La historia política fue, por mucho tiempo, el rostro dominante de la historia científica. Desde la revolución historiográfica de fines del siglo XIX, protagonizada en el ámbito académico alemán por historiadores como Von Ranke, la historia tuvo como tarea "exponer cómo ocurrieron, en realidad, las cosas". Como manifiesta Burke , los historiadores iban apartándose no sólo de la teoría social sino de la historia social. El alejamiento de lo social puede explicarse de varias maneras: en primer lugar, fue en ese período cuando los gobiernos europeos empezaron a ver la historia como un medio para impulsar la unidad nacional, como medio de educación de la ciudadanía o como un medio de propaganda política. Se impuso una visión instrumental de la historia, visión largamente conocida desde los comienzos de esta disciplina. Una segunda explicación del predominio de la historia política es intelectual. La revolución historiográfica, asociada con Ranke, fue una revolución de las fuentes y los métodos, una profesionalización de la disciplina, una respuesta a las exigencias de cientificidad planteadas desde el modelo de las ciencias naturales. Desde esta perspectiva, los hechos históricos parecían reducirse a los hechos políticos; la historia social, basada en las costumbres de los pueblos, las motivaciones y percepciones de los individuos, tendrá que esperar otras revoluciones historiográficas. Paralelamente a la consolidación de la historia política, desde una disciplina nueva,. Marta Philp
El retorno de lo político y de la historia política no significa regresar al modelo propuesto por la "historia historizante"; los desafíos son muchos, la historia política tiene que fortalecerse en un contexto de crisis de los modelos globales de análisis tales como el estructuralismo y el marxismo; sin embargo, dicha crisis es a la vez la condición de posibilidad de una nueva historia política que reivindique su autonomía como objeto de estudio, que reclame un espacio propio a partir de la revisión de los "viejos" modelos (estructuralismo y marxismo) y de una mirada crítica y atenta frente a la "novedad" de las propuestas teóricas actuales. La crisis de los modelos globales dejó al descubierto a los individuos cuya imagen se desdibujó tras una rígida concepción de clase o de estructura social. La historia política, al igual que las demás historias, tiene la tarea de redefinir su objeto de estudio y dicha redefinición exige la búsqueda de nuevas fuentes documentales que complementen a las fuentes escritas de la historia tradicional. Desde esta perspectiva, las fuentes orales se convierten en un aporte central para reconstruir las percepciones de los individuos acerca de los diferentes procesos de la historia política, una historia política que, para su consolidación, necesita de los aportes de las demás ciencias sociales. La entrevista, uno de los instrumentos para construir fuentes orales, no debe constituirse en un fin en sí mismo sino en un medio para escribir, en función de nuestra opción, una historia política más compleja, que se funde, como expresa Joutard, en "una triple confrontación: confrontación con la documentación escrita, confrontación con otros testimonios, confrontación con las diversas fases del discurso del testigo". Mucho se ha escrito sobre la debilidad de las fuentes orales, sobre los peligros de sus usos para la objetividad de la historia; como plantea Gwyn Prins, para quienes sostienen este punto de vista, la información oral representa la segunda o tercera opción, su papel se limita a facilitar historias de segunda categoría sobre comunidades con pobres fuentes de información. Sin embargo, frente a esta perspectiva, otros historiadores, como Jan Vansina, expresan que la relación entre las fuentes escritas y las orales no es "semejante a la de la diva y su suplente en la ópera: cuando la estrella no puede cantar se le concede una oportunidad a ésta, cuando la escritura no existe, se acude a la tradición. Esto es una concepción errónea. "la fuerza de la historia oral es la de cualquier historia que tenga una seriedad metodológica. Esta fuerza procede de la diversidad de las fuentes consultadas y de la inteligencia con que se han utilizado.. ¿Qué espacio ocupa la historia política en los nuevos mapas de la disciplina? En el contexto de una obra colectiva que "tiene la ambición de clarificar la historia por hacer" , Julliard se pregunta si el retorno de lo político no es la consecuencia de un incremento de su papel en las sociedades modernas y manifiesta que "la cuestión no estriba ya en saber si la historia política puede ser inteligible sino más bien saber si en adelante puede existir una inteligibilidad en historia .
Como Nicolás Maduro sustituyó al político latinoamericano más carismático del siglo XXI. Durante su gobierno se gestó producto del bloqueo y la guerra económica, la peor crisis económica de la historia reciente de Venezuela. Y a pesar de todo, sobrevive, en esta nueva historia política Venezolana.
Con una gran parte de la oposición llamando a la abstención porque no confiaba en el proceso, Maduro fue reelegido el domingo 20 de mayo de 2018, que calificó como un triunfo contra las "agresiones del imperialismo".
El apoyo del núcleo duro del chavismo, que lleva casi 20 años en el poder, fue finalmente suficiente para el triunfo a pesar del descontento y de las protestas que ha enfrentado.
Seis millones de personas lo apoyaron para que resuelva los problemas de hiperinflación, escasez de alimentos y medicinas, inseguridad, corrupción…Pese a la crisis, pese a los problemas, Nicolás Maduro tiene varios millones de personas dispuestas a reelegirlo de nuevo como presidente de Venezuela.
Aunque tiene un alto porcentaje de rechazo, hay un núcleo duro del voto de unos 4-5 millones que se mantiene leal al líder del chavismo en el poder.
Sus simpatizantes aún confían en el dirigente por convicciones políticas, por experiencias personales, por no encontrar una alternativa mejor o por fidelidad a Hugo Chávez.
Y eso hace favorito a Maduro en esta nueva elecciones del 2025.