La socialización de los medios de producción, la supresión de producciones de mero lujo, la organización verdadera del trabajo, la armonización de la división del trabajo, el ahorro del inmenso, increíblemente inmenso derroche del mantenimiento de las actuales nacionalidades merced a la paz armada, el ahorro además del enorme gasto que lleva el mantener la propiedad privada del suelo y los medios de producción, todo esto, que es en el fondo la razón de ser socialismo, traerá consigo una transformación del medio social, para acomodarse al cual serán precisas las virtudes morales que brotan del espíritu de solidaridad y que van formándose al calor de la unión en la desgracia, en el espíritu del pueblo y el salariado.
Sin embargo, Estados Unidos, estaba haciendo precisamente, desligar ambos procesos: estaba realizando grandes esfuerzos para desregular los salarios y los precios y ampliar el ámbito de acción del mercado, pero, al mismo tiempo, estaba firmemente decido a oponerse a toda reivindicación de elecciones democráticas o de reconocimiento de los derechos humanos. Los manifestantes, por su parte, exigían democracia, pero muchos de ellos estaban en contra de las medidas gubernamentales de promoción del capitalismo sin restricciones, un detalle del que la prensa olvidó informar en la mayoría de sus noticias. La teoría económica de la Escuela de Chicago: Las libertades políticas son secundarias o, incluso, innecesarias en comparación con la libertad del comercio sin restricciones se ajusta perfectamente al proyecto de futuro.
—Aunque beben claramente de una larga historia de militancia, los movimientos contemporáneos de Nuestra América no son réplicas idénticas de sus predecesores. De todas las diferencias, la más sorprendente es la aguda consciencia de que es necesario protegerse de los shocks del pasado: los golpes, los terapeutas del shock extranjeros, los torturadores formados en Estados Unidos, así como también del shock de las deudas y de las devaluaciones. Los movimientos populares de Nuestra América, que han posibilitado la serie de victorias electorales de los candidatos del socialismo, están aprendiendo a construir amortiguadores para los shocks en los modelos de organización que proponen. Son, por ejemplo, mucho menos centralistas que en la década de 1970, lo que hace más difícil desmovilizar todo un movimiento eliminando a unos pocos líderes.
Los nuevos líderes de Nuestra América están también mejorando la preparación de sus países para el tipo de shocks que proceden de la volatilidad del mercado. Una de las fuerzas más desestabilizadoras de las últimas décadas ha sido la rapidez con la que el capital puede hacer las maletas y marcharse, o como un súbito descenso en el precio de los productos del campo puede devastar a todo el sector agrario. Pero es buena parte de Nuestra América estos shocks ya se han producido, dejando tras de sí barrios industriales desiertos y grandes franjas de tierras de cultivo abandonadas. Así pues, la labor de nuestros pueblos de la región consiste en tomar los detritos de la globalización y hacer que vuelvan a funcionar.
Cuando un país se enfrenta a un problema económico, esta mayor integración implica que no es necesario que recurra al FMI o al Tesoro de Estados Unidos para que paguen sus deudas. Es una suerte, porque la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos deja muy claro que, para Washington, la doctrina del shock sigue muy viva: "Sí se produce una crisis, la respuesta del FMI debe reforzar el hecho de que cada país es responsable de sus elecciones económicas", afirma el documento. "Un FMI con un nuevo enfoque reforzará las instituciones y la disciplina del mercado en lo relativo a las decisiones económicas." Este tipo de "disciplina de mercado" sólo puede aplicarse si los gobiernos van a Washington a pedir ayuda. El FMI sólo puede ayudar si se le pide ayuda, "pero cuando [un país] se queda sin dinero, no tiene muchos lugares a los que acudir".
Cualquier estrategia basada en la explotación de la ventana de oportunidad que surge a raíz de un shock traumático descansa en gran medida en el elemento sorpresa. Un estado de shock, por definición, es un momento en el que se procede una pausa entre acontecimientos que se están sucediendo a gran velocidad y la información existente acerca de ellos. Estados Unidos, los atentados del 11 de septiembre fueron al principio un acontecimiento en estado puro, realidad rabiosa, aun no procesada por la historia, la narrativa o cualquier cosa que pueda recortar la distancia entre realidad y entendimiento. Sin una historia, somos intensamente vulnerables frente a aquellos dispuestos a aprovecharse del caos para su propio beneficio; muchos de nosotros fuimos vulnerables después de aquel 11 de septiembre. Tan pronto como disponemos de una nueva historia, una nueva forma de entender la realidad, que nos ofrece una perspectiva acerca de esos brutales acontecimientos, recuperamos nuestro sentido de la orientación y el mundo vuelve a ser comprensible.
"El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por peores hombres".
Platón.
¡La Lucha sigue!