Al intentar hacer un balance sobre logros socio-político e histórico
de la revolución bolivariana en este primer septenio del siglo XXI,
reconocemos de entrada que la dinámica social aunque aun no supera
los males estructurales devenidos de la lucha de clases, si apunta a
la liberación de las mayorías empobrecidas mediante la asunción
progresiva en estos de la conciencia revolucionaria.
Surge así el fenómeno de una masa en continua formación cuyos
objetivos se centran en dos vías, por un lado la superación del
estadio de pobreza extrema, expresada en la carencia total o parcial
de los bienes y servicios para la sostenibilidad de la vida, cosa que
para el gobierno revolucionario es una tarea continuada, y por el
otro, el estudio y aprendizaje de los contenidos teóricos prácticos
devenidos del pensamiento emancipador del socialismo científico, el
bolivarianismo y el cristianismo liberador, que les lleva a
reconocer en la dialéctica de lo cotidiano, los preceptos políticos
con los cuales razonar el espacio tiempo de vida desde la realidad
concreta de los hechos, mas allá de la agenda programática y
particular de algunos funcionarios público y sus prácticas de
exacerbación de su imagen desde los puesto de gobierno que
temporalmente ocupan.
En consecuencia, la realidad lleva a que el sujeto pueblo se reconozca
como actor de primera línea en la construcción de un modelo político
propuesto, y con la misma fuerza, ha devela el manto que oculta a los
orígenes del caos heredado de la cuarta república y el modelo de
liderazgo devenido de su perversión.
En ese sentido es importante destacar, que esta revolución comienza a
verse como en las calles y barrios esta surgiendo un liderazgo
colectivo que se reconoce a sí mismo como actor principal del
acontecer social y va dando forma a nuevos retos organizativos con los
cuales expresar sus contradicciones, toda vez que esta muriendo la
representatividad y esta emergiendo la participación.
En correspondencia al párrafo anterior, podemos aproximarnos a la
dialéctica de un pueblo que si bien demanda del Estado los elementos
reivindicativo, no por ello vende su posibilidad de llegar a altos
niveles de auto gobierno comunal, socialista y para todos por igual,
mas allá de las pretensiones egocéntricas de los auto determinados
líderes partidistas, caciques sin tribus, que pretenden emular las
detestables conductas de los viejos partidos de izquierda y derecha
del siglo pasado, apropiándose de la voluntad de las mayorías e
imponiéndole verdades prefabricadas siempre sospechosas de estar
cargadas de traición a la esperanza popular.
Cabe señalar que estos seudo líderes, por lo general se catapultan
desde la estructura burocrática del Estado, y para ello solazan su ego
insaciable de poder imitando a quienes dicen combatir, exponiendo sin
ninguna vergüenza su hedonismo exacerbando, los bienes materiales
alcanzados y su propensión a ser objeto de oficiosos adulantes que
como parásitos pululan a su alrededor.
Afortunadamente, el liderazgo no lo venden en el abasto, ni se obtiene
en los medios de comunicación y mucho menos se compra al amparo del
Estado revolucionario, pues el pueblo cada día sabe más, que aquí el
único liderazgo sustantivo y real es el de Chávez y que para éste,
en la revolución quien manda es el pueblo.
Ahora bien, ante la convocatoria a la formación PSUV o como quiera que
finalmente se llame, volvemos a toparnos con la arrogancia de un
maltrecho liderazgo que desde el poder del estado nacional, regional y
local, asalta con voracidad sobre los colectivos revolucionario, todo
con el fin de preservar su dominio sobre la voluntad popular y
continuar desviando cualquier posibilidad de avance hacia el
socialismo del siglo XXI. O lo que es lo mismo, el ejercicio pleno
del poder popular organizado para gobernar.
Nos queda un largo camino por recorrer, pues aun la senda de la
emancipación esta llena de los espinos secos pero punzantes y
envenenados de los vicios y los errores del pasado. Es ahora o nunca
que limpiaremos el camino con nuestro andar, abra ruido, se escucharan
las voces de los muertos vivientes que como zombis se aparecen en los
medios de comunicación privados, veremos desinflarse los arrogantes
ungidos del poder y su voracidad plutócrata, sentiremos el hedor a
azufre de los disfrazados de rojo, pero como diría Don Quijote: "dejad
que los perros ladren, eso quiere decir que estamos vivos". Patria,
socialismo o muerte.
angeltortolero@gmail.com