El origen del marxismo-leninismo, la izquierda descafeinada y el hombre (I)

I.- El marxismo-leninismo.
Chávez no ha sido el primero en plantear el problema, pero sin duda lo ha hecho con conocimiento de causa. Puesto en el trance de liderizar un proceso revolucionario aquí y ahora, antes que introducir un orden preciso en el plano conceptual, le ha apostado al desorden. Un "desorden creador", diría Prigogine. Un "desorden" que no es eclecticismo ni pensamiento débil (frente al pensamiento fuerte de los marxistas-leninistas), sino una apertura a otras corrientes de pensamiento (incluso dentro del mismo marxismo) y a otras tradiciones de lucha.

No ha sido Chávez el primero en cuestionar la lógica política marxista-leninista. Pero además, es necesario recordarlo, no es la primera vez que lo hace. Por eso extraña la polémica que se ha desatado luego de sus declaraciones durante el Aló Presidente del 22 de julio. Para citar un caso reciente, el 24 de marzo pasado, durante el Primer Encuentro con Propulsores del Psuv, el presidente Chávez afirmó:

"Nosotros no estamos planteando aquí el esquema dogmático que en la Rusia soviética... terminó conformándose. No es éste un proyecto estalinista. Ni es un proyecto marxista-leninista... Si Carlos Marx y Vladimir Ilich Lenin resucitaran e hicieran un estudio sobre las circunstancias europeas y mundiales de hoy, estoy seguro de que harían unas tesis no radicalmente distintas, pero sí con bastantes diferencias a las tesis que... desarrollaron hace casi siglo y medio. Pero aquí hay personas que agarran un librito y dicen: «... esto es un catecismo, de aquí yo no me salgo». Date cuenta, chico, que eso fue escrito... por allá por 1800 y tanto, por 1900. Date cuenta de que el mundo ha cambiado".
Algo muy similar fue lo que dijo durante el referido Aló Presidente:

"El partido socialista no va a tomar las banderas del marxismo-leninismo porque eso es un dogma, que ya pasó. Tenemos que crear nuestra doctrina. El que no esté de acuerdo con eso tiene toda libertad. Si no quiere estar aquí, que se vaya para el Partido Comunista, donde tienen unos libros y unos dogmas: marxismo-leninismo. El mismo papel de la clase obrera, hoy en día es otro. Ya aquello de la clase obrera como motor de la historia, ya el trabajo hoy es otra cosa, es distinto. Miren, Fidel Castro, que es comunista, pero Fidel Castro es un ejemplo de un hombre que a sus 81 años piensa en el siglo XXI, piensa adelantado. Y él me dice: «Chávez, mira... el mundo de hoy es distinto, el mundo de la informática, de la telemática». Carlos Marx ni podía soñar en la telemática, era otro mundo".

Por eso, insisto, me cuesta entender por qué tanta polvareda después de esta recta de 90 millas. Tal vez porque la primera iba tan rápido que no la vieron. Tal vez precisamente porque es difícil batearla. O tal vez porque, simplemente, no escucharon el Aló Presidente ese día, y el lunes los sorprendió, en mala hora, con aquella nota de la ABN donde se podía leer: "Chávez reitera que no es marxista". Vuelto a leer, es verdad que la ABN a veces no ayuda. Pero no porque Chávez no haya dicho lo que efectivamente dijo, sino porque una noticia titulada así equivale, para nuestros camaradas, comenzar la semana con el pie derecho.

Entiéndase: mal.

Sospecho, entonces, que la información circuló entre nuestros camaradas más como un rumor que como una noticia en sentido estricto:

- ¿Leíste lo que dijo el comandante?
- No. ¿Qué dijo?
- Léelo tú mismo. Pero en voz baja y detenidamente.
- Pero... si esto es... ¡alta traición!
- Lo mismo dije.
- Hay que iniciar ya una campaña señalando las desviaciones ideológicas del compañero.
- Lo mismo pensé.
- Manos a la obra.

Ciertamente hizo Chávez una crítica de Marx, del determinismo implícito en algunos de sus análisis. Pero sobre esto volveré un poco más adelante. Lo importante, en primer lugar, es señalar que la crítica de Chávez es contra una forma particular de leer a Marx. Es una crítica a los marxistas dogmáticos, y en el caso concreto del Psuv, una crítica a los marxistas-leninistas. Para ser más precisos: más que una crítica a Marx, es una crítica a los marxistas-leninistas. Punto. Si alguien tiene alguna duda, puede volver sobre las dos citas que he copiado arriba.

Y contra esta crítica, los marxistas-leninistas han respondido como es costumbre: en la gran mayoría de los casos, hacer como si la cosa no es con ellos. Hacer como si la cosa es con el viejo Marx. Se cuestiona una lógica política, una forma concreta de hacer política, y los marxistas-leninistas responden defendiendo a Marx y a Lenin. Pero como bien lo ha dicho Javier Biardeau en uno de sus artículos, una cosa son Marx y Lenin y otras los marxistas. Y no es necesario citar acá de nuevo la carta en la Engels relataba que Marx guardaba cierta prudente distancia de muchos de los que, en su tiempo, se autodenominaban "marxistas".

Los marxistas-leninistas, por regla general, han salido al ruedo esta vez calificando a Chávez como, no por casualidad, suelen hacerlo en el caso de (las que ellos entienden como) las masas carentes de "formación política". Una y otra vez he leído que se le acusa de "iletrado", "ignorante", "confundido". Alguno agregó que tras sus declaraciones se escondían "intenciones inconfesables". Y no podía faltar alguno que escribiera que al Presidente lo tenían engañado sus asesores.

Éste es, justamente, uno de los principales rasgos de la lógica política de los marxistas-leninistas: presuponer que hay algo que podríamos llamar "saber revolucionario", y que son ellos los portadores de ese saber. Así, a grandes rasgos, el mundo se dividiría en: 1) explotadores que nunca darán su brazo a torcer, y es por eso que nos veremos obligados a tomar el cielo por asalto, a través de la violencia si es preciso; 2) los explotados sin conciencia; y 3) los explotados con conciencia de clase, esto es, ellos mismos pues.

Por eso es que cuando acontece un 27 de Febrero de 1989, los camaradas no son capaces de ver otra cosa sino una "explosión" sin orden ni concierto, sin estrategia, sin dirección, sin ideología, y pare usted de contar. Por eso es que cuando las señoras del barrio, los perrocalenteros, los taxistas, los malandros, los liceístas y el lumpen (que tanto asco producen a algunos dirigentes comunistas) rodearon Miraflores el 13 de Abril de 2002, los camaradas no sabían qué pensar. Seguramente algunos recordarían las lecciones de El 18 Brumario de Luis Bonaparte, pero soy capaz de apostar que unos cuantos camaradas habrán concluido que en ninguno de los dos casos se trató de un acontecimiento revolucionario, porque no guardaban similitud alguna con el asalto al Palacio de Invierno.

Y sin embargo, se trata de compañeros de lucha. Me refiero a los marxistas-leninistas y lo digo con toda sinceridad. Estoy completamente seguro de que nos cruzamos muchas veces aquel día inolvidable de abril, y seguramente nos cruzamos antes y seguimos haciéndolo después. No tengo dudas de que los cámaras se dejaron pintar en la cara aquellas señas de rojo con las que nos reconocimos, y que recordarán quienes estuvieron defendiendo Miraflores el 11 de Abril de 2002.

Pero aún así, cámaras, uno tiene que empezar a asumir que esos libros que uno atesora en la biblioteca no son un catecismo. Y hay que asumirlo ya, porque para mañana es tarde. Nadie pone en duda que El Capital es un libro portentoso, de lectura obligatoria para el que realmente desee entender qué es la explotación y cómo funciona esta máquina depredadora que es el capitalismo. Voy más allá: nadie que se reconozca como revolucionario anticapitalista puede desconocer el invalorable aporte que nos legó Marx.

No obstante, el capitalismo no es exclusivamente unas muy concretas relaciones de trabajo, o para ser más exactos, unas determinadas relaciones sociales de producción. Cuando decimos capitalismo, estamos hablando no sólo de un modelo económico, sino de un modelo civilizatorio, cuyas bases las constituyen determinadas relaciones de poder y saber. El poder que se ejerce como dominación, en el capitalismo, no se reduce a la dominación que el capital ejerce sobre el trabajo. Marx y Engels, a pesar de todas sus limitaciones, lo tenían muy claro, o quizá habría que decir: llegaron a tenerlo bastante claro en algún momento. Por eso renegaron oportunamente de los marxistas deterministas, para los cuales todo el trabajo teórico y militante consistía en realizar la crítica de las relaciones económicas capitalistas.

Desde el momento en que asumimos que el poder que se ejerce como dominación, en el capitalismo, no es sólo el poder que ejerce el capital sobre el trabajo, el resultado no puede ser otro sino la multiplicación de los sujetos potencialmente revolucionarios, y por tanto una fuerte tendencia al descentramiento de la clase obrera como sujeto histórico de la revolución. Incluso, allí donde se persista en la defensa de la centralidad de la clase trabajadora, esta defensa debe ir acompañada de un análisis sobre las profundas mutaciones que ha sufrido el mundo del trabajo en el capitalismo contemporáneo, éste que nos ha tocado vivir. Hacer lo contrario equivale a mera declaración de principios.

No exactamente, por supuesto, pero es más o menos en este contexto que Chávez ha declarado: "yo no soy marxista". He aquí lo que dijo, y les advierto que va largo:

