Instrumento político para el Socialismo del Siglo XXI

Indice

1. por qué es necesario un instrumento político.

1) Consideraciones generales.

a) Las relaciones socialistas de producción no nacen espontáneamente.

b) Una pesada cultura heredada.

c) Fragmentación del sujeto revolucionario.

d) La gente no tiene experiencia de gobernar

2) Tareas del instrumento político.

a) Luchar por transformar la conciencia del pueblo combatiendo la nefasta herencia cultural del pasado.

b) Elaborar un proyecto del país que queremos y orientar el curso del proceso.

c) Eliminar la fragmentación social y política heredada entusiasmando a millones de personas en torno a un objetivo común

d) Promover y facilitar la participación protagónica del pueblo.

3) Dos tareas adicionales.

a) Detectar y reclutar a nuevos cuadros que vitalicen y renueven al instrumento político.

b) Alertar a tiempo sobre las debilidades y los errores que se cometen.

2. Características de la militancia política que necesitamos.

a) Que con su forma de vivir y militar prefiguren la nueva sociedad.

b) No sectarios, dispuestos a dialogar y articular

c) Respetuosos de la organización autónoma del pueblo.

d) No cuadros con mentalidad de ordeno y mando sino pedagogos populares.

3. Burocratismo: principal flagelo a combatir tanto fuera como dentro del instrumento político

a) La raíz del burocratismo.

b) Funcionarios o cuadros que rechazan la iniciativa de la gente.

c) Negación directa de la actividad autónoma la gente.

d) Una tercera persona decide por uno.

4. Necesidad de promover una crítica pública para salvar al partido.

a) El partido no es inmune al fango cultural heredado.

b) Por qué ocurren estas situaciones.

c) Cómo combatir estos errores y desviaciones.

d) Criticar a funcionarios para salvar el partido.

e) La crítica pública no debilita a la revolución, la fortalece.

f) ¿Cuándo no sería necesaria la crítica pública?.

g) ¿Cómo evitar una crítica anárquica?.


 

1. Por qué es necesario un instrumento político

1) Consideraciones generales

a) Las relaciones socialistas de producción no nacen espontáneamente

1. La experiencia histórica demuestra que la intervención del Estado o del gobierno para hacer avanzar el proceso de transición al socialismo es crucial. Pero, ¿por qué es necesaria esa intervención del Estado? ¿Ocurrió esto de la misma manera en el capitalismo? No, el proceso histórico de desarrollo del capitalismo fue muy diferente.

2. Las relaciones capitalistas de producción nacieron en el seno de las sociedades precapitalistas[1] y las revoluciones políticas burguesas sólo tuvieron como misión la conquista del poder político para ponerlo al servicio de la expansión de ese modo de producción que tiene su propia lógica de desarrollo

3. Es la búsqueda de la ganancia mediante la explotación del trabajo asalariado y las leyes económicas que rigen este proceso lo que explica la dinámica capitalista. Lo que guía a este proceso es una lógica económica. El estado sólo interviene para crear las dos condiciones básicas de existencia del modo de producción capitalista: primera, la separación radical del productor de sus medios de producción y, segunda, la acumulación primitiva de capital dinero[2] , y luego, para facilitar o favorecer su lógica de funcionamiento.[3]

4. Las relaciones de producción socialistas, en cambio, no nacen en forma espontánea en el seno de la anterior sociedad sino que requieren de una intervención política de algún tipo de organización política que, apoyada por el pueblo, conquiste el poder del Estado o al menos el gobierno[4], para que desde esa posición se vayan creando las condiciones para hacer posible el avance gradual hacia el establecimiento de relaciones de producción socialista en las diferentes esferas económicas de la sociedad de acuerdo a las condiciones objetivas de cada país.

b) Una pesada cultura heredada

5. Pero esa gente, ese pueblo, que debe ser el actor principal de la edificación de la nueva sociedad no cae del cielo, arrastra una pesada herencia cultural. Por eso la construcción del socialismo requiere de un largo proceso de transformación cultural, en el que se vaya superando la cultura individualista del sálvese quien pueda; la cultura paternalista, que nos ha acostumbrado a esperar del Estado las soluciones en lugar de organizarnos y luchar por conseguirlas; la cultura consumista, que nos lleva a pensar en que si tenemos más somos mejores, en lugar de sentirnos mal por tener cosas superfluas mientras hay quienes muy cerca de nosotros no tienen lo mínimo para vivir dignamente.

