Los comunistas no existen, por ahora

Los prejuicios sociales, las definiciones a priori, las especulaciones, los ataques políticos, el conservadurismo de la actual clase gobernante, y las víctimas de la mediática proburguesa, aúnan esfuerzos consolidativos para identificar como *comunistas* a los afiliados a la lucha contra el régimen capitalista.

Efectivamente, despectivamente suele hablarse más de comunistas que de socialistas. Socialismo es una categoría de amplio y vago contenido. Conocemos a los socialdemócratas, pongamos por caso, quienes han luchado por mejorar las condiciones sociales del asalariado, aunque respetando incólumemente todo en aparataje burgués, la ganancia industrial, su metodología contractual y toda la superestructura administrativa; la de los modernos Poderes Públicos, ejércitos y policías varias dispuestas disciplinariamente a contrarrestar todo conato de alteración del presente modo de vida.

Desde luego, se ha concebido un potencial sistema social donde brille por su ausencia la *explotación del hombre por el hombre*, donde el trabajo individual no necesite supervisores ni agrupaciones sindicales, ni patronatos, ni un Estado vigilante de la armonía de clases sociales ya que estas obviamente habrían desaparecido. No habría contabilidad del PTB, de aportes individuales, ni ninguna de esos estadísticos ni parámetros que engañosamente tanto nutren la literatura burguesa siempre dando por sentado la inevitabilidad del sistema capitalista y colocando al patronato y Estado burgueses como los salvadores de los pobres, como creadores de riqueza y como empresarios, siendo que los verdaderos empresarios y creadores de riqueza son los trabajadores que incluyen en su seno hasta los propios epígonos y custodios de este aborrecible sistema precomunista.

Entonces, decimos que no existen líderes comunistas sino pregoneros de un mejor modo de vida fuera del escenario actualmente capitalista. Mal puede haber por ahora una definición de Comunismo si no lo conocemos, si no ha nacido, y mal podemos hablar de comunistas si por estos suponemos que serían los trabajadores de una forma de vida que aún no ha nacido. Se cae así el mito del líder comunista, la amenaza de un modo destructor de la actual propiedad privada. Son simples chantajes del panegírico escrito por el epinogato y nobelado burgueses, ejecutado y propagado por el cipayo burgués, por la literatura burguesa, apuntalada por su mediática esparcida por toda la faz de la Tierra, parlamentaria, escrita, televisiva y radioeléctrica.


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Manuel C. Martínez M.


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