La dictadura, devoción fetichista por un hombre, es una cosa efímera, un estado de la sociedad en el que no puede expresarse los propios pensamientos, en el que los hijos denuncian a sus padres a la policía; un estado semejante no puede durar mucho tiempo.
Winston Churchill
La frase del intitulo designa la concurrencia de los diversos sectores de la sociedad civil y militar, para echar abajo un régimen que suprimía las libertades democráticas. Por fortuna tuvimos la experiencia de las revoluciones independentistas, que suponen la formación de una República liberal, además de la influencia de la democracia estadounidense (pese a su afán intervencionista), y el ensayo de Rómulo Gallegos, como primer presidente electo por elecciones universales, directas y secretas. Estos antecedentes, además del cruento suplicio que implica el peso de una bota, permitieron que el pueblo venezolano para la fecha que nos ocupa, se imprimiera de una expectativa democrática.
Sin embargo, un golpe de estado en la mayoría de los casos, no beneficia un país. Digo en la mayoría de los casos, porque la experiencia del 23 de enero de 1958 permitió un largo período de 40 años de libertades democráticas. No es lo mismo un golpe de gracia a una dictadura, que a un gobierno surgido de elecciones libres.
Un poco de memoria
El golpe militar a Gallegos el 24 de noviembre 1948, fue una señal de ambiciones pretorianas y falta de madurez civilista, de un pueblo acostumbrado a los padrotes que en el siglo diecinueve y principios del veinte, tomaban el poder por un acto de fuerza. Tal ha sido la inmadurez que luego de seis años de férrea dictadura perezjimenista, persecución política, censura de prensa, sin garantías sociales, cárcel y tortura, algunos "pacientes de Alzheimer" tenían la desfachatez de decir:
"Aquí lo que falta es mano dura para que se arreglen las vainas."
"Si Pérez Jiménez regresa arregla todo en un santiamén."
"En tiempos de Pérez Jiménez mientras no te metieras en política, podías tener todo lo que quisieras."
Pero lo cierto es que fue el mismo descontento de la gente oprimida, la causa fundamental de la caída del dictador. Lógicamente, contando con el apoyo de las Fuerzas Armadas, que en el fondo es el mismo pueblo sufriente.
La confluencia de sectores representativos
El Espíritu del 23 de enero es la confluencia de los sectores representativos del pueblo: los partidos políticos en clandestinidad o exilio, el sector castrense, los sindicatos, grupos de estudiantes o gente común, que abandonaron la seguridad de los hogares para dejar su huella en las calles.
Ramón J. Velásquez importante historiador venezolano llegó a escribir:
"Lo que diferencia al 23 de enero de los episodios similares de nuestra historia, es su carácter de jornada colectiva, tanto en lo militar como en lo civil. Pues, hasta 1948, la caída de todo gobierno representaba en Venezuela, el triunfo y consolidación en el poder del candidato vencedor en la jornada."
Manuel Caballero otro versado historiador indica, en la página 182 de su libro "Historia de los venezolanos del siglo XX":
"La comprobación de la debilidad del gobierno ante las Fuerzas Armadas, fue el primer paso para la caída de Pérez Jiménez: Desde el 1ro hasta el 23 de enero de 1958 comienza un acelerado proceso de ampliación y acercamiento entre las diferentes oposiciones, no sólo en el terreno político, sino el social."
La concurrencia entre los diferentes sectores de la sociedad fue desarrollándose mucho antes del 57, pero es este año cuando comienzan las agitaciones de calle por la cercanía de las elecciones. No podemos olvidarnos de la intentona golpista comandada por Hugo Trejo el 1ro de enero, que levantó una matriz de opinión sobre la situación de las Fuerzas Armadas. Aún sin prensa libre se contaba con los panfletos que distribuían los estudiantes, conectados con los diferentes partidos políticos en clandestinidad. También el resquemor de la Iglesia Católica por las actuaciones del gobierno, generaron diversos artículos entre sus representantes y Laureano Vallenilla Lanz (ministro y articulista del régimen). Consta la inolvidable carta pastoral de Monseñor Arias Blanco. En el ámbito televisivo, distinguidos artistas y hombres de medios, utilizaban sus micrófonos para llamar a la reflexión por el país. Uno de ellos, Renny Ottolina.
Preocupación de la Iglesia
Aun contando con la renta petrolera que permitía para la época un alto ingreso per cápita, era evidente los niveles de desigualdad y mala distribución de los recursos. Monseñor Arias Blanco, refleja esa preocupación en su carta. Resalta, por ejemplo, la alarmante deserción del campo hacia Caracas y Maracaibo, por gran parte de una población urgida de mejores empleos y oportunidades, afectando así la futura producción agrícola y pecuaria.
Distanciamiento con las tropas.
Los crecientes compromisos del gobierno con el sector de la Construcción, afectaba gran parte del presupuesto nacional. Pérez Jiménez no se da cuenta de eso, y tampoco que ha venido concentrando toda su atención en el asunto. Esto acentúa su distanciamiento con el sector castrense y la brecha se engrosa por sus relaciones con Pedro Estrada, director de la Seguridad Nacional y Laureano Vallenilla Lanz, ministro del Interior, personajes oscuros que no son del agrado de la oficialidad. Pero lo que hace ya irremediable el descalabro de su régimen, es el cambio de las elecciones por el Plebiscito.
La trampa de último momento
Si ya el Congreso de la República había decretado el 27 de julio que las elecciones (universales, directas y secretas), eran para el 15 de diciembre de ese año 1957, ¿por qué el dictador en su mensaje al Congreso el 4 de diciembre, lo cambia al sistema Plebiscitario?