"Carlos Marx llegó a aprobar la invasión de Estados Unidos a México. Carlos Marx llegó a aprobar la invasión de Inglaterra a la India, porque él decía que esa era la vía hacia el capitalismo, y que luego de ahí vendría, como producto del desarrollo de las fuerzas productivas y toda esa tesis, el socialismo. Esa es una tesis dogmática. Yo respeto la idea marxista, pero yo no soy marxista. Yo no puedo compartir eso. Porque esa es una visión determinista de la vía al socialismo. Desde ese punto de vista, nosotros, los países atrasados, nunca llegaríamos al socialismo, tendríamos que dejarnos invadir: « come on, gringos, invádannos y desarróllennos». Para luego ir al socialismo. Pero bueno, respeto la tesis de Marx, pero no soy marxista... En todo caso, soy socialista, bolivariano, revolucionario. Y el gran aporte de Marx, así lo creo... ya lo dije hace un rato, es haberle dado fundamentación científica al socialismo... y haber proyectado algunas líneas, que no muy detalladas, pero algunas líneas, que nos corresponde a nosotros hoy detallar, de cómo transitar del capitalismo, pero nuestro capitalismo, no el que se imaginaba Marx, o el que él comenzó a ver en la Europa que ya se industrializaba de la segunda mitad del siglo XIX. No, socialismo indoamericano, nuestro socialismo indio, negro... nuestro socialismo que parte de un capitalismo sumamente imperfecto, sumamente atrasado, de unos Estados sumamente debilitados, de unas sociedades sumamente fragmentadas... de una situación donde muchas veces la ignorancia, el analfabetismo reina en amplios espacios... Con todo eso hay que construir el socialismo. Con toda la miseria, el atraso, el subdesarrollo. No podemos decir que hay que esperar el desarrollo de las fuerzas productivas y de las contradicciones... Esa es un tesis, pero nosotros tenemos que elaborar, como estamos elaborando, nuestra tesis socialista. Original, decía Simón Rodríguez".

En otras palabras, cámaras, si nos sentamos a esperar por el desarrollo de las fuerzas productivas, por la conformación de una sólida clase obrera plenamente consciente de su rol histórico, mejor pedimos un café grande, negro y fuerte, porque la espera va a ser larga. Y el insomnio también.

Hay que decirlo: el mismo Marx emprendió un profundo ejercicio de autocrítica en relación con esto que Chávez denomina "visión determinista de la vía al socialismo". Un par de textos, que no voy a citar acá por razones elementales de espacio, aportan pistas y datos muy interesantes al respecto. Uno de ellos es un libro de Néstor Kohan, Marx en su (Tercer) Mundo. El otro, el último capítulo de un libro del extraordinario Enrique Dussel, La producción teórica de Marx, en particular el aparte sobre La "cuestión popular ".

Volviendo a la larga cita de Chávez, resulta por demás evidente que en el momento en que declara: "yo no soy marxista", está sentando posición respecto de un Marx claramente eurocéntrico. Se está distanciando, debo insistir, de un Marx respecto del cual el mismo Marx se distanció en su momento. Pero eso no es todo: aún en el acto de marcar distancia del Marx "determinista" y eurocéntrico, Chávez reivindica el método que Marx exponía en su prólogo a la primera edición de El Capital, escrito en 1867. Ajá, vayan y búsquenlo que tienen chance. Seguro todos tienen el libro en su biblioteca. No se los voy a citar acá.

Marx nos aporta líneas gruesas, afirma Chávez, líneas "que nos corresponde a nosotros hoy detallar". Ahí está la clave, cámaras: ir al detalle. Producir un saber acorde con nuestras circunstancias, desde la tierra que pisamos y el tiempo en el que vivimos. Producir un saber para "nuestro" socialismo, que no permanezca ajeno a su contexto: un capitalismo imperfecto, unos Estados debilitados, unas sociedades fragmentadas.

No les estoy sugiriendo que no hay que discutir con Chávez ni he pretendido demostrarles que siempre tiene la razón. Lo que les sugiero, cámara a cámara, es que hagan un poco como hizo el mismo Marx, que se enfrentó consigo mismo, con su producción teórica y a partir de las enseñanzas que le legó su dilatada militancia revolucionaria, y como consecuencia rectificó aquí y allá, donde consideró pertinente. Y no hablamos de rectificaciones de poca monta.

En la polémica con Chávez las tenían en principio, pudiera pensar uno, todas a su favor: les estaba discutiendo en su propio terreno. Y prácticamente se limitaron a hacer loas del Diamat y del Hismat. Es decir, han venido a demostrar en lo concreto, lo que Chávez denunciaba a un nivel, digamos, más abstracto.

Y lo más grave de todo es que con la gente "iletrada", "ignorante" y "confundida", esa que conforma la mayor parte del chavismo, les sucede algo parecido: porque según la lógica marxista-leninista, de un lado están los militantes con "formación política", y del otro la masa sin "conciencia política". El problema es que la "formación política" asociada a la lógica marxista-leninista, forma parte de ese saber que hay que desaprender para poder avanzar. Y tal vez sea ese uno de los más importantes aprendizajes que ha venido adquiriendo, poco a poco, ese pueblo revolucionario que comienza a acumular conciencia política, o lo que es lo mismo, conciencia de su potencial transformador.

Para cerrar, han aparecido algunos por allí intentando argumentar, a duras penas, que el debate con los marxistas-leninistas no tiene ningún fundamento. Que debatir con los cámaras equivale a un pretexto para no discutir lo fundamental. Ya tendremos oportunidad para responder a esta gente tan "fundamentosa".

reinaldo.iturriza@gmail.com
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Reinaldo Iturriza López

Ministro del Poder Popular para las Comunas

 reinaldo.iturriza@gmail.com      @ReinaldoI

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