Cuando escuchamos a la gente en las busetas, en los por puestos, en los “yip” de las rutas trónchales, cuando dialogamos con los taxistas, los hermanos de los barrios, los del trabajo, aceptamos que existen otros Chávez: los que hacen falta en la administración pública, para que el Presidente sienta que sus órdenes son ejecutadas al pie de la letra. Hacen falta esos Chávez en las alcaldías, en los hospitales, en las jefaturas, en todos los entes nacionales y hasta en la AN.
No nos cabe la menor duda. El Presidente es un hombre que le ha echado un carro de leña a los nobles propósito de llevar a la patria, por el camino del progreso, donde no existan superiores ni inferiores. Ha sido un gran ejemplo de sencillez, condición humana, carisma y simpatía. Eso no lo soportan los perendengues del capitalismo, porque para ello, dinero, crónica social y pantallerismo en la máxima felicidad. En el sifrinismo tienen su base, para demostrar que no son más que exaltadores de mediocridades. El Presidente se ha encontrado con muchas trabas. La oligarquía criolla, quien en sus macabras ruindades infectó la mente a mucha gente de la clase popular, para utilizarlos contra quien a ellos se les opusiera, los mantiene aún con ella. Son minoría que en la clase media, en el bloque, en el superbloque y hasta en el cerro, profesan un gran odio por el Comandante, mientras se nutren de todas las cosas que el proceso revolucionario ha creado para todos. En la diversidad está la clave de la vida. Existen pobres de alma, de espíritu y de amor por la justicia y la verdad. Los carcome una perversa ruindad, que les abre la boca, para que por ella salga un terrible fanatismo de histerismo sumiso.
Pero los Chávez de los cuales les escribo, son gente con la mismas facciones de luchadores. Hombres y mujeres de a pie, que se mantienen sobre la fuerte escalera a la cima del barrio, pero que no se doblegan en su altivez de un mundo mejor. No es ese mundo que le presenta la televisión del auto lujoso, de la quinta, de la ropa suntuosa. Es un mundo donde el equilibrio se mantenga firme y la balanza no se incline hacia un lado. El capitalismo incita a los jóvenes. Los viste de publicidad, chaquetas con los nombres de los productos por los cuales los conductores de la Fórmula 1 cobran millones de dólares, mientras el pobre joven del barrio, apurado por la “cultura de la nota publicitaria”, se convierte en un pendón humano, que lleva y trae por todas partes gratuitamente las mismas marcas en su vestimenta, que además le cuesta carísima. El SENIAT DEBE TOMAR NOTA DE ESTO.
Existen otros Chávez en todo el país. Hombres y mujeres que no anhelan una Hummer, que no necesitan guardaespaldas, que no buscan colocar a sus familiares en todos los ángulos de los ministerios, como que si eso les perteneciera. Los Chávez de los cuales les escribo no quieren pasar del sencillo apartamento a la suntuosa mansión. No viven soñando con tarjetas de crédito, con viajes al exterior, con poder para humillar y ver de reojo a los demás.
El Presidente puede estar seguro que éstos andan por ahí, apoyándolo, sintiendo con él, tratando de ser vistos, para ingresar al sueño de la Revolución. No está solo el Presidente. No puede estarlo, porque en su humanismo ha arrastrado a mucha gente del pueblo. Pero el Presidente siente que en su corazón, el tiempo pasa y que estos hombres y mujeres llegarán con los días al noble proyecto de una patria mejor.
Sí existen. Los veo en mi distancia. Son sensibles, humanos, amorosos, están llenos de vitalidad. No practican la mentira, por lo tanto son francos. Son copias del Presidente. Una de sus tareas por hoy, es divulgar la obra del Estado. Difundir los hechos. Darle cabida a la verdad lo más exacto posible. Los Chávez, los otros, los que no callan, los que desean gritar que aún las leyes no son puestas al servicio del pueblo, son visibles. Llegará el momento y el Presidente tiene optimismo. Sabe que millones de gente con sus mismas cualidades humanas, brotan de la patria, como raíces que buscan el sol maravilloso, que le de calidez.
Hay otros Chávez Frías. Son los que llamó Evita Los Descamisados, de los cuales escribió Violeta Parra, como “los de abajo”. Alí Primera los colocó de protagonistas en sus canciones y los troveros cubanos Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, los grafican en sus obras musicales, además de Víctor Jara, Atahualpa y otros que saben donde se bate el cobre de la sencillez y el amor. Esos Chávez Frías irrumpirán el día menos pensado, para en unión del Líder, dar el vuelo necesario a una Revolución que sufre de indiferencia, por los que hasta ahora, no todos, acompañan el humanista Hugo Chávez. Las cosas buenas se hacen esperar. Por eso cree esta frase: “Cuando el sol de los siglos en la mañana esté alumbrando con otra maravillosa particularidad, tú estarás ahí, como un halo de luz, sereno e inmortal, Presidente”
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