Parafraseando a GLADIS MARÍN, Camarada del PC Chileno ya fallecida, en su discurso sobre “La Lucha de Clases y El Problema del Poder”
http://www.pcv-venezuela.org/index.php?option=com_content&task=view&id=6000&Itemid=67
Me parece que una de las ideas centrales en torno a lo expuesto por la Camarada Gladys Marín, ya fallecida, se resume en el extracto siguiente:
"El problema radicaba en que no teníamos una concepción acabada sobre el tema del poder. Faltó una elaboración más completa respecto de cómo avanzar en la transformación del Estado y la conquista del poder real. Y eso fue decisivo."
Ahora bien, el asunto planteado tampoco se ha resuelto acá en nuestro país, y la sola Constitución Bolivariana como tal y aún cuando su contenido dio respuesta a una situación inicial de incertidumbre respecto a un período del proceso político venezolano (1989-1998), sin embargo tampoco su sólo contenido no fue ni es la panacea para resolver el problema del Modelo de Estado requerido para el actual momento y para garantizar la transición socialista de manera efectiva. Asumirlo de esa manera sería hacerlo desde una perspectiva idealista es decir inmovilista.
La Constitución Bolivariana es un Programa que se corresponde con intereses de clase variados y para una alianza de clases de ese tipo dispuesta en principio a enfrentar y derrotar una forma de hacer política corrupta y agotada durante un momento dado, propuesta que estuvo vigente particularmente desde el año 1998 cuando gana el comandante Chávez y que pudo evidenciarse mediante el hecho palpable de la manifestación de voluntad general mayoritariamente en favor de un cambio de rumbo, puesta de manifiesto en las urnas, correlación de fuerzas que en mi opinión fue cambiando en sentido contrario a la propuesta constitucional aunque sin un norte o derrotero definido y claro durante el periodo comprendido entre diciembre del 2001 -cuando comienza la actividad conspirativa abierta de las clases tradicionalmente dominantes- y Agosto del 2004, cuando Chávez es ratificado en el Gobierno y la Derecha Extrema se ve obligada a retirarse tácticamente de sus propósitos de desestabilización abiertos.
En el iterim y con posterioridad a estos dos (02) períodos mencionados, el comportamiento político de los sectores medios de la población (Profesionales, Técnicos, Comerciantes, Medianos y Pequeños Empresarios, etc.) se caracterizó por mantenerse oscilando de manera esencialmente oportunista entre su apoyo o no a los extremos políticos en pugna, en función de lograr imponer sus intereses difusos y particulares de clase y particularmente en actitud chantijista ante quienes estuvieron a la Cabeza o Dirección Fáctica del Proceso Revolucionario.
Es así como estos sectores medios, bastante significativos desde el punto de vista numérico respecto al resto de los sectores sociales existentes en nuestro país, lograron imponer sus intereses económicos y políticos inmediatistas a cambio del inmovilismo del Gobierno para aplicar medidas transformacionales de mayor alcance, impacto y arraigo en favor de ir concretando el Proyecto Histórico del Proletariado. Durante todo el periodo mencionado, los esfuerzos dirigidos a aplicar las medidas orientadas a profundizar los cambios en sentido revolucionario o socialista fueron sublimados hacia acciones más bien dirigidas a la defensa inmediata de áreas estratégicas como la Industria y las operaciones petroleras, energéticas y comunicacionales en general, sobre las que se concentraron y abalanzaron medularmente el grueso de las acciones de desestabilización promovidas por el Imperialismo Yanqui-Anglo-Sionista y sus operadores en nuestro país: La Oposición Apátrida.
Todo esto lo podemos apreciar mejor, a partir del análisis de las políticas económicas que se desarrollaron efectivamente desde el Gobierno Nacional, las cuales vienen beneficiado de manera substancial a la clase media y a la mismísima oligarquía, tales como el frenazo que apoyó el Gobierno y el TSJ a los créditos indexados o créditos mexicanos que aplicaron de manera sádica contra adquirientes de vivienda y vehículos, buena parte del sector financiero privado a decir de casi todos los bancos privados existentes en el país, o la reducción general de las tasas de interés bancario a partir de los variados exhortos hechos por el Ejecutivo al Banco Central de Venezuela, que finalmente lograron cuajar en la Directiva de esa Institución Estatal. Estas medidas permitieron el incremento de la actividad crediticia y la consecuente profusión de la actividad comercial y mercantil en sentido principalmente y substancialmente capitalista. Otro tanto podemos considerar respecto a las políticas fiscales y tributarias como fue la propuesta de eliminación gradual del regresivo IVA que no pudo y seguramente no podrá concretarse en su totalidad, medidas que junto a otras de igual naturaleza fiscal-tributaria constituye un factor multiplicador de las ventas y por tanto del consumo en general.
