Nicolás Maduro, un candidato cínico

El candidato Nicolás Maduro se mueve con soltura; va por el país señalando lo que está mal aquí y allá. Denuncia burocratismo y corrupción. Por donde pasa hay obras de construcción inconclusas; emplaza a Ministros y Alcaldes; grita y gesticula. Al candidato Nicolás Maduro no le gusta la gestión del presidente Nicolás Maduro, sin embargo, pide su reelección.

Pareciera que hay otro Gobierno que entrega una gestión catastrófica y que el candidato Nicolás Maduro se ofrece desinteresadamente a resolverla porque no tiene nada que ver con ese desastre.

Ésta es la conducta cínica ha marcado la campaña electoral del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Su más reciente episodio fue la creación de un ministerio «para el adulto mayor» cuando la realidad es que las pensiones han sido liquidadas y los fondos de pensiones saqueados.

¿Quiénes son los responsables del desfalco a la nación, particularmente a la industria petrolera? ¿Fueron los gringos? Pero, ¿acaso no es la cúpula del PSUV la que dirige Petróleos de Venezuela (Pdvsa)?

Otro componente de esta campaña de demagogia es el uso de dinero púbico para embaucar a una población empobrecida por su criminal plan de ajuste antipopular. De existir independencia de poderes, la Contraloría General de la República debiera intervenir en este escandaloso caso de peculado de uso.

Ante el desmontaje de derechos constitucionales, el Gobierno Nacional se presenta a las elecciones repartiendo dádivas. Con esta estrategia de asignación de recursos focalizados, el PSUV pretende revertir el rechazo generalizado en la población. Un paradigma de esta política es el reemplazo del salario por bonos sin ninguna incidencia en prestaciones sociales, vacaciones o aguinaldos.

Una campaña de circo sin pan

Se suele usar la trillada frase «pan y circo» cuando se avecinan eventos electorales, pero lo cierto es que esto no le hace justicia a la campaña del PSUV, pues ya descartó el pan. El circo gubernamental tiene para todos los gustos y recientemente ha convertido las «motopiruetas» en deporte nacional. Con esto se trata de atraer a los más jóvenes, pero es precisamente la fuerza de trabajo juvenil la que ha tenido que marcharse masivamente del país por la destrucción de las condiciones de vida de las familias trabajadoras.

La estrategia electoral del partido de Gobierno la completan las amenazas de rigor: Jorge Rodríguez, uno de los «estrategas», ha advertido que si Maduro pierde las elecciones, desaparecerá la educación y la salud públicas en Venezuela. ¿Ignorancia o desvergüenza? Sólo basta visitar un centro ambulatorio ─al que los pacientes deben llevar por su cuenta hasta el algodón─ o una escuela ─donde los niños reciben clases a lo sumo tres veces por semana─ para saber que ya no hay educación ni salud públicas en el país.

Soberanía hipotecada

El candidato Nicolás Maduro se presenta como un baluarte de la soberanía y despotrica contra los «apellidos de la oligarquía», pero el presidente Nicolás Maduro mantiene una política favorable al capital trasnacional y ha entregado al Gobierno de Estados Unidos la administración de facto de la industria petrolera.

El macabro mecanismo de las licencias a las empresas petroleras se ha convertido en el gran negocio para la cúpula corrupta pues comercializan con total opacidad y sin rendición de cuentas alguna al país. Lo mismo ocurre en el Arco Minero del Orinoco, donde se está ejecutando un despojo sin precedentes para la extracción de oro y otros minerales sin los controles necesarios.

Todo esto ocurre en nombre de un supuesto «socialismo» que ahora es aderezado con fanatismo religioso y avalado en cónclaves empresariales, porque no todo el mundo rechaza Nicolás Maduro: las cúpulas empresariales ─que ya no tienen que molestarse en pagar un salario para vivir con dignidad─ sonríen y aplauden a su candidato.



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