La movilización permanente de las masas Vs elecciones
De la derrota de la propuesta de la Reforma, se pueden extraer algunas lecciones claras. En primer lugar como afirmaba Lenin, la conciencia política en el pueblo y en particular de la clase trabajadora se acrecienta a través de la lucha y la movilización permanente. Es decir, más vale una victoria al calor de la lucha para profundizar el nivel de conciencia política de las masas, que veinte procesos de elecciones juntas.
En ese sentido dos grandes momentos de la revolución se dejaron pasar por “debajo de la mesa”: el triunfo del pueblo contra el golpe militar fascista y la derrota del paro petrolero patronal. Al calor de estos dos gigantesco triunfos el proceso revolucionario no se profundizó. No se expropió a los grandes medios de comunicación golpistas, ni tampoco los medios de producción de los patronos que apoyaron al paro patronal en el ámbito nacional. La justicia revolucionaria no avanzó, ya que los golpistas no fueron encarcelados y, en PDVSA se estructuró nuevamente una organización al viejo estilo de la “Cuarta República” sin la participación de los trabajadores. En definitiva no se tomaron medidas revolucionarias en el pico máximo de la participación popular. Difícilmente alguien podría haber criticado a nivel nacional o internacional medidas más profundas de la revolución, después de lo ocurrido. Sin embargo no se hizo nada. Se llamó a la tranquilidad y a la paz social y nuevamente el proceso revolucionario fue encajonado al camino de los derroteros electorales, el cual no es el camino de la lucha y la movilización sino la carta que generalmente se juega la burguesía cuando trata de lograr con los votos, lo que no han logrado con las armas. La revolución cubana es un ejemplo de todo esto, después de la derrota del ejercito contrarevolucionario en Bahía de Cochino, el pueblo en plena movilización pasó a la ofensiva expropiando los bienes de producción a todos aquellos que habían apoyado a la invasión, es decir: la burguesía cubana.
Una extraordinaria revolución pero sin dirección revolucionaria
Para entender lo que ocurrió en la pasada consulta de diciembre, comenzaremos hablando de la dirección del proceso revolucionario. Para ello tomemos una famosa frase del celebre Carlos Mar: la existencia determina la conciencia. En otras palabras dime como vives y té diré a que clase social perteneces y a que clase social defiendes. Entender esto nos permite aseverar que gran parte de los nuevos personeros del gobierno, incluyendo sus ministros, gobernandores, alcandes, diputados y demás, han utilizado la revolución para alcanzar privilegios económicos que más temprano que tarde los coloca en el terreno de la clase oligarca que tanto se ha enfrentado. Es difícil imaginarse un revolucionario que al mismo tiempo que habla de lucha de clases, poder para el pueblo, democracia, igualdad y justicia, ostente carros de los más lujosos, propiedades de todo tipo e inmensas fortunas. La historia es irrestricta con este tipo de situación. Más temprano que tarde estos teóricos de la revolución comenzaran a transitar el camino de la duda, comenzaran a parecerse en su forma de pensar a la oposición y a los sectores fascistas.
Consecuente con lo antes dicho, no queda la menor duda de que muchos personeros del chavismo militaron “tras bambalinas” contra la Reforma y, en el mejor de los casos no hicieron nada por dar a conocer el contenido de la misma al pueblo que los rodea. Entender esto es fundamental para los próximos años. No serán estos nuevos capitalistas los llamados a profundizar la revolución o construir un verdadero socialismo, y lo que es más importante y no debemos olvidar: Las balas de la contrarrevolución vendrán también de la retaguardia del frente de lucha.
Con relación a la experiencia del PSUV, vale agregar que desde sus inicios este intento de organización política fue “torpedeado”. La imposición a los funcionarios públicos del ingreso al partido, la ausencia de un programa claro dentro de la organización y la falta de una práctica democrática a través de unos estatutos y métodos, han sentado la base de una organización tan grande como el mar pero de cinco centímetros de profundidad. No se pueden reeditar las viejas prácticas estalinistas de construcción de organizaciones políticas, sin pensar que tarde o temprano este tipo de organización no servirá a la revolución sino a los intereses particulares o grupos bien definidos.