6. El socialismo del siglo XXI sólo podrá consolidarse si logramos impregnar a la presente y a las futuras generaciones de una nueva ética humanista y solidaria, y respetuosa de la naturaleza, que ponga el acento más en el ser que en el tener.

7. Por otra parte, si la meta que perseguimos es el pleno desarrollo de cada persona, y cada una de éstas es diferente de la otra, uno de los rasgos más importantes de la cultura socialista debe ser el r espeto a las diferencias, el combate al machismo y todo tipo de discriminación.

c) Fragmentación del sujeto revolucionario

8. Otra de las realidades que heredamos: una sociedad inmensamente fragmentada. Ésta ha sido una de las estrategias usadas por el enemigo para debilitarnos. Nuestros procesos de transición suelen iniciarse con una clase obrera muy heterogénea, debilitada por los procesos de flexibilización laboral y subcontratación, y, muy dividida internamente, no sólo por las condiciones objetivas creadas por el neoliberalismo, sino por diferencias ideológicas, personalismos, caudillismos. Por otra parte, existe una gran cantidad de organizaciones sociales y políticas que luchan por sus propios objetivos y olvidan que lo más importante es llevar adelante la revolución.

d) La gente no tiene experiencia de gobernar

9. Aunque el objetivo estratégico a alcanzar es el autogobierno del pueblo, es decir que la gente se gobierne a sí misma, que el pueblo asuma el poder, esto no se puede dar de un día para otro. Como dice Aristóbulo Istúriz, nuestros pueblos no tienen “cultura de participación”, no tienen “experiencia real de gobernarse”, son pueblos acostumbrados “al populismo, al clientelismo, al no razonar políticamente, a pedir cosas”, es necesario, entonces, gobernar con la gente durante un cierto período de tiempo, para que la gente aprenda a gobernarse a sí misma, es decir a autogobernarse.[5]

2) Tareas del instrumento político

10. a. La construcción del socialismo implica entonces el desarrollo de nuevas relaciones de producción, la realización de una verdadera revolución cultural que nos permita superar la cultura heredada, la construcción del sujeto revolucionario que sustentará todo el proceso, y el aprendizaje del pueblo en formas de autogobierno y es todo esto no puede lograrse en forma espontánea, de ahí la necesidad de un instrumento político.

11. A continuación nombraremos las principales tareas que este instrumento debe asumir:

a) Luchar por transformar la conciencia del pueblo combatiendo la nefasta herencia cultural del pasado.

12. Marx estaba convencido que se requerían décadas de “guerras civiles y luchas populares no sólo para [cambiar la realidad sino para cambiar a los trabajadores y capacitarlos para] ejercitar el dominio político.”[6] Es necesario que las personas, a través de sus prácticas sociales y de su lucha, vayan saliendo del fango de la cultura heredada al ir descubriendo, experimentando y e incorporando a su forma de vivir nuevos valores: los valores del humanismo, la solidaridad, el respeto a las diferencias, el combate al machismo y todo tipo de discriminación, y los hagan suyos

13. Pero no basta estas prácticas, se requiere ideas nuevas que le salgan al paso a las viejas ideas, sino para qué habría Marx dedicado toda su vida a escribir El capital. Se requiere —como dice Fidel Castro— dar una batalla de ideas. Pero las batallas no se dan en forma exitosa si alguien no conduce la batalla. He ahí una de las razones de la necesidad de que exista un instrumento político.

14. Esta organización política debería de responsabilizarse también de elaborar una estrategia de formación —a través de la práctica y de cursos más estructurados— que facilite a sus militantes y al pueblo en general la adquisición de nuevos conocimientos que les permita tener una actitud crítica frente de a la cultura heredada y los capacite para ir asumiendo cada vez mayores responsabilidades en la construcción de la nueva sociedad.

b) Elaborar un proyecto del país que queremos y orientar el curso del proceso

15. Una organización política es necesaria, en segundo lugar, porque se requiere una entidad que cree las condiciones para elaborar inicialmente una propuesta, programa o proyecto nacional alternativo al capitalismo, que sirva de carta de navegación para orientarse, para no perder el rumbo, para encaminarse certeramente a la construcción del socialismo, para no confundir lo que hay que hacer ahora con lo que hay que hacer luego, para saber que pasos dar y cómo darlos, es decir, necesitamos una brújula que permita que el barco no se extravíe y llegue seguro a su destino.

