Soy un madurista que aunque irónicamente como la mayoría de quienes lo hacemos, he rebasado la llamada "tercera edad", es decir, no tengo como explicar que si tan mal he vivido por culpa de otros gobiernos, he llegado a tal cantidad de años, y ahora me alegra de escribir a favor de un gobierno en donde mueren niños, o adultos que ni siquiera han cumplido los 50 años en las puertas de los hospitales.
Soy un madurista que al escribir me genera risa en máximo placer que los venezolanos no encuentren medicinas en ningún "centro de salud", ni en las farmacias, y si las encuentran que sean a precios que nunca puedan comprar. Apoyo íntegramente a Maduro para que aquellos pacientes que tengan problemas neurológicos o de Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), sufran convulsiones o se agraven en sus condiciones biológicas porque para ellos no existen medicamentos de ningún tipo, y en consecuencia, esas lacras enfermas terminen exterminadas para que no sean cargas para nuestro "socialismo".
Soy un madurista que al escribir se alegra que haya un gobierno que desató la peor hiperinflación y crisis económica de la historia, al punto que hoy el salario mínimo en Venezuela apenas equivale al precio de un kilo de carne. Verbigracia, una medida revolucionaria del madurismo al igualar a casi todo el pueblo en sus ingresos para que no existan grandes diferencias sociales entre nosotros, o sea, así casi todos estamos en la pobreza.
Soy un madurista que al escribir se encuentra en máxima plenitud de felicidad al poder ver que los niños no puedan comer en las escuelas y liceos, y si lo hacen pues que se conformen con una cucharada de arroz para que sepan que estamos haciendo una "revolución".
Soy un madurista que cuando escribe desea que esa chusma escuálida que se va de Venezuela, no regrese más nunca como lo dijo la "revolucionaria" Iris Varela. Por ello, siento orgasmos múltiples cuando esa gentuza decide marcharse hacia otros países. ¡Total! Yo estoy claro que si en algún momento el madurismo sale del poder, pediré que junto con toda mi descendencia podamos irnos para siempre a Cuba, si alguna vez decidimos irnos del país.
Soy un madurista que aplaude en sus líneas que otra mujer "revolucionaria" como Jacqueline Farías, haya prometido que limpiaría el "Guaire", porque lo convirtió en una "empresa socialista" de minas urbanas, en donde el pueblo se lanza en sus aguas para buscar el oro perdido que nos ha prometido Maduro como "país potencia".
Soy un madurista que al momento de escribir no le importa que maten a la gente en las calles y avenidas. La mayoría de esos muertos son gente contrarrevolucionaria que andan mostrando carros, celulares, zapatos, prendas, dinero en efectivo que ahora está escaso por culpa del imperialismo, o hasta comida que como parte de su cultura capitalista, enseñan a esos grupos de "colectivos armados" quienes se ven obligados a realizar esas acciones para adecentar nuestro gobierno madurista del egoísmo, y poder generar con ello la creación del "hombre nuevo".
Soy un madurista que tiene que escribir lo positivo que resulta que no haya agua, ni luz, ni gas o gasolina. Que se acabe la explotación de nuestros recursos naturales por parte de un capitalismo desmesurado. ¿Qué vaina es esa? ¿Hasta cuándo se va a usar agua para lavar carros o centros comerciales? ¿Qué significa eso de que haya energía eléctrica para que los maracuchos tengan aire acondicionado o los gochos puedan tener gasolina, o que los restaurantes en Caracas tengan gas para vender la comida? Que la gente se acostumbre a bañarse en los ríos y cocinar con leña. Y si tienen que alumbrarse que lo hagan con velas. Tenemos que vivir en "socialismo".
Soy un madurista que al escribir, apoya que la cúpula de mi gobierno hable del "petro" para quitarle las remesas a esa chusma que emigró al exterior y envían unos dólares o euros a los escuálidos que todavía viven en Venezuela. Por eso estoy de acuerdo con la intervención de Banesco. Eso sí, también debo escribir que esos abnegados funcionarios sean la excepción cuando vayan al exterior y desde allí sólo cobren sus viáticos con la moneda del imperio.
Soy un madurista que cuando escribe apoya que esos mismos ministros, gobernadores, alcaldes, magistrados, directivos o "constituyentistas", nunca se monten en el revolucionario transporte público denominado "perreras" que también implantó la camarada "revolucionaria" Erika Farías desde la alcaldía de Caracas, es decir, que ellos se sacrifiquen por nosotros montados en camionetas último modelo de marcas del imperio japonés o norteamericano, de esa manera sólo nuestros "líderes" se contaminarán con el aire acondicionado que generan esas creaciones del diablo.
Soy un madurista que apoya la disminución de producción de la empresa petrolera, porque eso demuestra que este gobierno está en contra del capitalismo y del neoliberalismo salvaje al ser el primer país productor de crudo que destruye tan devastadora industria que sólo contamina y destruye al planeta.
Soy un madurista que al escribir, sólo desea que en los próximos seis años Venezuela se convierta en un país cavernícola en donde no exista ninguna empresa, ni mal llamadas industrias, ni esas vacunas contra dizque enfermedades, ni esas semillas transgénicas, y menos esas formas de transporte terrestre, marítimo o aéreo que sólo contaminan el ambiente. Tenemos que ser el primer país que regresa a sus orígenes "naturales" y volvamos a vivir como antes de la colonización.
Soy un madurista que apoya a este gobierno porque ha sido "el mejor que ha tenido la historia de Venezuela", y su actual presidente nos promete seguir por el mismo camino. Por eso cuando escribo en Aporrea lo hago a favor del madurismo. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.