Son interminables las vueltas que aún sigue dando la literatura
antimarxista, las más de la veces por causa de una absoluta incomprensión de
las teorías de Karl Marx, y otras por un panegirismo bien pagado que corre a
cargo de los sempiternos copiadores de las variadas teorías económicas,
algunas clásicas y otras de presunta innovación científica. Una de esas
vueltas es la que suele identificar la Economía como *ciencia de la
escasez*.
Para esas teorías tenemos dos principales tipos de intérpretes: El mediocre
o lector ansioso de cultura general, a quien poco interesa ir al fondo de
las leyes descubiertas por Marx, y aquellos a quienes les está vedado el
análisis científico por cuanto de científicos no tienen nada, y muchísimo
menos de filósofos (no son científicos de la Historia, como ciencia creada
por Karl Marx, pues antes sólo hubo descripciones geocronológicas de
personalidades varias).
Entre los segundos antimarxistas se hallan los lectores sumariales,
consultores de refritos tomados de copias de cuarto o más grados, a
quienes les ha bastado una versión de tercera de la obra El Capital, por
ejemplo, para, luego de hacer las más ridículas y subjetivas
interpretaciones personales, dar por enterrado o equivocado semejante
edificio conceptual, una obra, como El Capital, que no pasa un segundo de
estos tiempos modernos sin ser consultada en varias bibliotecas del mundo,
no pasa un segundo de ningún día sobre la Tierra sin que se eche manos al
vocabulario de sus temas. A estos lectores les ha bastado tener cierta
figuración política para criticar la *Crítica de la Economía Política*, que
es el subtítulo explicativo de *El Capital*, en un ridículo intento por
desvirtuar semejantes temas sin darse cuenta que con ello se convierten en
sencillos criticones. Estos panegiristas harían un mejor papel si
paralelamente se limitaran a exponer sus propias críticas al capital, al
sistema burgués, sin pasar por sus fallidos intentos de desmontar la propia
crítica de Marx.
La Ciencia de la Escasez tiene su base en la sutil e ingeniosa
identificación de la tradicional Demanda, subyacente en toda sociedad tanto
de medios de producción como de bienes de consumo final, con escasez de
bienes. Con esta reconceptualización de la Demanda se persigue, más que ir
a las causas de la escasez, la institucionalización del desequilibro
económico entre la Oferta y la Demanda, en lugar de un desequilibrio entre
la Producción y el Consumo, un desequilibrio parcial que recoge y se remonta
al origen mismo de la actividad económica. De perogrullo, cuando hay estos
desequilibrios de mercado la misión inmediata es la búsqueda de soluciones
para restablecer la igualdad Oferta-demanda, y con ello aliviar o retornar a
la paz social, aunque más adelante reaparezca el desequilibrio mientras
subsista el inevitable desequilibrio en producción y Consumo, y así ad
infinítum, tal como viene haciéndolo la literatura burguesa en su
inagotable lucha contra el cambio social, contra el reemplazo de este
perverso sistema económico, en lugar, repetimos, de ir a las causas o leyes
explicativas y gobernantes de semejantes desequilibrios. De esa manera
reducen la ciencia de la Economía Política a Ciencia de la Escasez, la
ciencia de las leyes economicosociales, a ciencia del Mercado.
Uno de los ejemplos más esclarecedores de la equiparación entre Demanda y
Escasez lo conseguimos al observar la migración de capitales ora hacia
otras ramas, ora hacia otros países. Ocurre que tan pronto bajan las
puntuales tasas de ganancias, y mucho antes de que una determinada demanda
sea satisfecha plenamente, el inversor adapta su plan de trabajo, detiene su
concentración de capital y busca nuevos mercados para otro tipo de
mercancía. Si esta es nueva provoca deducciones en la previa demanda de las
mercancías conocidas o agotamientos de los ahorros de muchos consumidores
que van viendo aumentado su menú de necesidades diarias con esas
innovaciones de consumo. Esto se traduce en nuevas bajas de ganancias y
nuevas migraciones porque la escasez pasa a ser, dentro del sistema
capitalista, la única forma de evitar la caída de precios y mantener
o incrementar la ganancia sin aumento de la producción, sin haber satisfecho
las necesidades primarias de ninguna de las múltiples mercancías
preexistentes.
De resultas, la escasez luce como el gran secreto de la riqueza, el gran
motivo de las investigaciones económicas. Una manera expedita de reducir al
mercado la problemática de la producción, la problemática del malestar
social, un malestar identificado primeramente con reducciones o escasez de
mercancías, pero que realmente responde a bajas de ganancias que es la
principal escasez que confronta la sociedad capitalista, y que sirve de
base a la Ciencia de la Escasez.
osmarcastillo@cantv.net