Algún día habrá que hacerlo, atreverse. Hasta ahora se ha sido cauto con los EE. UU., justificando la inacción con el argumento de la paz, la amplitud y la vocación de diálogo. A veces se da la impresión de temer, de ser un país timorato, lo que no va con Venezuela, gentilicio que derrotó en buena lid al imperio español y regó la independencia por el continente. A veces se da la impresión de que Venezuela tiene cuidos de no hacer cosas que molesten a los gringos, siempre como dejando la puerta abierta para el retorno y la reconciliación, el restablecimiento de relaciones. ¡Joder!
Mientras tanto ellos actúan a sus anchas y diseñan la política, preparan la pastilla a tomar y el vaso con agua. Así ocurrió con Juan Guaidó, el autoproclamado pero protegido por el imperio: anduvo como rey en Venezuela porque lo reconocieron como presidente de la patria de Bolívar desde Washington y advirtieron que no se le detuviera. Y lo lanzaron como un misil contra Venezuela, lo cual fue un ataque, no respondido, perdido en las neblinas de la impunidad.
Después vino lo de las transnacionales petroleras, que al parecer se meten como quieren en los bloques minerales y logran concesiones, no obstante los abiertos ataques y sanciones de su país origen contra Venezuela. ExxonMóbil, Chevron: nunca dejará de sorprender el hecho de que, procediendo de un país enemigo (¿son los EE. UU. amigos de Venezuela?), comportándose como empresas enemigas (por ahí andan conspirando y robándose el petróleo desde Guyana), siempre están libando petróleo para Gringolandia.
Y ahora caminan por ahí María Corina Machado y Edmundo González, los nuevos muñecos democráticos de los EE. UU. para América Latina, alzaditos ellos, con un letrero pegado a sus espaldas que dice: “Made in USA”. No me toques, carajo. Los del norte amenazaron con consecuencias “inimaginables” si la justicia venezolana los arrestaba. ¡Mosca, pues! ¡EE. UU., el omnímodo país con un piso jurídico que aplasta las baldosas legales de Venezuela! El viejito no está aún reconocido como presidente desde allá, pero, cuidado, es, por los momentos, su pieza de cálculo.
Hay países que se han atrevido. Irán vengó un ataque que le hicieran los EE. UU.: le bombardeó en Irak a una pila de sus soldados, y los gringos no tuvieron cojones para seguir replicando. Ni hablar de Corea del Norte, que les replica cada pulgada de ofensa y hasta les insinúa a cada rato un bombardeo nuclear. Turquía le habla de tu a tu a los gringos.
Algún día habrá que atreverse, cual se corresponde con un país de historial heroico como Venezuela. Decir “¡No!” a los gringos y afrontar el destino de la lucha y la independencia, en espíritu bolivariano. Venezuela con su legislación propia, proceder propio, cuidando sus intereses, sin estar pendientes si al gringo le gustó o no. ¡Que no tema un ciudadano de esos de a pata que le puedan meter más años de cárcel que a un chivito de esos protegidos por estar tumbando las mismas estatuas! Bonita sería la construcción de un presidio con un cuarto para Edmundo y el otro para María Corina. Algún día.