En el entierro de Caldera

“La muerte es la justicia de Dios”

No se coló nadie; todos los que estaban en ese lugar, adecos y copeyanos, eran, son y serán igualitos. Es decir la misma camada. La flor y nata de la oposición que un día 11 de abril derribó al gobierno de los pobres practicado por un pobre. No existe nada espectacular en morir: se nace, se crece y chao pescao! Pura mojiganga eso de que…”Me aferro al dolor”…”la cruel muerte”….”se fue primero para abrirnos la puerta a la gloria”. La muerte es el descanso eterno, la quietud del cuerpo, el sueño sin retorno.

Ganan con la muerte de los demás los dueños de las funerarias, los que venden flores y coronas, los que alquilan los autos, los que toman fotos, los “lloradores” alquilados, y las y los actores frustrados que se acercan al ataúd a derramar lágrimas de utilería. Solamente los cobardes le temen a algo que es tan natural como que un adeco esquilme a la nación. Hablando de adecos, ¿en cuál lugar del planeta le enseñaron a la Presidenta de AD a hilvanar un artículo? En el último que emborronó para una página de ÚN lo que defecó oralmente fue un odio sin parangón hacia Chávez y no un análisis políticos donde su posición y la de los suyos se viera comprometida con el pueblo. Ella gozó desflorando esa página para expresar con que se sentía feliz por que…”Chávez salió con la tablas en la cabeza en Copenhague”, por eso es que históricamente a los adecos se les llamó desde gurruminos a escasos mentales, ¿qué dice “voz de vieja al respecto? Lo de esa dama “ni es chicha ni es jamonada”, como diría uno de los adecos, Manuel Rosales.

Volviendo a lo que expresado por algunos punto fijistas en el entierro de Caldera, uno se pregunta, ¿qué se puede esperar de quienes ahora sufren y lloran porque la ubre de la vaca se encogió? Todos los adecos y copeyanos que iban en la marcha fúnebre, son caimanes del mismo charco. Durante años fueron condiscípulos del yaracuyano en la miles de tropelías contra el pueblo. Fueron arte y parte de “las cien mil casitas por años”, por “las casitas en ladera”, por la invasión macabra a la Uucv, a la desaparición de jóvenes guerrilleros, a los ídem lanzados desde helicópteros,

“Sí este señor con la privatización y entrega de Sidor al Vaticano, generó más de 11.000 personas desempleadas y expulsadas de sus sitios de labores en nuestra siderúrgica.

Esta situación generó divorcios, suicidios, desempleo, la expansión feroz de la profesión de taxistas y la proliferación de tarantines de buhoneros; por parte de muchos ex-empleados de Sidor. Pero eso sí generó también Rafael Caldera, el enriquecimiento excelente de más de 1.000 argentinos y mexicanos que se fueron con bastante dinero nacional al exterior, a costa de salarios de miseria que obtenían muchos sidoristas con la privatización, que fue lo que posteriormente desencadenó la nacionalización de Sidor en abril del 2008”. (JM)

¿Quiénes fueron esos que iban llevando el ataúd de Caldera? ¿Grandes ejemplares de la política que hicieron de Venezuela y de su pueblo la gran unión? ¡No; mil veces no! Fueron los mismos siniestros personajes que firmaron en la quinta del difunto un papel para repartirse la nación venezolana: los ricos, los fascistas, los burgueses, los mantuanos no piensan en pueblos; ¡esa es la verdad! No seamos idiotas... Fueron los mismos que se apersonaron en Miraflores después de la huida de Pérez Jiménez, para echar a Fabricio Ojeda y a Trejo, con el siniestro fin de apoderarse de la gran ilusión planificada por verdaderos patriotas. Fueron los mismos “INTELECTUALES”, moralistas de orgía y lupanares que gozaron cuando Caldera prohibió una película por “grosera”, a sabiendas que grosera era la forma de hacerse del dinero de la nación bolivariana. Los que gritaron contra la revolución, contra Chávez y contra la mayoría que lo respalda, una vez más pusieron en el terreno de los acontecimientos, la eterna cobardía que les corre por las venas, pues de haber sentido alguna vez una micra de amor y dignidad por Venezuela, sin duda que se hubiesen metido en el hoyo junto a quien tanto daño le hizo al país. De aquél que murió solo y olvidado en San Pedro Alejandrino. La injusticia sigue reinando, sólo que el pueblo la está dominando.

aenpelota@hotmail.es.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 5117 veces.



Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

 legavicenta@gmail.com      @legavicenta

Visite el perfil de Angel V Rivas para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: