¿Será Farruco una persona tan hábil como para engañar reiteradamente al Presidente?

Respuesta rápida a Manuel Robinson

Manuel Robinson escribe un artículo en Aporrea con el título de “Farruco, un ministro de otra época” (www.aporrea.org/actualidad/a94851.html).

En estos días en que las páginas escuálidas están haciendo sopa de res con mi nombre, me llama la atención que Manuel Robinson encienda también su botón de alarma.

¿Por qué él piensa que soy de otra época? Seguramente no será por mi edad, ni porque esté volviendo a retomar una gestión. Mucho menos porque me identifique con la cuarta república. Estoy seguro de que no es así. ¿Por qué entonces?

Mi interpretación es que Manuel Robinson piensa que no estoy a la altura de un momento en que el Presidente llama a profundizar la Revolución. Seguramente cree que no soy lo suficientemente radical.

La primera pregunta que Robinson y yo tenemos que hacernos es: ¿Por qué el Presidente me devuelve al cargo? ¿Será que después de 7 años trabajando en su equipo de gobierno (1999-2000, y 2003-2009), el Comandante no me conoce bien? ¿Será Farruco una persona tan hábil como para engañar reiteradamente al Presidente? En verdad, esa hipótesis no tiene asidero. Si alguien por fortuna, ha dejado atrás la ingenuidad, ese alguien se llama Hugo Chávez.

De modo que si el Presidente me nombra Ministro del Poder Popular para La Cultura, en febrero de 2010, es indudablemente porque me considera a la altura del momento.

Así lo entiendo. Y debo confesar que así me siento.

Y así me reconozco. Como un revolucionario con la responsabilidad inmensa de profundizar la revolución desde la gestión cultural. He pensado mucho en eso, en cómo hacerlo. Y creo que tengo las ideas claras.

Pero espero que además de las ideas cuenten los hechos.

Alfredo Maneiro me sedujo para la militancia política en 1972. Y hasta ahora no he traicionado la confianza de Alfredo. Sus enseñanzas las llevo en el alma. Son mi guía permanente.

He tenido después (hemos tenido todos) la suerte de que apareciera en escena ese líder inmenso que hoy es Jefe de la Revolución.  Sigo a Chávez.  Lo estudio. Trato de interpretarlo en lo que hago, e intento atender a sus orientaciones. Con ellas trazo mis líneas.

Cuando me equivoco, rectifico. Pero tengo la mirada centrada en los objetivos.

Y sé cuáles son los objetivos de la gestión cultural en la Revolución.

A Manuel Robinson le entran dudas a raíz de una de mis columnas en El Correo de El Orinoco. Prescinde de todo lo que he venido exponiendo en ellas y basa su alerta en una frase que reproduce y subraya.

Ahora me va a tocar relacionarme institucionalmente, es decir, desde un cargo oficial, con todos los venezolanos y venezolanas a quienes debe alcanzar la gestión cultural y, de un modo muy particular, con los intelectuales y artistas, entre los cuales una parte a tener en cuenta es oposicionista”.

De verdad que no entiendo bien la duda. ¿Qué espera que haga un ministro (que lo es del gobierno nacional)? ¿Que no tenga en cuenta la existencia de venezolanos, intelectuales y artistas que no están con el Proceso? ¿Qué no tenga con ellos una relación institucional?

¿No es acaso la obligación del gobernante relacionarse con todos los ciudadanos?

Sobre el tipo de relación podemos conversar. En ese panfleto de Teodoro Petkoff, me llaman a cada rato comisario, estalinista y no se cuantas cosas más? Destilan un odio fascista y enfermizo hacia mí. Me pregunto ¿por qué será?

Yo quiero ponerle a Manuel Robinson un ejemplo práctico para pedirle su opinión. Hay al menos dos importantísimos grupos musicales (no quiero nombrarlos, pero cualquiera puede imaginarse cuales son), amados y admirados por nuestro pueblo, donde la mitad de sus integrantes son bolivarianos y la mitad escuálidos. ¡Qué cosa! Mitad y mitad. Pero han sabido llevar a cabo su trabajo cultural sin escindirse.

Me interesaría saber qué hacemos con ellos. ¿Los colocamos en el closet de los objetos olvidados?

¿Rompemos institucionalmente con ellos? ¡Por favor!

En estos días el Presidente recomendó editar y leer a Lenin.

Vamos a publicar algunas de sus obras. No dejaremos afuera, desde luego, “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”.



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Farruco Sesto

Arquitecto, poeta y ensayista. Ex-Ministro de Estado para la Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas. Ex-Ministro de Cultura.

 @confarruco

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