He leído con mucho interés el artículo “Capas medias y revolución” de la Sra. Margarita López Maya”. Confieso que al concluir la lectura me sentí profundamente defraudado en mis expectactivas iniciales. Lo que pude encontrar en el citado texto poco se diferencia de lo que ya había leído u oído de representantes tradicionales de la “izquierda” neoliberal, para quienes el gran responsable de la división de la sociedad venezolana en bandos antagónicos es Chávez. Antes todo era harmonía.
Tan grande ha sido mi decepción que he decidido escribir una respuesta inmediata sin siquiera ponerme a recoger datos científicamente demostrables para justificar mi posicionamiento. Con eso no quiero decir que no existen tales datos, sino que tan solo no quise esperar hasta que los tuviera en manos para citarlos a cada momento. He decidido proceder así por cuestión de tiempo y en razón de que la Sra. López Maya tampoco se preocupó con eso para justificar sus opiniones.
En cuanto a las capas medias, la Sra. López Maya olvida que, en razón de su posición intermediaria y su instabilidad, hace mucho que sirven como masa de maniobra de los sectores oligárquicos en sus enfrentamientos contra aquellos que se encuentran en el piso de abajo de la sociedad. Sabemos que tanto el fascismo como el nazismo hicieron uso de estos sectores medios como tropas de choque antiobreras durante el proceso de su consolidación en el poder.
En nuestra América, vimos como fueron grupos de las capas medias los que constituyeron el respaldo de masas necesario para el debilitamiento y posterior derrumbe de gobiernos con importantes comprometimientos con los sectores populares, como ocurrió en el caso de João Goulart, en Brasil, y de Salvador Allende, en Chile, entre otros. ¿Quién no se acuerda de las manifestaciones de las señoras de clase media, con sus cacerolas, en contra del gobierno de la Unidad Popular en Chile? Los ejemplos de la manipulación de las capas medias por la derecha oligárquica son lo que de más abundante hay. Claro, sería bueno que, en lugar de aliarse a los opresores, estos grupos sociales se unieran al pueblo humilde para construir una sociedad más justa para todos. Lamentablemente, la cosa no ha sido fácil en ningún lugar del mundo. Y tampoco en Venezuela. No por culpa de Chávez, debemos añadir, sino por las características que marcan a gran parte de las llamadas capas medias.
Aunque estén muy alejados de las condiciones y estatus de las oligarquías, estos grupos sociales son muy vulnerables a la propaganda oligárquica, la cual busca amedrentarlos al sumo con la perspectiva de que vengan a perder lo poco que han acumulado hasta ahora: "le van a quitar su coche, le van a quitar su departamento, le van a quitar su hijo", y otras tantas cosas que cualquier persona en uso normal de sus facultades mentales sabe que es tontería, pero que surten efecto en parte importante de las capas medias.
Además, por su propia condición intermediaria, estos grupos tienden a desarrollar fuertes prejuicios en relación con los sectores más humildes. Muchos se rehusan a aceptar que los de abajo se les acerquen en la escala social, aun cuando ellos mismos no hayan perdido nada en el proceso de transformación social en curso, sino que, por lo contario, hayan visto mejorar sus condiciones socioeconómicas. Este ha sido el comportamiento de gran parte de las capas medias de Venezuela bajo el gobierno de Chávez, que tiene un fuerte discurso a favor de los sectores populares, así como también viene ocurriendo en Brasil en relación con el gobierno de Lula, el cual es mucho más “light”, tanto en su discurso como en su práctica, y para nada podría ser clasificado como un gobierno que excluye a las capas medias por medio de sus discursos.
En realidad, los adversarios de Chávez lo condenan justamente por lo que él ha hecho de más acertado: haber ganado la confianza de las mayorías populares y hacer que su gobierno esté profundamente identificado con ellas, no solo de palabra sino que con sus medidas concretas. Si no fuera por eso, Chávez ya hubiera sido derrotado hace mucho o, en la mejor de las hipótesis, tendría que estar empujando su gobierno con la panza, al sabor de las alianzas que sería forzado a hacer con los sectores oligárquicos, como lamentablemente lo tiene que hacer Lula, en Brasil.
Me parece que la lucha por conquistar a las capas medias no está en dejar de identificarse claramente con los sectores populares humildes, sino con llevar con ahínco la lucha para hacer que estas capas medias entiendan que sus perspectivas de futuro, tanto económicas, sociales y políticas, son mucho más positivas en una alianza con el pueblo trabajador que con las oligarquías. Con la inclusión de las mayorías populares en las preocupaciones prioritarias del Estado, se abren también para las capas medias enormes posibilidades de mejoras económicas y sociales, visto que son ellas las que están en condiciones de ofrecer los servicios en todos los niveles que se hacen necesarios para atender a estas mayorías.
La batalla es ideológica y para llevarla adelante es importante contar con todos aquellos que, aunque socialmente formen parte de estas mismas capas medias, estén identificados con los intereses mayores de todo el pueblo.
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