“Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el Zar, Maternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes”.
Carlos Marx / Federico Engels
Manifiesto Comunista 1848.
La dialéctica materialista e histórica se ha profundizado y evolucionado a pasos agigantados, desde aquella reunión en Londres de 1848, donde la unidad de los Comunistas de diferentes nacionalidades redactaron el Manifiesto Comunista, y, el éxito de la teoría marxista ha obligado a que los enemigos del marxismo se disfracen de marxistas. Es decir, mientras la teoría de nuestros Camarada Carlos Marx y Federico Engels han traspasado barreras ideo políticas universales y naciones; la praxis revolucionaria de esta concepción filosófica hacia la construcción de una sociedad justa y equilibrada (Comunismo)ha sido traumática, por los matices conceptuales de las diferentes formas de lucha que le han impuesto algunas veces las condiciones subjetivas y objetivas a la lucha de clases, en otras, las pretensiones liberales y neoliberales de conservadores y radicales, socialdemócratas y demócratas disfrazados de marxistas o de comunistas.
En esta época hay que evaluar como las tres fuerzas que luchan intrínsecamente contra cualquier régimen con viso oligárquico o dictatorial, se unen en la coyuntura política actual, donde siempre la burguesía liberal, lucha por imponer su monarquía constitucional, la pequeña burguesía radical desea imponer su “república democrática neoliberal” y, el proletariado que debe conducir la lucha revolucionaria hacia el socialismo científico, es amenazado y confundido con la obsesión anticomunista, tanto, de nuestra misma Clase Obrera, como del énfasis del síndrome del Anticomunismo de la burguesía liberal y sin la menor duda, de la pequeña burguesía radical.
La tergiversación del término comunista ha sido la punta de lanza de los ideólogos burgueses y pequeños burgueses y, desde luego, argumentándola con las deficiencias y ambigüedades que en ejercicio del nuevo modelo de relaciones y distribución de la producción han demostrado debilidades administrativas que cotejadas con el capitalismo parecen aberraciones viscerales del individualismo ancestral, como herencia de las formaciones económicas que nos antecedieron (Esclavismo, Feudalismo) que persisten en el capitalismo y como rémora se ha enquistado en esas experiencias. El concepto comunista, en la mayoría de las personas y más aun en algunos militantes revolucionarios que luchan por el Socialismo desconoce la etimología de esta palabra, por lo tanto, el rechazo automático a la concepción filosófica y materialista del Comunismo. Ahora bien, esta palabra se deriva del vocablo griego Comunis, que significa común, podemos entonces sin limitar la aplicación científica del termino y sin abstracciones ambivalentes, ambiguas o soterradas, los seres humanos somos comunes por la Ley historia y objetiva de la necesidad, así como la ley del trabajo y la libertad. Que en la lucha de clases se diluye bajo los intereses mezquinos de la clase dominante de la base económica del Estado reflejada en la estructura gubernamental y en su superestructura como escudo defensor de esa clase dominante.
Entonces tanto, el síndrome del anticomunismo y la obsesión anticomunista no es casual, lleva el sello de la degeneración de la división de la humanidad en clases. El proletariado de acuerdo a los legados científicos de los camaradas Carlos Marx y Federico Engels, están en el deber histórico de lograr su propia obra de emanciparse, ya que convencidos de las insuficiencias de las revoluciones meramente políticas, exigen verdaderas transformaciones esenciales, considerando que con el fruto del trabajo creativo y productivo del ser social, se satisfagan las principales necesidades bajo la concepción libre de Planificar, Organizar, Procesar, Acumular, Controlar y Distribuir esa Producción Social y Colectiva.
Las enseñanzas de Vladimir Ilich Lenin, Fidel Castro Ruz, sobre todo de Ernesto “Che” Guevara bajo el proyecto del hombre nuevo, dando muestras de la capacidad del ser humano consciente y con conocimiento sobre el trabajo voluntario en todos los escenarios de la producción tanto manual como intelectual, alertaba sobre las desviaciones ideológicas sobre la concepción del comunismo, el libro Verde Oliva escribió sobre este dilema: “prefiero confiar en un humilde cristiano y no un falso comunista”. En vista de las inmensas contradicciones heredadas de las concepciones burguesas y pequeñas burguesas.
Y Lenin acotaba:”Los hombres han sido siempre en política victimas necias del engaño de los demás y del engaño propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a discernir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una clase u otra clase. Los partidarios de reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de unas u otras clases dominantes. Y para vencer la resistencia de esas clases, sólo hay un medio; encontrar en la misma sociedad que nos rodea, Educar y Organizar para la lucha a los elementos que puedan –y, por su situación social, deban- formar la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo. Sólo el materialismo filosófico de Marx señalo al proletariado la salida de la esclavitud espiritual en que han vegetado hasta hoy todas las clases oprimidas. Sólo la teoría económica de Marx explico la situación real del proletariado en el régimen general del capitalismo.
Por lo tanto, los primeros que tenemos que deslástranos del síndrome del anticomunismo es nuestra clase obrera con su organismo de vanguardia ideopolítica, usando claro esta con el mayor nivel de la disciplina, de la critica, autocritica y la vigilancia revolucionaria; para orientar las acciones correctas de rectificación. Para bloquear o eliminar la ferocidad de la reaccionaria obsesión anticomunistas de las dos restantes fuerzas sociales, Sin obviar, las directrices de los clásicos científicos del Materialismo Dialéctico e Histórico siempre impregnados de ese sentimiento humano de fraternidad y Solidaridad volvamos al Che:” Un completo revolucionario que debe trabajar todas las horas de su vida; debe sentir la revolución por la cual esas horas de trabajo no serán ningún sacrificio, ya que está implementando todo su tiempo en una lucha por el bienestar social; si esta actividad es lo que verdaderamente complace al individuo, entonces, inmediatamente deja de tener el calificativo de “sacrificio”. Esto debe ser una cualidad fundamental en el Revolucionario, sentir la misma -revolución- como tal, para trabajar con esmero. Pero no todo es tan simple, como en todo existe también su lado oscuro, la parte más dura de ser un revolucionario es que se deben definir de manera precisa los sentimientos, ya que todo revolucionario debe estar impulsado por grandes cantidades de amor aunado a un gran espíritu apasionado; para así realizar un caudal de acciones y hechos concretos orientados hacia un solo objetivo, lograr mejoras en el ambiente social. Estas dos condiciones o cualidades para ser revolucionario deben estar respaldadas por un factor fundamental que tiene que estar presente en la actitud de dicho individuo, y viene siendo la vigencia de una mente fría y calculadora que ayudará, sin duda alguna, a tomar decisiones dolorosas que no permitan ni siquiera la contracción de un músculo”.
Con idéntica concordancia Fidel orienta: “¿Quién ha dicho que el marxismo es la renuncia de los sentimientos humanos (…)?. Si precisamente (…) fue el amor al hombre, a la humanidad, el deseo de combatir la desdicha del proletariado, el deseo de combatir la miseria, la injusticia, el calvario y toda la explotación sufrida por el proletariado, lo que hace que de la mente de Carlos Marx surja el marxismo cuando precisamente podía surgir una posibilidad real y más que una posibilidad real, la necesidad histórica de la Revolución social de la cual fue intérprete Carlos Marx. Pero, ¿qué lo hizo ser ese intérprete sino el caudal de sentimientos humanos de hombres como él, como Engels, como Lenin?”.
La situación es clara, la abigarrada carga de la herencia burguesa es como el Gamelote crecido a tal altura que no nos permite ver el bosque, y, con perspicacia o sin ella la praxis revolucionaria es ineficaz e ineficiente.
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