Toda victoria de la oposición es relevante en el marco de un estado capitalista
La derrota del pasado 2 de diciembre a diferencia de lo que dicen muchos personeros del gobierno y el propio Chávez, no es una victoria pírrica de la oposición. Toda victoria en el marco de un estado capitalista es importante para la burguesía. Toda derrota para el movimiento revolucionario en el mismo marco del sistema Capitalista también es importante y puede generar niveles de desmovilización y desmoralización, a diferencia de las derrotas de la oposición donde la misa sólo son coyunturales.
No importa cuantas veces la revolución derrote al adversario como ha ocurrido en Venezuela en la derrota del golpe de estado, el fracaso del paro petrolero patronal y las múltiples derrotas de la oposición en diferentes procesos electores. Siempre, impulsado y “oxigenado” por un estado capitalista, la reacción termina recompuesta de manera rápida, inclusive a nivel de las Fuerzas Armadas. Cuando se decide entrar a la senda de la revolución por la construcción de un verdadero estado socialista, no existe tregua posible. Siempre habrá una nueva batalla. El “ cáncer” de la contrarevolución sólo acabará cuando la revolución se profundice y se construya un Estado basado en las experiencias históricas del proletariado. Es por ello que hay que comprender que los procesos revolucionarios no son eternos desde el punto de vista de la lucha por el poder. Si la revolución no avanza en el corto plazo a un estado socialista donde la clase trabajadora sea el factor fundamental de sostén del mismo, el proceso revolucionario se detendrá para comenzar a involucionar por los embate del estado capitalista hasta situaciones económicas peores que las vividas en el Puntofijismo.
El qué hacer: Organización política de la revolución
El tiempo obra en contra de la revolución. Dos momentos históricos para avanzar en la ruta del socialismo fueron dejados de lado, y ahora el gobierno se debate con las contradicciones típicas de un estado capitalista subdesarrollado, donde la escasez de alimentos, la inflación y la delincuencia, así como un estamento político corrupto están a la orden del día, generando desasosiego en la población.
La revolución venezolana está más amenazada que nunca y no porque está en peligro la reelección del presidente. Está amenazada porque no existen niveles de organización política en la clase trabajadora capaz de imponer un estado socialista, mientras en la cúpula de las instituciones del gobierno se construye una “losa de concreto” que amenaza con aplastar todo intento de cambio estructural en el Estado. Los enemigos están por todas partes. Por ello las tareas que se avecinan no son nada fácil.
Lo más importante en estos momentos no es insistir en la reforma del Estado, que como se demostró no tiene sustento en la población. Lo más importante es construir niveles de organización en las bases. Fortalecer políticamente los Consejos Comunales. Avanzar en la conformación de los Consejos de Obreros en todas las fábricas pero fundamentalmente en PDVSA, la CVG y el resto de empresas fundamentales del Estado, mientras los trabajadores venezolanos resuelven el problema de la dirección política de la revolución. Niveles de organización desde abajo que permitan presionar hacia arriba para comenzar a transitar en la conquista del poder político del proletariado, que como lo afirmaban los viejos comunistas de la Primera Internacional:
“La conquista del poder político no puede reducirse a un cambio de personas en la constitución de los gabinetes ministeriales, sino que debe significar la destrucción de un aparato estatal extraño, el apoderarse de la fuerza real, el desarme de la burguesía, del cuerpo de oficiales contrarrevolucionarios y de los guardias blancos, el armamento del proletariado, de los soldados revolucionarios y de la guardia roja obrera; la destitución de todos los jueces burgueses y la organización de tribunales proletarios, la destrucción de los funcionarios reaccionarios y la creación de nuevos órganos de administración proletarios. La victoria del proletariado está asegurada por la desorganización del poder del enemigo y la organización del poder proletario; debe significar la ruina del aparato estatal burgués y la creación del aparato estatal proletario”
(Resoluciones sobre la Fundación de la Internacional Comunista. Primer Congreso de la Internacional Comunista. Tomo I Serie Documentos N°1. Editorial Pluma).