I
¡Arriba la múcura!
La múcura, con su pesada carga, está en el suelo. Ni con la ayuda de San Pedro se ha podido levantarla. Pesa demasiado. Dentro está el legado de Hugo Chávez, tembloroso, asustado, casi al borde del precipicio. Hemos visto que todos los intentos de levantar esa vasija de barro, han sido infructuosos. No se ha dado pie con bola. No por falta de ganas, sino por errores, por fallas, por omisiones, y por falta de fuerzas unidas, remando derecho, a un sólo ritmo, con coraje, con aliento y decisión. Con una dirección única, capaz de mantener el rumbo sin titubeos.
¿Qué hacer? ¿Dejamos que la múcura siga en el suelo, esperando que de un golpe la revienten? No, eso no. Sería echar por la borda las esperanzas de un pueblo, como sería también ofender la memoria de tantos venezolanos y venezolanas que han dado su vida por este proceso, comenzando por su creador: Hugo Chávez. ¡Vamos todos! Unamos nuestras fuerzas espirituales y revolucionarias y alcemos es múcura hasta el cielo, si es posible. Terminemos de llevar el mensaje a García.
Pero urge una sólida unión entre la dirección y la acción. No puede existir disparidades. Pues, por allí se cuela la hambrienta derecha nacional e internación. Con solo deseos, no vale. Vale la unión, la unidad férrea al alrededor de una dirección de altura. Por ejemplo, de ese congreso del PSUV anunciado con bombos y platillos debe emerger un partido nuevo, capaz de captar los cambios verdaderos que se requieren en esta encrucijada. Basta de verborrea, basta de arengas que se las lleva el viento. Urge un partido en sintonía con las penurias que vive el pueblo. Basta de migajas.
II
¡Abajo la traición!
Mientras la múcura suba, debe bajar la traición, solapada en los ataques internos y externos, aupados por los malos hijos e hijas de la Patria. Para ello se requise coraje para derrotar la corrupción galopante. Para erradicar la ineficiencia. Para bajarle dos al burocratismo. El pueblo chavista ha respondido con creces todo llamado a elecciones, para que deposite los votos para las victorias. Ahora falta que le respondan a ese pueblo, por demás arrecho y cazado con el legado de Chávez. Una dirigencia tiene que estar a la altura de las circunstancias, desprovista de un verbo cansón, vacío y sin fuerza. ¡Basta de nimiedades, de errores, de promesas no cumplidas, de ineficiencia! Por favor, devuelvan la confianza que el puedo ha depositado en los conductores de este proceso, con acciones que den resultado. Que permitan verle el queso a la tostada. Una revolución no es para destruir lo viejo y seguir cabalgado sobre sus escombros. Una revolución es para construir un país nuevo, poderoso, sólido y con el futuro dentro de la múcura, bien asegurado y atado por los tiempos de los tiempos.
Agregado:
¿Qué efecto tiene quejarnos de lo que pasa en la frontera con Colombia? Esa frontera es un desaguadero. Por allí se va, cada día, parte de nuestra riqueza. Se la llevan en nuestras propias narices. Y nuestras autoridades lo que hacen es denunciar y lamentares. ¡Carajo, cuando cierran esa frontera! Cuando ya no nos quede nada. ¡Se cansa uno!