Si existe algo positivo en las declaraciones que hace Diosdado Cabello sobre el ex – guerrillero y dirigente político colombiano, Gustavo Petro, es que en tales palabras confiesa que el madurismo, en plena sintonía con lo que hizo Chávez, ha sido en financiar grupos extranjeros con el fin de "exportar" la malograda "revolución".
En efecto, si en este país existiera la llamada independencia de poderes, la respuesta inmediata hubiese sido por parte del electo de manera irrita como representante principal del ministerio público, o sea, el fiscal Tarek William Saab, en virtud que si el presidente de la ilegal e ilegítima "constituyente" asegura que Petro recibió recursos del gobierno de Venezuela, eso simplemente sería una malversación de fondos de los recursos públicos para ser empleados en actividades exógenas de la política, es decir, injerencia en asuntos internos de otros países, y peor aún, financiar campañas electorales de candidatos a la presidencia de la República.
Diosdado Cabello es un individuo nefasto. Sin tener la mínima vergüenza asegura que el madurismo reparte los recursos de los venezolanos como si quienes controlan Miraflores tuvieran a Venezuela como su hacienda personal, cuyos menguados ingresos después tienen que ser dilapidados en un ejercicio de sodomía política, en donde los beneficiados estarían en la obligación de vender sus almas al diablo, pero si por alguna razón, tales acuerdos son incumplidos, pues al parecer existe una cláusula, en donde el dueño del infierno tendría la potestad de decir contra éstos cualquier barbaridad personal, que siendo verdad o mentira, sólo deja en evidencia que el madurismo financia grupos externos, porque esta no sería la primera acción de apoyo o financiamiento fuera de nuestras fronteras.
Por ello, cuando Gustavo Petro ante los infundados señalamientos que le hace Diosdado Cabello le responde: "La última vez que hablé con Chávez fue en el año 2006 para salvar de una guerra a Colombia y Venezuela y luego fui a su funeral. No me interesa el apoyo a Maduro porque no hay revolución en una rosca que se perpetúa solo para captar rentas petroleras. Eso no es una revolución"¹, no sólo Petro actúa conforme con su conciencia, sino que se distancia de quienes sólo han prostituido a la izquierda en América Latina, y se han convertido en los mejores aliados de las derechas y ultraderechas en la región, porque a cualquier candidato con esas inclinaciones ideológicas, le bastará mostrar el espejo del madurismo para asegurar cualquier victoria electoral en sus respectivos países.
Gustavo Petro con este distanciamiento marcado sobre el madurismo se erige como líder de la oposición colombiana. No obstante, aún debe condenar la violación de derechos humanos, así como la crisis que ha desatado el neototalitarismo en temas tan sensibles como la alimentación, la educación y la salud, sin obviar que Colombia es el principal país receptor de emigrantes venezolanos, aunque las crápulas del régimen madurista nieguen lo que está a la vista de todo el mundo.
Diosdado Cabello como mampuesto intentó eximir a Nicolás Maduro de recibir su condena por parte de Petro, al punto que el presidente de la "constituyente", no sólo quedó en ridículo, sino que ha dejado constancia de que el madurismo es un sistema de bazofia política en el cual, a sus congéneres "revolucionarios", poco les importa la vida de los venezolanos, y en ese espacio, hacen con los recursos públicos cualquier aberración. Verbigracia, el madurismo dispone de los recursos del pueblo como les da la gana, sin el mínimo contrapeso.
En síntesis, el madurismo quien nos habla de la validez del "petro" en el plano internacional, en ese contexto podemos decir: ¡Allí tienen su petro! Con el único detalle que ni al Petro le interesa la "revolución" madurista. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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