Una vez que se han despejado oficialmente las dudas sobre el triunfo de Luis Arce en Bolivia, y con ello el retorno del Movimiento al Socialismo (MAS), después que Evo Morales en una acción inicua de querer perpetuarse en el poder por seguir lineamientos similares al madurismo en Venezuela, terminaron con su renuncia en 2019, en el medio de violentas protestas, los resultados electorales de este 18-10-2020 en la llamada hija predilecta del Libertador, nos conducen sobre la base de muchas interrogantes, las cuales dependen en buena medida de que el recién electo gobernante establezca puentes de diálogo con todos los sectores de la sociedad, o por el contrario, se cierre bajo el contexto de una "izquierda" radical como la venezolana, y dichas acciones terminen en un escenario de confrontación política.
En efecto, resulta curioso ver a los maduristas celebrando el triunfo de Luis Arce, no como si fuera el triunfo de un boliviano, prácticamente desconocido para la mayoría de ellos, sino que ha sido común en redes, ver el cómo se escriben mensajes de apoyo a Evo Morales, cuando sobre éste expresidente pesan hasta medidas judiciales en caso de que regrese a ese país, lo cual evidencia que aquellos sectores que celebran el triunfo del MAS en Bolivia, no lo ven como una victoria del propio presidente, sino de su antecesor del mencionado partido político quien ahora está en el exilio.
Otro punto que llama la atención es que los maduristas e izquierdistas "apasionados" por emitir mensajes en redes, asumen el triunfo de Arce como una especie de venganza en contra de Luis Almagro, y la presidenta saliente Jeanine Añez, lo cual también evidencia que si esa orientación ´se llegara a generar en las acciones del presidente electo, quedará entonces claro que su visión estará fundamentada en dogmatismos y radicalismos que en nada contribuirán a mejorar las condiciones de vida de los bolivianos, sino por el contrario, no pasará mucho tiempo para ver en Bolivia escenarios muy parecidos con los suscitados en 2019, en una nación en la cual el factor militar y policial se ha convertido en determinante para la paz social y gobernabilidad.
Ahora bien, si Arce, comprendiendo que la praxis de la política no solamente puede estar vinculada con principios ideológicos sino que como economista, entiende y analiza que la estabilidad política es signo de estabilidad económica, máxime en tiempos de Covid-19, pues aquellos maduristas que hoy están jurando que el nuevo presidente boliviano será un aliado "incondicional" de Miraflores, ya pueden ir elaborando los mensajes de "loco", "traidor" o "vendido al imperio", que han endosado al presidente de Argentina, Alberto Fernández, o hasta al líder uruguayo, José "Pepe" Mujica, quien incluso ha llegado a considerar al gobierno de Nicolás Maduro como una "dictadura"¹.
La realidad está a la vista. Luis Arce no es Evo Morales. Y si bien el ahora presidente es un derivado del segundo en términos de consecuencias políticas, y haber sido su ministro de economía durante varios años entre 2006 y 2017, con un breve retorno en 2019, después de haber superado, y no precisamente en Cuba sino en Brasil, un cáncer de riñón², y saber que es una persona que tiene sus orígenes profesionales como funcionario de carrera desde finales de los 80 desde su incursión en el Banco Central de Bolivia, y otras instituciones estatales, es porque estamos en presencia de un hombre y político que cuando se trata de orientaciones que busquen el bienestar colectivo o individual, la ideología no resulta su mejor consejera.
El tiempo nos dará las indicaciones, sí Luis Arce, tendrá posiciones más cercanas con los presidentes Andrés Manuel López Obrador de México y Alberto Fernández de Argentina, o se convertirá en una ficha de confrontación en su país por manifestar apoyo incondicional al madurismo en Venezuela. Considero que quienes hoy están celebrando de manera hasta irreflexiva el triunfo de Luis Arce, muy pronto estarán despotricando del presidente de Bolivia.
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² https://www.aporrea.org/internacionales/n359702.html