Los revolucionarios y revolucionarias soñamos y luchamos por un mundo mejor, por transformar las estructuras de dominación, por construir una sociedad fundamentada en la justicia, equidad, solidaridad, donde florezca la dignidad humana. En ese sentido los revolucionarios no podemos sucumbir ante el pesimismo, porque de hacerlo seria cerrar la válvula que nos proporciona el aire vital. Un revolucionario es un comprometido con la vida. La vida en su óptimo estado, prevaleciendo la ética colectiva y humanista. Es su razón existencial y por esa condición no nos entregamos ni en los escenarios más adverso, aun así recordando al Chino Valera Mora; “Siempre deja una brecha, una rendija,/algo así como un hilito que sale,/donde el poeta venidero pueda/ir halando, ir halando, ir halando,/ halando hasta el mañana.” Un revolucionario es un militante del optimismo.
Digo todo esto porque algunas veces me encuentro con compañeros que me abordan con “preocupaciones,” “peligros,” “amenazas”, “desviaciones”, infiltraciones y para de contar cosas de las “que adolece el proceso revolucionario” y así como llegan a mi, pasan el día con esa letanía viendo a cada camarada con cara de confesonario.
Ojo, yo no estoy negando que existan todas esas series de obstáculos que intentan frenar el ritmo transformador del proceso bolivariano. Sé que en el proceso convivimos con burócratas, truhanes, politicastros, burgueses de cuello rojo, y una tendencia de derecha que en un momento dado recibirán apoyo de quienes a través de sus apetencias (lumpen) siente que estos les garantizaran sus mezquinos intereses. Pero a pesar de este cuadro no me gana el pesimismo (así nos dice Alí) y no lo digo como arenga para levantar los ánimos; lo digo por convicción, por praxis revolucionaria, el pesimismo es contra revolucionario.
Revolución es cambiar las estructuras sociales, cambiar las relaciones de producción, es producir socialmente y distribuir socialmente con principios de justicia y equidad y estamos dando pasos concretos en ese sentido. Pero se complementa cambiando la superestructura capitalista, eso significa cambiar todo el entramado político, filosófico, moral y ético que valida y justifica al capitalismo.
Camaradas, la superestructura tiene que ver con toda la educación, la cultura y la ética que nos enseñaron, que no es otra, que la capitalista, así que nuestro principal enemigo esta en nuestros pensamientos y acciones; como decía una vieja canción; “somos hijos del prejuicio, combinado con el vicio, que es la forma más certera del pecado hacerlo juicio.” Y como expresión de esa cultura es el pesimismo; durante cuarenta años jugaron y disfrutaron con nuestro pesimismo, acaso, ¿qué fue el voto castigo? Votábamos en contra de AD y después dentro de cinco años en contra de COPEI, nos enseñaron que la política era sucia para que abandonáramos nuestra responsabilidad como seres sociales, como activadores del cambio. Ese pesimismo político como expresión de la educación capitalista es también un bloqueo a la creatividad y no podemos cerrarnos a la genialidad revolucionaria; por cada trampa, por cada chanchullo, por cada traición; inventemos una nueva acción constructiva.
De allí que revisémonos a cada instante y preguntémonos si con nuestras predicas y acciones somos agentes de la revolución o agentes de la colonización.
PATRIA SOCIALISTA O MUERTE
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