El gobierno del presidente Maduro ha logrado ganar tiempo y eso es magnífico para el pueblo venezolano y latinoamericano.
Al estilo de un boxeador desesperado, el imperio estadounidense y sus títeres internos y externos (Duque, Piñera, Guaidó y compañía), lanzó golpes a diestra y siniestra sin conseguir mayores logros.
No lograron sus objetivos desestabilizadores y Maduro salió ileso y fortalecido de esta batalla. Igual que los sectores más conscientes del heroico pueblo venezolano.
Pero los enemigos no van a cejar en su intento golpista y el cerco diplomático mutó y desnudó el verdadero bloqueo financiero y la abierta guerra económica que venía de atrás.
La agresión armada –regular e irregular– está en pleno desarrollo y la van a acelerar.
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El gobierno ha podido resistir debido a la confluencia de 3 condiciones que se han entrelazado en esta coyuntura:
1. Lo más avanzado del pueblo venezolano apoya al gobierno para derrotar la intromisión gringa;
2. Las torpezas de la oposición golpista (interna y externa) espantan a los demócratas y patriotas; y,
3. Las grandes mayorías aguantan con paciencia, pero están a la espera de que se resuelvan problemas básicos para la existencia diaria.
Sin embargo, por lo que se observa, desde la distancia, el gobierno no ha podido –todavía– estabilizar la situación y pasar a la ofensiva en forma contundente.
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En diciembre de 2015 la oposición (en su conjunto, golpista y no golpista) obtuvo el respaldo de una buena parte de la población. Obtuvieron mayorías en la Asamblea Nacional.
Así, el gobierno perdió la iniciativa que había "heredado" de 14 años de gobierno de Chávez y fue puesto en modo de defensiva estratégica (in crescendo).
Pero, los dirigentes de la oposición no fueron capaces de leer con mirada democrática y civilista ese mandato y se impuso el afán golpista en sus filas. Los "neocons" se imponen con dólares.
Luego el gobierno obtuvo una pausa de algunos meses durante el pequeño interregno con la elección de la ANC, en donde pudo disfrutar de una corta y temporal ofensiva. No duró mucho.
Ahora ha logrado otro respiro. Por ello, se hace urgente reactivar la producción interna en las áreas estratégicas (petróleo, energía, comida, medicamentos, etc.). No se puede perder tiempo.
Ello sólo se puede hacer apoyándose en la gente para lo cual hay que derrotar la visión burocrática y el extremado "estatismo" (asistencialismo, paternalismo) que impide que surjan "desde abajo" un nuevo tipo de iniciativas populares que sirvan para derrotar al imperio y a las derechas golpistas.
El cerco político internacional y el bloqueo económico (que es la guerra declarada) solo puede ser superada con más democracia (popular) y una nueva política económica.