A través de las políticas económicas, además de las exiguamente precitadas, se ha creado una expectativa favorable a la idea de continuidad y fortalecimiento del capitalismo como sistema por más que se niegue esta verdad, cuyo indicador más evidente son los miles, miles y miles automotores completamente nuevos que impiden cada vez más el tráfico vehícular en las ciudades, poblados y carreteras del país, por más que se repita de manera maniquea la palabra socialismo en el discurso oficial, y aunque toda la militancia del PSUV asuma cual atena repetidora el uso de esta palabra en los actos públicos, en las instituciones del estado o en las reuniones del partido. En síntesis, las políticas económicas, fiscales, monetarias y cambiarias aplicadas en Venezuela por los Entes Centrales del Estado desde donde se formulan, deciden y fomentan estas (MINFINANZAS, MINPLANIFICACIÓN Y BCV), las mismas han favorecido el reforzamiento de manera substancial en la psique colectiva de a) Los modos de relacionamiento socio-económico o relaciones sociales de producción de carácter capitalista, y b) El modo de producción Capitalista en general, ambos aspectos asociados e identificados por los venezolanos pertenencientes indistintamente al PSUV o a la Oposición Apçatrida con el imaginario de confort y de calidad de vida referido a dicho SISTEMA.
Estas políticas han logrado de manera esencial estimular la exacerbación del comportamiento consumista de todas las clases sociales en nuestro país, y sobre ese comportamiento consumista se está reforzando la visión, los símbolos, el imaginario y la concepción de la vida en la óptica capitalista del mundo, y están siendo consciente o inconscientemente utilizadas como un mecanismo de amortiguación de la conflictividad social para darle sustentabilidad al proyecto político de lo que se ha dado en denominarse de manera difusa y etérea como SOCIALISMO DEL SIGLO XXI.
Cabe destacar, que la conflictividad social a la que me refiero es aquella que se deriva de los procesos de lucha de clases y estamentos sociales por la transformación o por la conservación de dos sistemas que tienen una filosofía y unas dinámicas de interacción social opuestas en todos los órdenes de la vida (Político, Económico, Social, Cultural, Comunicacional y Tecnológico, etc. etc.), es decir dos sistemas que se niegan el uno al otro o mejor dicho que son antagónicos por definición: El Capitalismo y El Socialismo.
Por otro lado, el problema de la sustentabilidad del Poder Revolucionario y su Direccionalidad Táctica, Estratégica y Operacional en pos de la Construcción de la Sociedad Socialista y la Sociedad Sin Clases: El Comunismo, no está garantizada ya que en principio ni siquiera se han asumido de manera decidida los escenarios permanentes necesarios para dar el debate interno y público entre los distintos nucleamientos que comulgan con la visión socialista-revolucionaria, así como entre estas y las demás fuerzas que perviven en el seno del PSUV. Peor aún, las tendencias socialistas-revolucionarias siguen enmarasmadas en actitudes principalmente sectaristas, hegemonistas y voluntaristas de distinta naturaleza, que oscilan entre comportamientos grupalistas, dirigistas y aún liberal-anarquistas, así como también existe un sector relativamente minúsculo y sin ascendencia siquiera en la clase obrera y mucho menos en la mayoría del proletariado el cual se mantiene aferrado a posturas dogmáticas o a imaginarios inconexos con la realidad, realidad que es la particularmente compleja formación económico social y cultural rentista-consumista-clientelar-cogollogrática venezolana, última manera del ser colectivo que impregna todas la dinámicas con sus característicos condicionamientos determinantes del comportamiento político del venezolano. Esta situación de dispersión político-ideológico-organizativa no nos permite dar pie con bolas ni siguiera a hipótesis acerca del ¿Qué Hacer? y mucho menos a propuestas de acción revolucionaria asertiva conjunta.
