Con la mayor disciplina civil le hacemos un llamado al Presidente Chávez , y
a sus pares del mundo capitalista, para que tomen en cuenta la siguiente
observación de índole macroeconómica:
La aparente contraposición teórica entre empresas "nacionales" y e.
"transnacionales" podemos datarla para los primeros meses inmediatos al fin
de la Segunda Guerra Mundial, siglo XX. Se corresponde con la contraposición
precedente entre los obsoletos "imperios" aristocráticos y feudales, y las
"naciones" subsumidas por estos. Dichas nac. terminaron consolidando su
desunión y separatismo luego del triunfo burgués concretado en la Revolución
Francesa.
El desmembramiento de aquellos imperios fue la pionera y gran conquista de
la burguesía. Fue su primerísima manifestación de individualización o
desunión hasta para los miembros de sus propias familias. De hecho y de
Derecho todo movimiento burgués es competitivamente divisionista por
naturaleza propia, y, como Capitalismo, se convirtió en su forma más
perfectamente desarrollada hasta ahora por la clase social dominante.
Citemos que las elogiadas y épicas luchas independentistas en América,
África y otros continentes derivaron en la formación de entidades
republicanas con soberanía y autonomía de gobierno similares, pero preñados
de culturas exóticas y de variopinto mestizaje cultural. Todas ellas, cual
menor de edad, carecieron de poder económico y hasta sus dioses fueron
echados a un lado.
Es que ambivalentemente el Capitalismo desgaja al trabajador y aglutina a
sus patronos. Por esto es difícil el logro del objetivo comunista
consistente en la posible unión mundialista de ese proletariado difuminado y
repartido entre tantos países soberanos, independientes y
superestructuralmente autónomo.
El caso fue que en esos flamantes países quedó sembrada desde un principio
(ab ovo) la semilla capitalista, y las empresas que la representan han
presentado un dinámico y elástico volumen de inversiones de espurio capital
en constante movimiento, zigzagueante y periódicamente hacia atrás y hacia
delante. Un capital semoviente intermediado por pausadas fases de claros
estancamientos económicos.
Sin embargo, es frecuente que la tribuna mundial antiimperialista de siempre
siga paradójicamente fomentando, planeando y defendiendo la reunión de
esas partes que sin cesar la burguesía contemporánea desmorona en mil
pedazos, como una limpia expresión de ese individualismo que le resulta
tan caro a la ideología capitalista de estos dos últimos siglos.
La unión del patronato mundial existe tácita y tendenciosamente. Todos
configuran una clase mentalmente libre, para pensar y actuar con conciencia
propia. De allí que todos (todos) los capitales del mundo estén enredados
en una sola maraña mundial, transnacional o internacional.
No existe un artesano, un inversionista menor ni un detallista al menoreo,
que no practique en mayor, mediano o menor grado, la contrata salarial. Por
eso mismo s podemos afirmar que los patrones, Nacionales e
Internacionales son la misma cosa, a tal punto que las crisis que brotan
en las empresas más importantes y de alto giro son las que provocan hasta
guerras mundiales, como efectivamente ha ocurrido en varias oportunidades.
Cuando la Física afirma que "hasta el aleteo de una mariposilla puede
provocar huracanes a larguísima distancia, pareciera haberse inspirado en
los efectos críticos que provocan las decisiones y arbitrariedades de los
capitalistas de mayor poder en el mundo.
Consecuencialmente, cuando un Estado opta por ayudar la empresa nacional,
ese mismo Estado está ayudando a la empresa internacional, y
desgraciadamente a los países imperialistas.
Entonces,, verdaderamente, ¿acaso los países como Venezuela están
capacitados para ayudar a otros más poderosos que ellos? ¿las naciones
deben o pueden ayudar al Imperio? ¿O es que acaso el papel de los
gobernantes de los Estado capitalistas es precisamente disponer de la mayor
parte del Peculio Público para cedérselo de mil formas y con variadas a
sutilezas al patronato capitalista internacional.
Por ejemplo, tenemos una Europa con un buen número de países. Curiosamente,
este número de países no aparece en ningún diccionario usual. A lo sumo se
los reagrupa y clasifica cardinalmente por sus troncos lingüísticos
antropológicos. Con África y América observamos una atomización patriótica
igualmente anónima en cantidad de países americanizados. Tal divisionismo
nacionalista ha sido medíaticamente ofrecido como una reivindicación
política soberanamente conquistada.
Conviene acotar que los diccionarios lexicológicos y enciclopédicos, reales
y virtuales, y otras estadísticas, sólo informan del potencial
económico de riquezas pasivas y de mano de obra, es decir de su población y
constitución geofísica, fáunica y floral. Los espías "internacionales", como
los respetados naturalistas e investigadores A. Humboldt, H. Pitièr, A.
Codazzi y J. Cousteau, son una excelente muestra de las fuentes que
alimentan aquellas estadísticas. Le precedieron imperfectamente los modos
esclavistas y feudales. Por el contrario, el modo de producción, llamado
"asiático", más arcano, (con toda su carga de connotación inducidamente
despectiva) se mantuvo dentro del colectivismo primitivo.
marmac@cantv.net