16. Si he hablado de una elaboración inicial por parte de la organización, es porque creo que debemos tener muy presente que ese proyecto deberá ir siendo enriquecido y modificado a partir de la práctica social, de la opiniones y sugerencias de los actores sociales, porque, como hemos dicho anteriormente, el socialismo no se puede decretar desde arriba, hay que irlo construyendo con la gente.

17. Rosa Luxemburgo no se cansa de repetir que la senda hacia el socialismo no está trazada de antemano, que tampoco hay fórmulas ni esquemas predeterminados, ya que “la clase proletaria moderna no conduce su lucha según esquema alguno reproducido en un libro o en una teoría, sino que la lucha moderna de los trabajadores es un trozo de historia, un trozo de evolución social y, en medio de la historia, en medio de la evolución, en medio de la lucha, aprendemos cómo debemos luchar”[7].

18. Y esta tarea requiere de tiempo, de investigación, de conocimiento de la realidad nacional e internacional. No es algo que se pueda improvisar de un día para otro y, menos, en el complejo mundo en que vivimos. Este proyecto debe plasmarse en un programa que cumpla el papel de esa carta de navegación de la que hablábamos y se concrete en un plan de desarrollo nacional.

19. El instrumento político debe propiciar un constante debate sobre los grandes temas nacionales para ir enriqueciendo ese plan y los programas más concretos que de él puedan derivar. Coincido con Farruco Sesto en que este debate no puede limitarse a una simple confrontación de ideas sino que debe “conducir a la construcción colectiva de ideas y de respuestas a los problemas” “[...] Unos argumentos sumados o contra puestos a los otros, irán permitiendo la elaboración de una verdad compartida.”

20. La organización política debería ser —según él— “un gran taller de pensamiento estratégico desplegado por todo el territorio [...]”[8]

21. Yo particularmente pienso que el partido no sólo debe estimular un debate interno, sino que también debe procurar abrir espacios de debate público sobre los temas de interés más general, en el que puedan participar todos los ciudadanos y ciudadanas interesados.

22. Por eso coincido nuevamente con Farruco en que como el partido no es algo aislado del pueblo, sino que tiene que hacer “su vida en el pueblo”, el lugar ideal para el debate es el “seno del movimiento popular”. Y que “si una de las líneas estratégicas de la revolución es transferir el poder al pueblo, ello implica la transferencia de la capacidad, no sólo de decisión, sino de la elaboración de los fundamentos de la decisión.”[Porque] producir las ideas y clarificar los caminos es la más importante de las actividades en el ejercicio del poder.”[9]

c) Eliminar la fragmentación social y política heredada entusiasmando a millones de personas en torno a un objetivo común

23. La construcción del socialismo requiere aunar la máxima cantidad posible de fuerzas internas e internacionales para poder vencer a las fuerzas que se resiste a perder sus privilegios. Necesitamos una instancia política que entienda que no basta con construir una gran organización compuesta por cientos de miles de militantes, que es necesario ir más allá. Es necesario crear espacios de encuentro y promover la articulación de las diferentes prácticas emancipatorias existentes tratando de reunir en torno a objetivos comunes a todos los actores: partidos, movimientos y organizaciones sociales, individuos... Una instancia capaz de entusiasmar a millones de hombres y mujeres para luchar por un objetivo común.

24. Y no debemos pensar sólo en los sectores populares, sino también en sectores medios, profesionales, y aún aquellos sectores empresariales dispuestos asumir como suyo el plan de desarrollo nacional anteriormente mencionado. Sólo así seremos capaces de vencer a fuerzas inmensamente más poderosas que se oponen a la transformación social que buscamos.

d) Promover y facilitar la participación protagónica del pueblo

25. Por último, y la tarea más importante, porque sin ello nunca lograremos construir el socialismo: se necesita un instrumento político que estimule la participación protagónica del pueblo en los más diversos ámbitos políticos y sociales del país y se ponga al servicio de ésta, para que sea el propio pueblo el constructor de la nueva sociedad.

26. Sólo así seremos consecuentes con la tesis de que la práctica revolucionaria es esencial para la emancipación de los trabajadores y trabajadoras, y del movimiento popular en general y de que es a través de ella que se alcanza el pleno desarrollo humano, la gran meta que buscamos.

3) Dos tareas adicionales
a) Detectar y reclutar a nuevos cuadros que vitalicen y renueven al instrumento político

27. A todo proceso de construcción del socialismo se le presenta el problema de la escasez de cuadros. Generalmente se cuenta con muy pocos cuadros revolucionarios preparados política y técnicamente para poner en práctica eficientemente las múltiples y complejas tareas que plantea la construcción del socialismo. Por ello todos nuestros gobiernos de izquierda han tenido que utilizar la experticia de muchos profesionales y técnicos que han trabajado para gobiernos anteriores y no están imbuidos de conciencia revolucionaria.