La historiadora Elena Plaza presenta sus razones, en un artículo denominado "El 23 de enero de 1958", publicado por la Revista El Desafío de la Historia, pág.78:
"…las grandes obras de su Gobierno, destinadas a lograr desarrollo y diversificación económica, demandaban la creación de una fórmula electoral novedosa."
La trampa de último momento encierra en realidad, el apego desmedido al poder. Pérez Jiménez sabía que había mucho descontento, no tenía el apoyo de la calle que le permitiría, en dado caso, ganar una contienda limpia. Así que su estabilidad y confianza dependía íntegramente del mundo militar. Pero pronto entendería que su nexo con las tropas estaba roto desde hacía ya mucho tiempo.
Lo que puede pasar en un juego de dominó
Todos sabemos qué ocurrió el 23 de enero de 1958. Los periódicos del país dieron la noticia al mundo y multitudes de venezolanos salieron a la calle para celebrarlo. Pero para cumplir con la regla de una historia bien contada. Les diré que el día 22 de enero se corrió el rumor de que la Marina y la Guarnición de Caracas estaban alzadas. Que el contraalmirante Wolfgang Larrazábal dirigía la asonada desde la Escuela Militar. Pérez Jiménez jugaba dominó en el Palacio con sus hombres de confianza el mismo 22 de enero, muy cerca de las doce. ¿Quiénes eran sus acompañantes? Los coroneles Abel Romero Villate y Roberto Casanova. Es cuando suena el teléfono y uno de ellos atiende. - ¿Quién es?, pregunta el general. -Es Wolfgang, dice Romero, con el auricular en el oído. Pérez Jiménez sigue mirando sus piezas con un amargo sabor de boca que trata de aliviar con sorbitos de Whisky. Sabe que hay gato encerrado en esa llamada. Wolfgang invita a Romero a unirse, pero se niega, le hace señas a Casanova que deja las piezas del dominó y se levanta, se pone a escuchar muy cerca de Romero. Pérez Jiménez se da cuenta de la rara movida, pero sigue con los ojos en sus piezas. Cualquier cosa tiene su Máuser cerca y los guardias presidenciales están por todos lados. En el fondo confía que sus hombres le den el parte. Wolfgang da su última oportunidad, pero los coroneles no están dispuestos a voltearse allí mismo. Dicen que no, que no están preparados. –Entonces no puedo garantizarles la vida, dice Wolfgang. A menos que todos se rindan de una vez, dile al general que se vaya del país ahora mismo, sin resistirse. –Le diré con una condición, dice Romero, secundado por Casanova. Que nos integres a mí y a Casanova a la Junta. Hay un largo silencia en la línea. Entonces Wolfgang suelta: –Trato hecho.
Es lo que puede suponerse que pasó, porque luego del golpe, ambos comienzan a verse en los medios, y la molestia de los distintos sectores del país se hace sentir. ¿Qué hacen los hombres de confianza del dictador en la Junta Militar? La obviedad, los señalamientos, las objeciones de la gente, las presiones de los partidos políticos y otros oficiales, hacen que Wolfgang actúe rápido. Los coroneles son destituidos y exiliados.
Buen viaje señor presidente
Tres horas antes del amanecer del 23 de enero de 1958, el general de división y dictador Marcos Evangelista Pérez Jiménez, tomaba el avión presidencial apodado la Vaca Sagrada. En el fondo temía más a un magnicidio, que al propio hecho de perder el poder. De todas formas, no lo perdería todo, contaba con su maleta y los bonos multimillonarios del Centro Simón Bolívar, también las sumas en dólares que durante años mandaba a su cuenta en el Hibernia Bank de Nueva Orleans.
A las seis de la mañana sería recibido en Santo Domingo por su homólogo y amigo el general Rafael Leónidas Trujillo, luego de allí pasaría a una lujosa mansión en Miami Beach; pero lo que Pérez Jiménez no podía siquiera imaginar, es que los tiempos de los dictadores en Latinoamérica, ya estaban pasando, y pronto, muy pronto, lo llamarían a rendir cuentas.
Fuentes consultadas:
HURTADO LEÑA, Miguel. Historia de Venezuela tomo II. FEDEUPEL. Serie Azul. Caracas 2004
MORÓN, Guillermo. Historia de Venezuela. Libros el Nacional. Caracas 2011.
CABALLERO, Manuel. Historia de los Venezolanos del siglo XX. Editorial Alfa. Caracas, 2011.
ARRAÍZ LUCCA, Rafael. Venezuela: 1830 a nuestros días. Editorial Alfa. Caracas, 2017.
SIERRA, Manuel Felipe. Marcos Pérez Jiménez. Biblioteca Biográfica Venezolana. Ediciones el Nacional. Caracas, 2010.
Revista el Desafío de la Historia. Marcos Pérez Jiménez-Sombras y Luces, nro 16. Grupo Editorial Macpecri C.A. Caracas, 2010.
Autor: Axel Blanco Castillo
Escritor y docente venezolano (Caracas, 1973). Profesor egresado del Instituto Pedagógico de Caracas en la especialidad de Historia y Geografía. Actualmente cursa maestría en Historia de América Contemporánea en la UCV. Algunos de sus cuentos han sido publicados en portales literarios como: Letralia, Revista Prótesis, Realidades y Ficciones, Almiar, entre otras. Es autor de Más de 48 horas secuestrada y otros relatos (CreateSpace Independent Publishing Platform, 2014) y Al borde del caos (El Perro y la Rana, en proceso de impresión).