Desde este 10 de enero de 2019 comienza una fecha de clara violación constitucional que deriva en una flagrante usurpación presidencial. El hecho de que una "constituyente" ilegal e ilegítima no sólo haya adelantado un proceso electoral sino que además avaló en complicidad con una "contraloría" la inhabilitación de un conjunto de posibles candidatos, junto con una serie de dudosas sentencias emanadas de un "Tribunal Supremo de Justicia" (TSJ) que fue designado de manera anti-constitucional en los últimos días del período de una Asamblea Nacional que concluía su ejercicio en diciembre de 2015, aunado con una serie de restricciones en unas dudosas elecciones al voto de los venezolanos en el exterior, y cambios inconsultos e injustificados de los centros electorales de una cantidad importante de votantes, tejieron una serie de hechos que invalidaron por completo semejante proceso electoral que buscaba "elegir" un presidente de la República aquel 20 de mayo de 2018.
Asimismo, el hecho de que semejante evento "comicial" se haya llevado en tales condiciones, es decir, con esas condiciones de excesivo ventajismo electoral, mientras el país vive una profunda crisis política, económica y social, en la cual el empobrecimiento de la población ha llegado hasta niveles realmente alarmantes, con un salario mínimo que quedó pulverizado alrededor de los 4 dólares mensuales, en virtud de una hiperinflación que concluyó el 2018 con cifras anualizadas de siete cifras, y según diversos organismos multilaterales, así como expertos venezolanos en economía aseguran que este 2019 trepará hasta las ocho cifras anualizadas en el aumento de precios de productos, bienes y servicios, presagian que las miserables condiciones de vida que vamos a continuar viviendo los venezolanos, reforzadas con la aniquilación de los servicios públicos, la multiplicación de la criminalidad, y la impunidad de la corrupción de una perversa cúpula madurista, nos señalan que la usurpación presidencial no sólo viene dada por razones constitucionales, sino de incumplimiento en las funciones del ejercicio del poder Ejecutivo.
Igualmente, la usurpación presidencial está demostrada en un gobierno que regaló a Guyana el reclamo sobre el Esequibo, porque más allá de cualquier parafernalia discursiva, el madurismo abandonó los derechos que nos asisten como República, cuando decidió no acudir ante la demanda que fue introducida por la otra parte en conflicto ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ)¹, fundamentalmente para evadir o tratar de torcer la historia, en virtud de que en un proceso semejante, el imperio ruso al haber ejercido la presidencia del tribunal que nos despojó en 1899 de aproximadamente unos 159 mil kilómetros cuadrados que pasaron a engrosar las pertenencias geográficas en ese entonces de sus amigos ingleses, tendría que ser llamado como testigo referencial, y eso dejaría en evidencia ante el mundo que sus aliados políticos deberían justificar las razones históricas que llevaron a Rusia a fallar en contra de Venezuela en aquel polémico juicio.
Otro elemento que hace destacar la usurpación presidencial ha sido la quiebra de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) en manos del madurismo, al llevar la producción de crudo hasta niveles de las dos primeras décadas del siglo XX, o sea, disminuir en aproximadamente un 70% las exportaciones petroleras, por efecto de la destrucción de nuestra principal industria. Además, el madurismo en un intento desesperado por elevar esa producción que ellos mismos destruyeron, ha sumado otro elemento perverso a la usurpación del poder, al ceder a empresas fantasmas por montos irrisorios la explotación de pozos petroleros en el Lago de Maracaibo y parte de la faja petrolífera al sur del país, lo cual pudiera considerarse como una clara Traición a la Patria porque dichas entregas ni siquiera fueron consultadas al pueblo a través de legítimo referendo, y menos dadas a conocer previamente las condiciones que consorcios extranjeros de Francia y Estados Unidos piensan ejecutar en nuestro territorio sobre el principal producto de riqueza natural que poseemos como nación.
