Bolívar, un liberal

En ocasiones se ha entendido al Libertador como un férreo hombre de armas que buscó centralizar el mando por una enfermiza afición al poder. Etiquetarlo como sólo un hombre de armas, es desconocer todos sus atributos. Fue capaz de llevar, por ejemplo, la administración de un Estado, como lo indica Augusto Mijares:

"Su grandeza no consiste en una simplista exhibición de fuerza; deriva por el contrario, del acierto y la prudencia y la constancia con que iba conduciendo aquel mundo anárquico, hacia la victoria y la estabilidad. Que por su propia naturaleza Bolívar no fuera comedido, es un motivo más para admirar la rígida disciplina, a que se sometía como hombre de Estado."

Por sus más de novecientas cartas podríamos deducir que Bolívar era un escritor liberal. En los siguientes extractos que tomé de su correspondencia podemos verlo en distintas facetas:

Pensando en la importancia de la instrucción pública:

"La educación popular debe ser el cuidado predilecto del amor paternal del congreso. Moral y luces son los polos de la República; moral y luces son nuestras primeras necesidades."

Alerta respeto a los regímenes autoritarios:

"Huid del país donde uno sólo ejerza todos los poderes: es un país de esclavos"

O de la desigualdad de los hombres:

"La naturaleza hace a los hombres desiguales en genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política social"

Así mismo señala la hipocresía como un vicio de la sociedad:

"La hipocresía la mala fe, el arte del engaño y de la mentira, que se llaman vicios de la sociedad, son cualidades en política, y el mejor diplomático, el mejor hombre de estado es aquél que mejor sabe ocultarlos y hacer uso de ellos, y la civilización, lejos de extirpar estos males, no hace sino refinarlos más y más..."

Resaltando valores como la igualdad:

"La amistad es preferible a la gloria."

O la sinceridad:

"Mi sinceridad es tal, que me conceptúo criminal en todo aquello que reservo. Yo soy un hombre diáfano."

Respecto a que Bolívar buscaba centralizar el mando por una malsana afición por el poder. Hay que negarlo en todo sentido. Aunque rechaza y no le parece idóneo la modalidad federalista de la Constitución de 1811, no es porque le reste importancia a la necesidad de dejar un margen de autonomía a las regiones, o porque era una emulación de la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica (aunque la potencia del norte nunca fue santo de su devoción), se trata del momento coyuntural de la naciente República. Más que nunca en plena época independentista, era necesaria la centralización del poder para acumular recursos, hombres y energías porque, aunque ya menguado, el viejo imperio español, no dejaría de aferrarse a lo que por más de doscientos años fue suyo.

Sí, Bolívar fue un hombre de armas, pero también un liberal. El oficial que con mil hombres procedentes de las Provincias Unidas de Cundinamarca, desafía y vence a los siete mil de Monte Verde, y pasa a Venezuela en 1813, donde es nombrado Libertador en los Andes y en Caracas, seguirá siendo de pensamiento liberal. Lo que sucede es que sus ideas se van adecuando a las necesidades de la República naciente, hasta que logre estabilizarse. Por ejemplo, el congreso de Bogotá tuvo que otorgarle poderes supra-constitucionales para poder reorganizar la unidad del territorio colombiano. El 24 de junio de 1828 Bolívar gobierna en calidad de dictador desde Bogotá; lo hace para evitar la separación del departamento de Venezuela de la Nueva Granada, que ya le da dolores de cabeza desde el movimiento propiciado por Páez en 1826: la Cosiata. Pero la historia nos cuenta que no obstante el suplicio del Libertador por recuperar a Colombia, son más los hombres que apoyan la separación.

Bolívar entendía que la dictadura no es la forma de gobierno más idónea para administrar una República. Su ideario político se había formado los filósofos humanistas de la enciclopedia, el pensamiento de Rodríguez, en sus muchísimos viajes y experiencias por los diferentes países, unos adelantados, otros menos. Parafraseando a Rufino Blanco Fombona, a Bolívar no le interesa saber el lugar que ocupa el ser humano en el universo, sino en la sociedad. Le inquieta que los ciudadanos tengan la mayor suma de felicidad posible. Que su estado se preocupe por el bienestar de las masas y las individualidades.

Bolívar no era un imperator, como lo evocan algunos cineastas y escritores contemporáneos, desorientados de su verdadera vocación. El Libertador aborrecía cualquier clase de autocracia, incluso la misma que las circunstancias lo obligaron hacer para salvar el sueño de la unidad colombiana. Por cierto, la misma unidad que intentó establecer Miranda en América. A veces leo algunas de sus cartas y tropiezo con un fragmento que deja sin lugar a dudas su vocación liberal:

"La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el termino de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer por largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle, y él a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia, que el mismo magistrado que los ha mandado por mucho tiempo, los mande perpetuamente."

Hoy día, con la oportunidad que nos brinda su legado. Podemos pensarle no como el dios de la libertad suramericana, sería cometer el pecado del mito. Bolívar fue un hombre de su tiempo, cuya inclinación liberal lo indujo a participar en una empresa tan peligrosa, que le llevó la vida misma. Quizás si no hubiera muerto su esposa María Teresa, nunca habría sido el héroe que conocemos hoy. Pero su situación personal lo llevó a buscar algo suficientemente grande para llenar su corazón. Y, tuvimos suerte.

Fuentes empleadas:

BLANCO FOMBONA, Rufino. Mocedades de Bolívar. Monte Ávila Editores. Caracas, 1987.

BLANCO FOMBONA, Rufino. El Pensamiento vivo de Simón Bolívar. Centauro, ediciones. Caracas, 2007.

MIJARES, Augusto. El Libertador. Fundación Eugenio Mendoza. Caracas, 1967.

CATALÁ, José Agustín, (editor). Ideario Político de Simón Bolívar. El Centauro, ediciones. Caracas, 2005.

ARRAIZ LUCCA, Rafael. Venezuela: 1830 a nuestros días. Editorial Alfa. Caracas, 2013.

ARRAIZ LUCCA, Rafael. Las Constituciones de Venezuela (1811-1999). Editorial Alfa. Caracas, 2012.

PINO ITURRIETA, Elías. Simón Bolívar. Biblioteca Biográfica Venezolana. Caracas, 2010.

 



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Axel Blanco Castillo

Escritor y docente venezolano (Caracas, 1973). Profesor egresado del Instituto Pedagógico de Caracas en la especialidad de Historia y Geografía. Actualmente cursa maestría en Historia de América Contemporánea en la UCV. Algunos de sus cuentos han sido publicados en portales literarios como: Letralia, Revista Prótesis, Realidades y Ficciones, Almiar, entre otras. Es autor de Más de 48 horas secuestrada y otros relatos (CreateSpace Independent Publishing Platform, 2014) y Al borde del caos (El Perro y la Rana, en proceso de impresión).

 blancoaxel73@gmail.com

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