En Río Quemado Rindió le rinde tributo a su padre Jorge Rodríguez y expresó en su poemas atravesando las páginas del libro, donde permitió que se abrieran canales quemados. “A pesar de ser doloroso, es algo bueno», dijo Jorge Hijo "recordando su infancia". Leyó varios poemas de su libro y señaló que cada evento es un intercambio de voces, “la voz de una madre que no comprende la muerte de su hijo y la voz de ese hijo que clama por el terror que se le pone delante de la vida» El universo poético del autor. Versos breves e incandescentes, declinados en segunda persona para tejer un diálogo con presencias amadas y perdidas en la estela de la memoria: el padre, en primer lugar, muerto bajo tortura durante la IV República, que interroga a los sobrevivientes y los invita a emerger de la hecatombe de fuego y polvo, para avanzar entre las ruinas.
La importancia de la figura paterna la anuncia, en exergo al libro, una frase de Ramón Palomares extraída de Elegía a la muerte de mi padre, que dice: “Ábrele por última vez los ojos/ Y huélelo y tócalo por última vez:/Como se toca la flor para la amada, tócalo;/ Como se miran los extraños mundos de un crepúsculo, míralo;/ Como se huelen las casas habitadas un tiempo, huélelo//.
De extraños mundos y de crepúsculos que traspasan la pantalla del olvido, trata también la poesía de Jorge, magistralmente introducida por el comentario del poeta y crítico Leonardo Ruiz Tirado, coordinador nacional de la escuela de poesía Juan Calzadilla, acompañado del poeta Luis Alberto Crespo, y del ministro para la Comunicación, Freddy Ñañez, que es también poeta.
En esta obra de Jorge Rodríguez Gómez – señala pertinentemente la reseña editorial -, el poeta alcanza una emotiva voz lírica .«Que hacen de Río Quemado, fragmentariamente, un lugar de memoria semejante a Comala o a Macondo».