Ya están activadas todas las cámaras de televisión del enorme aparataje mediático del mal llamado "sistemas de medios públicos" que a pesar de tal nombre, lo menos que responden son a las demandas y problemas sociales de la población, y en cuyo ridículo hemos visto el cómo se intenta hacer ver un espejismo de la realidad venezolana.
En la misma proporción, pero con mayor descontrol hemos visto en las redes virtuales, que curiosamente, pese al nombre, son las que en la mayoría de sus videos e imágenes el madurismo no puede manipularlas, y menos desmentirlas, quedando sólo el "argumento" del "fake news" para tratar de evadir la descarnada realidad que nos afecta como sociedad en sus diferentes niveles y estructuras.
Así tenemos, que mientras en las pantallas de Venezolana de Televisión (VTV) y Televisora del Sur (Telesur) pareciera que en Venezuela vivimos el "mar de la felicidad", son precisamente las redes las que nos muestran el hambre de un país, al punto que vimos el cómo un candidato al puesto de diputadillo en la próxima "asamblea nacional", cargaba en asquerosas y oxidadas carretillas, y sin mínimas normas de bioseguridad en tiempos de covid-19, unas cuantas mortadelas que estaban siendo entregadas a familias acosadas por la pobreza y que dejaban en evidencia dos tipos de miseria. La primera originada en mampuestos políticos que intentan hacer del hambre – generada desde Miraflores - una máxima revolucionaria y piensan que con repartir un mendrugo se convierten en una especie de próceres del siglo XXI. La segunda en la cual nadie puede negar en sano juicio la destrucción de las familias venezolanas, cuando el régimen madurista llevó el salario mínimo a la irrisoria cifra de menos de un dólar por mes, el más bajo del mundo.
De hecho, fue de tal magnitud el rechazo que tales imágenes de miseria desencadenaron en la sociedad, que Diosdado Cabello, - por cierto, también autor intelectual de una polémica frase asociada con el hambre – ordenó que no se realizaran más actividades de ese tipo durante la "campaña electoral", y envió al susodicho "candidato" a una suerte de "escuela de cuadros" para que se "formara políticamente", cuando la verdad es que la única escuela que los maduristas llevan por dentro está asociada con la simbiosis de catarofilia y prosopagnosia política como elementos indisolubles de lo que estamos investigando en una concepción patológica profunda que daremos a conocer en su momento, y no precisamente ante seudoinvestigadores.
Ante la realidad histórica y la realidad social de Venezuela, el 6 de diciembre también habrá dos realidades. La realidad madurista que llevará a sus alicaídos seguidores "hacer colas" en sus centros de votación con mayor control de sus huestes de maquinaria electoral, para que desde muy temprano a través de sus espacios de televisión intentar mostrar que habrá ¨"una alta participación", imágenes que serán mezcladas con las consignas de: "el pueblo ha salido a votar", "Venezuela dice no a las sanciones y el bloqueo", "es el fin de los diputados apátridas", entre otras. La otra realidad que será recurrente en la mayoría de centros electorales las veremos por redes: alta abstención, presencia de individuos oficialistas – ante ausencia de "puntos rojos" - controlando la asistencia de los pocos votantes, traslado de éstos en unidades del Estado, metrobuses y similares con disposición de gasolina inmediata para tales transportes.
¡Claro! Toda esa realidad se materializará al final de la tarde cuando las autoridades del "árbitro electoral" prorroguen la jornada por esa "entusiasta y masiva participación", buscando el madurismo "hasta debajo de las piedras" a aquellos de sus listas que no han ido a votar, tratando con ello de asegurar cuando menos entre 35% y 40% de participación; que en algo les "legitime" lo que ya está ilegitimado.
Los resultados de "hemos obtenido una gran victoria en el PSUV y junto con Maduro" serán elocuentes. Ellos en "alianza perfecta" y la seudooposición fragmentada en más de una decena de micropartidos anunciará que el madurismo ha ganado en la segunda versión de la "constituyente" los dos tercios de la "asamblea nacional".
El show mediático del 6 de diciembre no cambiará la realidad, al contrario la agravará, no sólo por la perpetua crisis política, económica y social que tenemos, sino porque el problema de fondo está en Miraflores, y tal vez por ello Nicolás Maduro diga que: "si la oposición gana el 6D me retiro"¹, algo que jamás se atrevió a mencionar en 2015 con una sólida oposición que estaba en una boleta electoral con la tarjeta de la Unidad, que por supuesto hace tiempo que fue "inhabilitada" por quien dice ser un organismo "imparcial" en procesos electorales.
"Si la oposición gana el 6D me retiro" es un llamado desesperado de Maduro para que vaya a votar el opositor indeciso y confundido tratando de aumentar la fracasada participación que habrá ese día, pero que en nada cambiará las cosas. Es un llamado en analogía que otros hacen al exigir votar a los hambrientos para que "no mueran de hambre". Sin duda, las promesas para este "evento electoral" han superado las realidades de aquella película de Hollywood llamada "mentiras verdaderas".
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