Es una fundamentación filosófica, cultural y antropológica, que hace apología del Indio sin distinción de procedencia, porque se entiende como la población primigenia del continente americano. En los diferentes períodos de la historia de la región, la población indígena ha sido explotada y discriminada por otros estratos de la sociedad. Esto a consecuencia del sistema económico, cultural y educativo colonial, implantado por el primer imperio que interviene en la vida y evolución de los pueblos americanos: el español. Es así que tras el proceso de independencia, se hereda un enfoque histórico europeizado, de los pueblos originarios, que se plantean como individuos desvinculados de la civilización que necesitan integrarse para redimirse y salvarse.
En la medida que los gobiernos van sucediéndose en los países latinoamericanos, sobre todo durante el siglo XIX y XX, los postulados revolucionarios y proyectos de gobierno, van incluyendo el tema indigenista como parte de la política de Estado, sobre todo en países de considerable población aborigen como: Méjico, Perú, Bolivia, Ecuador, Guatemala, entre otros. Quizás ingenuamente, el antropólogo Mejicano Alejandro Marroquí (1972), tratando de resolver la problemática de las poblaciones aborígenes, realiza una clasificación para identificar el tipo de Indigenismo que corresponde en cada caso:
El indigenismo político, que propone la participación de los pueblos indígenas en los proyectos de transformación y modernización nacional. Algunos políticos en Méjico y Bolivia, se afianzaron en la lucha de los indígenas explotados con el sector de las élites terratenientes (gamonales o hacendados), por el derecho al uso libre de la tierra.
El indigenismo comunal, que remarca la propiedad comunitaria de la tierra y el mantenimiento de los usos y costumbres del aborigen.
El indigenismo desarrollista, que implica integrar al Indio a la economía de libre mercado, sin tomar en consideración el deterioro ambiental de los procesos productivos, la marcada desigualdad en las relaciones sociales y la arbitrariedad en los beneficios laborales y derechos sindicales hacia el Indio.
Por último, el indigenismo antropológico, que en teoría estudia y valora la cultura de los pueblos primigenios, pero que en la práctica, sólo sirve a los intereses de modernización nacional y empresarial.
Afortunadamente, verdaderos indigenistas como: Haya de la Torre, José Carlos Mariátegui, Guillermo Bonfil Batalla, Stephen Corry, Marie Chantal Barre, entre otros, más allá de sus variantes intrínsecas al propio discurso, han desarrollado sus tesis Indigenistas, reivindicando al Indio y su cultura, como el verdadero legado americano. Que no se pretenda resolver la problemática del Indio a través de la asimililación de los valores "civilizatorios" o el aislamiento, sino que se reivindique su derecho a conservar costumbres, lengua y patrimonio de la tierra, dentro de un Estado que los proteja a través de leyes indigenistas, respetadas por los gobiernos de turno y custodiadas por las Fuerzas Armadas de los países.
Si lo anterior se ha tomado por un sueño impracticable, espero que ahora se haga realidad, sobre todo porque hoy en pleno "auge civilizatorio" 2018, nuestros aborígenes de la selva amazónica están siendo despojados por industrias neoliberales, que pretenden dejarlos sin casa, árboles y sustento, y despojar al resto del mundo de uno de los pulmones más grandes del planeta.
