Lo concreto que se vislumbra en el proceso bolivariano, al menos visto desde fuera, es un pueblo y un líder. No es poco. La ha entendido hasta mi madre, que tiene 91 años y es de derechas. Todo lo demás puede ser expresión de los intereses de las distintas clases, de las distintas tendencias y de los discursos que las representan, pero, por el momento, carecen de la consistencia de uno y otro, pues nada de cuanto nos parece cierto en Venezuela se debe a otra cosa que a la resonancia entre ambos: pueblo y líder. Preguntárselo a la oligarquía local o a la internacional capitalista si no lo tenéis claro. Pueblo y líder, un binomio explosivo. La reacción presta singular atención a estas realidades elementales. Los distintos manuales del perfecto revolucionario la tienen sin cuidado..
Desde luego, todos estaríamos satisfechos si el pueblo, por sí mismo, además de ser el sujeto del cambio fuese la vanguardia organizada que lo hace posible (Aunque en esas estamos, en que el pueblo tome las riendas del caballo). ¿Quién está en desacuerdo? Y en cuanto al líder, a muchos de nosotros, en esto de la cosa pública, no nos entusiasman los liderazgos, saben. Además, los líderes no son eternos, y si los de abajo no se hacen protagonistas de su historia nos quedamos huérfanos. Sobre este asunto no debería ser difícil ponerse de acuerdo. Pero las cosas rara vez ocurren tal y como están idealizadas.
El desencuentro reciente entre la voluntad popular y los lineamientos de Chávez, que ha puesto en el orden del día el resultado del referéndum para la Reforma Constitucional, exige un diagnóstico para el que no van a faltar sinnúmero de médicos de cabecera- algunos de una pedantería intratable-, pero fuera de ese binomio (pueblo y líder) el vacío es inmenso. Seguramente están representadas todas las tendencias de la herejía popular igualitarista que en el mundo son, pero el bosque popular a penas nos permite ver esos árboles que carecen de porte para sobresalir. Y como no se ve otra cosa, salvo en forma evanescente, el juego de los intereses y el manual de circulación de las distintas corrientes sólo se manifiesta a través de la resistencia y los síntomas de la resistencia a un liderazgo, que es una construcción histórica demasiado tozuda para someterla a una “verdad” verdadera. Algunos llamarían a estas resistencias “el discurso manifiesto”, que tiene como función ocultar el contenido latente del malestar en la revolución de los revolucionarios de “primera”. De ahí la coincidencia en buena parte de los argumentos de quienes se oponen al liderazgo de Chávez de manera expresa o de manera aviesa, desde afuera o desde dentro del proceso.
Lo peor del resultado del pasado referéndum para la Reforma Constitucional no es el resultado; lo peor es que el resultado ha abierto una fractura que el presidente, probablemente, pretendía sortear con una reforma que habría allanado el camino a un segundo ciclo revolucionario. Y es que, verán, entre las virtudes del presidente una de las más sobresalientes, al modesto juicio de muchos de nosotros, es que se le entiende muy bien. Es asombroso cómo se le entiende. Se le entienda tan bien que cada vez que habla pone los pelos como escarpias a la derecha. Nadie dijo de manera más clara que él cuáles eran sus intenciones. Ejemplo: la Constitución del 99 era la mejor Constitución de la historia de Venezuela, pero la Reforma Constitucional era imprescindible para profundizar el proceso; el MVR había sido una excelente herramienta para alcanzar ciertas victorias y para ganar las elecciones, pero la revolución necesitaba un nuevo modelo de partido nacido de las bases.¿Recuerdan?. Y ¿tienen noticia ustedes de algún presidente que haya anunciado con tanta anticipación y de manera tan temeraria la virtual ruptura de una alianza estratégica con buena parte de las distintas fracciones de la pequeña burguesía nacionalista, pluralista, democrática, “progresista” e izquierdista que forman o no el MVR y que le habían acompañado hasta la fecha? ¿O es que PODEMOS y Baduel, entre otros, para ser serios, no tenían buenas y, a la postre, respetables razones de clase –de su clase- para dar la “espantada”, a diferencia de quienes pretenden hacer leña del árbol caído desde dentro del proceso, mientras regurgitan su memorial de agravios?. Y es igualmente sabido que. mucho antes de que los más avispados lo advirtieran o consideraran conveniente decirlo, él, Chávez, ya había denunciado la laxitud, por decirlo suavemente, de algunos cargos públicos e institucionales del chavismo. ¡Vamos!, muchachos y muchachas, no hay que pasar por la Universidad de Salamanca- con perdón- para barruntar la que se venía.
¿Hay un pueblo?, ¿Hay un líder?, ¿Hay un ejército o una importante fracción de él con una vocación popular?, ¿Hay una base material, económica, aunque sea instalada en la fase final del ciclo histórico de las energías fósiles?. Bueno, no estamos en Jauja, pero tenemos mucho más de lo que otros desean. En toda revolución, cuando se da un paso al frente- todo el mundo lo sabe-, muchos se suben al tren y otros se bajan por muy diferentes motivos. ¿Por qué tanto guirigay si esto no ha hecho nada más que empezar?
Esto, en fin, tiene toda la pinta de acabar siendo la hora ya sabida de los “amigos del pueblo”; la hora en la que todos los “amigos del pueblo” le pueden partir la crisma al pueblo, en nombre del pueblo. La hora en que la boca se llena de pueblo para dirimir sórdidas querellas de asuntos inconfesables, cuyas consecuencias paga el pueblo: el círculo infernal del canibalismo.
Pero, porque en toda revolución unos ponen los muertos y otros ponen la teoría. deberíamos ser prudentes a la hora de arrojarnos los trastos a la cabeza. A estas alturas de la historia esto no debería ser pedir “peras al horno” (en palabras del privilegiado cacumen, ése que tenéis por ahí). ¿ Que no os gusta Chávez? El Chávez avasallador que no consulta a los grandes oráculos de la izquierda ¿Y qué tenéis en su lugar, a parte de las oportunistas invocaciones el pueblo y el genuino,¡Oiga!, manual del perfecto revolucionario?
Perdonad la impertinencia de un observador extranjero: llevad cuidado con la criatura. El exilio es muy duro para los que logran escapar al cementerio.
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