Es así como la Política de Darle Poder al Pueblo puede constituirse en una idea vaga acerca del modo de ejercitar ese poder, si la misma no se sustenta en una visión respecto al Qué Hacer en lo Político Ideológico y Organizativo que parta del análisis y diagnóstico permanente de nuestra realidad, así como de un tipo de liderazgo claramente comprometido con la idea participativa más que con la vaga y voluntarista noción de protagonismo particularista, sea grupalista o individualista. Se requiere asumir el compromiso con el tipo de accionar transformacional general y generalizante orientado hacia la concreción de un Programa Revolucionario, de Planes Estratégicos y de Políticas y Líneas de Acción que nos permitan transitar el camino hacia un norte visible y así poder apreciar sobre esas bases la dinámica cambiante, mutante e incluso mimetizante de la lucha de clases en sus distintas y variadas manifestaciones para acelerar la marcha cada vez que las circunstancias lo aconsejen y así nos lo permitan.
En tal sentido, esas serían algunas claves para ir uniendo esfuerzos y avanzando hacia un horizonte socialista sustentable política y económicamente, además de asumir el proceso de formulación-acción de todas las estratégicas y líneas de actuación posibles, simultáneamente desde la organización revolucionaria, las instituciones y las bases populares, de tal manera que podamos ser capaces de direccionar colectivamente al conjunto de clases y sectores explotados y excluidos hacia la forma socialista y solidaria de sociedad en todos los ámbitos. Esta forma de acción en cayapa nos permitirían presentar la opción socialista con una fortaleza discursiva y práctica que movilizaría al conjunto hacia fines éticos y a deslastrar la movimiento de la falsa conciencia social predominante y del espíritu de rapiña derivado del capitalismo y de la exclusión económica propio estructuralmente de este y que de manera particular padeció agudamente el soberano durante una larga coyuntura desidiosa de la menos 20 años (Febrero del 83 -Viernes Negro- hasta mediados del 2003. La población venezolana sigue influida de manera significativa de la mentalidad de rapiña, del clientelismo, de la pedigueñería, del inmediatismo, y de otro sinnúmero de lacras sociales que sembraron las clases dirigentes desde la aparición del Petróleo en 1917 hasta nuestros días.
La sola consigna de Poder Popular no garantiza que las clases explotadas y subalternas tengan la disposición y la conciencia para ejercer la direccionalidad de carácter socialista en la construcción de la nueva economía y el nuevo Estado.
Ahora, estos son elementos a debatir y sobre los cuales se debe construir una política seria que conduzca asertivamente a que las clases subalternas asuman DIRECIONALIDAD SOCIALISTA Y LOS VALORES SOCIALISTAS AUNADOS A ESTA, como modo de relacionamiento y de vida fundamentales. Eso requiere asimismo del desarrollo de un tipo de liderazgo acorde con estos desafíos vitales para la sobrevivencia de un Proyecto Revolucionario que asuma con firmeza, entereza y transparencia el compromiso de su impulso, desarrollo y concreción en el espectro nacional, latinoamericano y mundial.
En la misma, óptica es conveniente abrir el debate y los espacios para abordar colectivamente el tema del Estado y de Institucionalidad de Nuevo Tipo a ser desarrollada para armonizar el proceso participativo protagónico popular direccionado hacia el socialismo o el tránsito hacia este último con el proceso gerencial igualmente de nuevo tipo que se necesita desarrollar en los entes que integran el aparataje político-administrativo de la actual institucionalidad, para lograr agilizar y viabilizar el cambio sistémico en boga. Igualmente, es necesario y urgente, partiendo de una visión que tienda a ser holística debatir y acordar las propuestas y modelos más idóneos respecto al tipo de institucionalidad y de gerencia que contribuyan de manera efectiva a dar al traste con el actual Modelo de Estado y de Gerencia, que desconoce rapazmente incluso lo que de espíritu revolucionario tiene la filosofía constitucional vigente y más aún la posibilidad de adopción de formas de estado más directamente revolucionarias que permitan a las clases explotadas, desposeídas y subalternas el general la toma para sí de los recursos públicos en función de formas de propiedad y modos de relacionamiento productivo y políticos de carácter socialista.
Estas tareas transformacionales debemos contemplarlas en el Programa y en los Planes, así como formular las políticas que conduzcan a su debate y metabolismo por el proletariado y por sus aliados estratégicos.
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