El más reciente de los ridículos que acaba de hacer el madurismo ha sido protagonizado por Jorge Arreaza visitando la Corte Internacional de La Haya, para introducir ante el área penal de ese organismo, una denuncia que según los maduristas, culpabiliza al gobierno de Donald Trump de todos los males que afectan a Venezuela. Algo así como el ladrón que dice que roba porque tiene hambre, o el corrupto que desangra el presupuesto de la nación y justifica sus actos porque tiene una "familia" que mantener, o cuando el alcohólico o drogadicto dicen que están en ese mundo por factores ajenos a su voluntad, o el asesino que asegura que mató porque otros lo obligaron a tal acto.
En efecto, al ver que el "canciller" llega con máxima parafernalia hasta tal órgano internacional diciendo que el régimen madurista ha decidido demandar penalmente a Estados Unidos (1) por delitos de lesa humanidad, en virtud de que los venezolanos tenemos un "gobierno" que suponemos jamás se ha burlado de un pueblo, mientras se violan de manera permanente los derechos humanos, sin que éstas aberraciones sean por culpa del neototalitarismo sino de factores externos, pues estamos en presencia de hipócritas que solamente buscan seguir endosando sus responsabilidades ante el desastre en que han sumido a Venezuela.
¡Claro! Más irónico es escuchar a Maduro decir que espera que la Corte Penal Internacional (CPI) actúe en favor de los derechos de los venezolanos (2), porque suponemos que una vez ejecutada tal "sentencia" el pueblo podrá tener la certeza que los problemas como la hiperinflación, los bajos salarios, o la destrucción del sistema de salud van a desaparecer, y simplemente tendremos que esperar hasta que la CPI emita un "veredicto" en nuestro favor, y mientras eso ocurre, pues la nueva excusa será, palabras más, palabras menos: "estamos esperando la decisión de la CPI para salir de la crisis que nos azota por culpa del bloqueo económico y los lacayos del gobierno de Trump".
Ahora bien, si la CPI es el organismo internacional sobre el cual el madurismo busca un perdido reconocimiento internacional que no encuentra por ninguna parte, salvo por Rusia y Cuba - China esta en estado de suspensión política por el coronavirus -. Cómo es que esta misma institución es desconocida por los mismos individuos a través de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ante la demanda que ha introducido Guyana (2019) sobre la otrora zona de reclamación en relación con unos 159.500 kilómetros cuadrados, y que han colocado a ese país en vías de producir más de un millón de barriles diarios de petróleo en el próximo lustro, que son y serán explotados sobre la plataforma continental y el mar territorial de ese espacio geográfico.
Acaso es mentira que desde 2019 cuando la CIJ solicitó la presencia de Venezuela en su sede el régimen no sólo desconoció a La Haya sino que incluso se atrevió a decir sobre la misma: "Venezuela históricamente no ha aceptado, ni aceptará esa jurisdicción, y mucho menos ha otorgado su consentimiento, sobre una demanda infundada con la que Guyana pretende eludir la obligación de negociar amistosamente un arreglo práctico, aceptable y satisfactorio para ambas Partes" (3).
O sea, si el madurismo en el primer caso, es decir, con EE UU no encuentra negociar con Donald Trump, es válido para ellos demandarlo ante La Haya, la cual tendría todas las competencias internacionales para juzgar a los imperialistas, pero si en relación con Guyana las "negociaciones" no son como el madurismo exige, y el otro país decide demandarnos al no encontrar lo que ellos consideran un acuerdo satisfactorio, entonces esa corte "no tiene jurisdicción", máxime porque sería una especie de juicio "infundado". Verbigracia, semejante contradicción política coloca a Jorge Arreaza como el payaso y protagonista de una nueva película, cuyo dueño en su desesperación al ver que sus funciones se quedan sin audiencia, lanza una última función titulada: Las dos caras del Joker.
En síntesis, las dos caras del Joker que tiene Jorge Arreaza ante La Haya, son las mismas caras que nos presentan unos maduristas que exigen y exigen sacrificios a un pueblo, pero ellos siguen viviendo en sendas mansiones, teniendo a su disposición plantas eléctricas y tanques subterráneos de agua en tales viviendas, y lujosas camionetas que les permitan desplazarse con máximo placer, y hasta aviones del Estado que usan como si fueran de su propiedad para dar incluso la vuelta al mundo en 80 días.
Por ahora, cualquiera que sea un Joker madurista sigue mostrando sus dos caras y disfrutando de impunidad. Ya veremos que ocurrirá cuando se les caiga una de las máscaras y en vez de seguir siendo cualquiera de ellos un Joker con dos caras, comiencen a protagonizar junto con todos sus compañeros de tal película lo que sería la nueva versión de "parásitos". A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.