Hemos visto al engendro depredador que usurpa el poder en Bolivia, invocar a Dios y lucir como corderos mientras sus hordas armadas asesinan al pueblo plurinacional. También hemos podido sentir la lucha de ese pueblo que no descansara hasta retornar al estadio social de prosperidad que hoy en nombre Dios las minorías racistas le quieren arrebatar.
Una historia repetida, cuyos personajes malévolos con el pasar de los años han perfeccionado su arsenal de armas, pero no sus signos y símbolos de coloniaje, los cuales por su letalidad, mata la conciencia, envenena las almas y mueven la indigesta subjetividad perversa, contra sí y contra todo aquel que se atreva a oponerse desde la razón.
Así fue en el ayer hace 500 años, en el nombre de Dios, llegaron los conquistadores europeos y sometieron a los pobladores de estas tierras libres, autóctonas y legendarias.
Así sigue siendo hoy, en el nombre de Dios, el banquero somete a los pobres; el dueño de la fábrica explota a los trabajadores; el engreído dogmático impone a sangre y fuego lo que para él es una verdad pétrea le señala desde la oscuridad.
En el nombre de Dios, los supremacistas del norte imponen su voluntad sobre las grandes mayorías que le son contrarias.
En el nombre de Dios, los endemoniados golpistas; biblia en mano, dicen bendecir a sus patéticas aberraciones contra un pueblo que por origen lleva dentro la luz de la libertad. .
En el nombre de Dios, el "Dios del Mercado" en Bolivia se viola y mata a todo aquel que se le oponga a los auto proclamados, al fascismo y a la presidentita malévola que a pesar de sus evidentes rasgo antropomórficos originario de esas tierras, niega su estirpe, maldice su estampa y se una enajenación de su cultural para servil a la maleficencia imperial.
Por eso, desde mi posición agnóstica, pido respeto a Dios, el Dios de los pueblo, el de las mujeres y hombres libres, el justos, el Misericordioso, el que se mimetiza en la lucha y enfrentan a los enemigos de la vida, ese Dios que el hegemónico oculta en rituales eurocéntricos, ropajes imperiales, signos monárquicos y símbolos coloniales.
Pido respeto a todas creencias religiosas, y a la vez condeno a los asesinos, racistas y golpistas, que se erijan sobre la Fe del poder popular, para mentir y matar; dividir y engañar. Ya basta que el colonizador vilipendie a Dios y confunda esperanzas con dominación, resignación de los creyentes y segregación de quienes no le acepten.
Hoy la Ultra Derecha Boliviana, mata, desbasta y se reparte el botín, y como perros rabiosos, toma a dentadas los espacios plurinacionales, creen que con su violencia mataran al Aimara valiente, al criollo descolonizado, en fin, al revolucionario comprometido con la independencia.
Esta es la hora de los justo. Y por el Dios de sus ancestros y el de su Fe, es la hora de vindicar la paz, echar el impostor y retomar la senda de la democracia que las mayorías Bolivianas demandan.
…El usurpador teme, a un bravo pueblo que sabe de unidad, lucha, batalla y victoria. Mejor Ríndanse autoproclamados que esta rodeados…