando", lo ha terminado en convertir como un simple presentador de exposiciones en El Poliedro, o para leer "comunicados" pésimamente redactados y con una máxima degradación en la credibilidad del gobierno.
Maduro prepara sus maletas aunque de cadena en cadena nos diga que gobernará hasta el 2036 y vivirá más de 100 años porque "se lo dijo Dios". En consecuencia, Diosdado Cabello en esa notable realidad y creyendo que él, es dueño de la herencia de Chávez, después del fracaso de Nicolás Maduro y neutralizado El Aissami por sus complejas acusaciones que lo han inhabilitado en el plano internacional, irá por lo que considera, es parte de su herencia.
Por ello, la última carta que le queda a Maduro es llevar a Diosdado Cabello hasta la vice-presidencia quien desde que se fundó el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha sido el individuo más rechazado por quienes alguna vez militaron o aún militan en esa organización, (recordemos que no salió electo en la dirigencia inicial y Chávez lo colocó allí) con el propósito de terminar de imponer miedo e incertidumbre sobre la población, lo cual nos pondría en el abismo de la guerra civil, espacio que todos debemos rechazar, y en donde la oposición leal o desleal tendría una gran responsabilidad por preservar la paz en Venezuela. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
¹https://www.aporrea.org/ideologia/a236111.html