Otro punto que coloca a Nicolás Maduro en plena usurpación presidencial se origina en la devastación del sur del estado Bolívar, en especial sobre los espacios del parque nacional Canaima, territorio que se ha convertido en una especie de tierra de nadie, en donde todo tipo de grupos irregulares, principalmente de la guerrilla colombiana y paramilitarismo, junto con llamados garimpeiros se han adueñado por completo de esa zona geográfica.
De hecho, ha sido de tal magnitud la violación de derechos que ocurren en ese sector con masacres y contaminación ambiental al máximo nivel que hasta grupos indígenas de la zona, cuyo hábitat ha sido histórico desde sus orígenes de vida que los mismos condenaron en un comunicado oficial la permanencia de Maduro en la presidencia de la República, al punto que lo responsabilizaron de delitos de lesa humanidad y pidieron a instancias internacionales que sea enjuiciado en el Tribunal Internacional de La Haya², acción que fue respondida por el "mandatario" tildando palabras más, palabras menos, como delincuentes a nuestros grupos ancestrales, lo que equivale a decir, que para Maduro, hasta nuestros indígenas si no se subyugan a sus designios, aunque semejante voluntad implique la destrucción de nuestros recursos naturales y comunidades indígenas, éstas se convierten en sus enemigos, sin importar que sus declaraciones lleven implícitas temerarias acusaciones de señalarlos como criminales.
Tampoco podemos pasar por desapercibido que en los últimos días hemos visto extrañas muertes que se asemejan al inicio de una guerra civil. Muertes en accidentes de tránsito de "constituyentes" o funcionarios medios en donde fallecen sus hijos. Asesinatos de familiares directos de gobernadores y concejales – algunos de éstos bajo custodia de la policía política – hasta el hecho de que aparezcan militares con altos grados de mando con balazos que demuestran plenas ejecuciones³, aunado con deserciones en los distintos componentes de la Fuerza Armada, y por supuesto, la constante emigración de venezolanos que se acerca al 20% de la población, la mayoría de ellos en plena edad productiva, en especial la más joven, colocan a Venezuela en una situación como si viviéramos una confrontación bélica de las más sangrientas que conocemos se llevaron a cabo durante el siglo XX.
Todos los elementos descritos, hiperinflación, pobreza, miseria, destrucción de la economía, colapso de los servicios públicos – agua, electricidad, gas y transporte público-, aniquilación de la educación y salud. Ausencia del respeto por las normas constitucionales y jurídicas. Multiplicación de la criminalidad y corrupción. Quiebra de la industria petrolera. Éxodo de millones de connacionales. Pérdida del territorio nacional por omisión y negligencia diplomática. Rechazo internacional por la mayoría de las naciones del mundo, incluyendo los países de la región de América Latina, y la existencia de una "constituyente" que fue producto de la más aberrante violación constitucional, así como pronunciamientos en contra de Maduro por parte de quienes ejercieron altas posiciones de Estado en tiempos de Hugo Chávez, son elementos probatorios que demuestran la usurpación del poder presidencial que comienza a escribirse en la Historia de Venezuela a partir del 10 de enero de 2019.
Nicolás Maduro no podrá mantenerse en el poder. El hambre llevará al pueblo a un estado de máxima confrontación. En ese instante los usurpadores tendrán que decidir entre llevar al país a un baño de sangre o terminar huyendo por el desastre que han originado contra la patria de Bolívar.
El 10 de enero de 2019 comienza la usurpación presidencial de Nicolás Maduro y los "magistrados" encargados de "juramentarlo", quienes como responsables de la "justicia" no sólo cometen un fraude constitucional, sino que también sus nombres quedarán registrados en analogía como el Tribunal del Horror que se impuso en tiempos de Hitler. El madurismo no podrá escribir y menos imponerse ante un pueblo que ha sido masacrado en sus derechos humanos fundamentales. La usurpación presidencial será cobrada con el precio que siempre la historia libertaria de nuestra Venezuela ha escrito sobre quienes pretendieron ser sus verdugos. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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³ https://twitter.com/rociosanmiguel/status/1083093936095354886