La peligrosa quimera del anti poder

Cuentan que durante la Guerra Civil Española algunos anarquistas negándose a acatar directrices generales, decían: ¿de qué nos sirve ganar la guerra si perdemos la Revolución?
Como era de esperarse, perdieron la guerra y la revolución.
Ahora, entre nosotros, resurgen actitudes parecidas. Ocurre que algunos sectores, felizmente pequeños, le dan vuelta a los temas del anti poder, de la rebeldía y de la desobediencia.
Intentan diferenciar en el momento actual, el poder constituyente del poder constituido.
Según eso el poder constituyente serían las fuerzas libres del pueblo (¿con ellos como dirigentes, tal vez?).
Mientras que el poder constituido sería el Gobierno Bolivariano.
¡Eso es una falacia que no tiene nombre!
Pues ¿qué otra cosa es el Gobierno Bolivariano sino el Poder Constituyente en ejercicio?
Aquí no hay diferencia entre Gobierno y Pueblo. Son y deben ser una sola fuerza indisoluble.
No nos engañemos. Jugar a la anarquía es absolutamente repudiable en este momento.
La utopía no se decreta, sino que se construye.
Nos enfrentamos a enemigos muy  poderosos. No tanto en el orden interno, cuya capacidad está notablemente minimizada, sino, sobre todo, a las estructuras imperiales: militares, financieras, económicas y mediáticas, que han demostrado a lo largo del siglo XX una voluntad implacable para destruir el sueño emancipador de los pueblos.
Invaden países, derrocan gobiernos, cercan, bloquean, someten a los pueblos.
Esas estructuras imperiales están allí, tratando de echar por tierra nuestra Revolución.
Es por eso que tenemos que actuar coherentemente, organizados como una sola fuerza, un solo cuerpo, con una estrategia asumida y compartida, y con un único liderazgo al frente.
¿Quiere decir eso que no se pueden confrontar ideas en el seno del proceso? No, no quiere decir eso. Tenemos que ser capaces de construir espacios para el debate organizado.
¿Quiere decir eso que no se aceptan iniciativas de personas o grupos? No, no quiere decir eso. Todo lo contrario. Pero esas iniciativas tienen que responder a unas líneas estratégicas comunes y confluir en ellas.
Porque la unidad de propósitos y de acción es indispensable.
Son tiempos de unidad. De mucha disciplina.
Todo lo que contribuya a fragmentar y a debilitar  la unidad del pueblo, es, no solo peligroso, sino que puede llegar a ser contra revolucionario.





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Farruco Sesto

Arquitecto, poeta y ensayista. Ex-Ministro de Estado para la Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas. Ex-Ministro de Cultura.

 @confarruco

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