28. Necesariamente esta situación debe cambiar si queremos realmente avanzar en la construcción del socialismo. El instrumento político debería preocuparse muy especialmente de detectar a los nuevos cuadros que van surgiendo en los distintos espacios de participación popular que crea la revolución. Y como medida transitoria, tal vez, recurrir a cuadros profesionales y técnicos comprometidos con el proyecto revolucionario provenientes de otros países, cuya tarea fundamental sería ir formando a los nuevos cuadros del país en el propio ejercicio de su cargo.

29. Por otra parte, se requiere nuevos cuadros provistos de los nuevos valores, para que vitalicen y renueven en el instrumento político.

b) Alertar a tiempo sobre las debilidades y los errores que se cometen

30. A través de lo que se ha dicho a lo largo de todo este trabajo se puede observar la complejidad del proceso de construcción del socialismo: a) hay que trabajar con una estructura estatal heredada; b) hay que recurrir a cuadros profesionales y técnicos que no comparten el proyecto que se quiere construir; c) hay que apoyarse en un pueblo cuya cultura política está muy lejos de ser la deseada; d) hay que experimentar cómo ir avanzando en la transformación de las relaciones de producción en sociedades donde en lugar de reinar la abundancia reina la escasez; d) hay que trabajar muchas veces con partidos conformados para luchar en el terreno electoral, y plagados de oportunistas que quieren aprovechar su adhesión al partido para conseguir algún cargo o prebenda, e) hay que aceptar, transitoriamente, que altos dirigentes del partido sean , al mismo tiempo, altos dirigentes del Estado, por la escasez de cuadros con los que se cuenta.

31. A esto hay que agregar el constante peligro de burocratización aún de los cuadros más revolucionarias. El aparato de Estado heredado suele triturar a a muchos de ellos que comienzan a abandonar la lógica revolucionaria y a trabajar con la lógica administrativista, o a corromperse.

32. Difícilmente en un proceso de esas características puedan evitarse desviaciones o errores. De ahí la necesidad de que se cuente con un instrumento político que cumpla el papel de conciencia crítica del proceso: que alerte a tiempo para que se corrijan estos errores y desviaciones, y que, a su vez sea muy autocrítico.

2. Características de la militancia política que necesitamos

33. Para que los militantes revolucionarios contribuyamos a la construcción del socialismo —que tiene como meta el pleno desarrollo humano a través de la práctica— nuestra principal tarea debe ser promover y facilitar la participación protagónica el pueblo.

34. Pero para ello debemos empezar por cambiar nuestra forma de concebir la política. No podemos reducir la política a la lucha por ganar puestos en las instituciones del Estado, ni a pretender dirigir todo desde arriba porque nos creemos poseedores de la verdad.

35. Veamos a continuación los rasgos más importantes que debieran poseer los militantes de la nueva organización política.

a) Que con su forma de vivir y militar prefiguren la nueva sociedad

36. Hemos dicho anteriormente que una de las dificultades que enfrentamos en la construcción del socialismo es la herencia cultural de nuestros pueblos, del tipo de conciencia heredada. Tenemos que empezar a construir el socialismo sin tener todavía un pueblo que haya hecho suyos los valores socialistas. Pero, por otra parte, no podemos construir el socialismo sin hombres y mujeres socialistas, ¿cómo resolver esta contradicción? Lo que ocurre es que existen personas que —a través de su compromiso con luchas anteriores— han logrado transformar su conciencia y empezar a practicar los valores socialistas. Esos deben ser los militantes que conformen el nuevo instrumento político.

37. Los militantes debemos cuidar que nuestra propia práctica no se contradiga con los valores de la nueva sociedad que queremos construir.

38. En un mundo en que reina la corrupción y existe un creciente descrédito en los partidos políticos y, en general, en la política, es fundamental que presentemos un perfil ético netamente diferente, que seamos capaces de encarnar en nuestra vida cotidiana los valores que decimos defender. Debemos se democráticos, solidarios, dispuestos a cooperar con los demás, a practicar la camaradería, la honestidad a toda prueba, la sobriedad. Debemos proyectar vitalidad y alegría de vivir.

39. Nuestra práctica debe ser coherente con nuestro discurso político.

40. La gente rechaza esas iglesias, que prometen democracia sin discriminaciones para todas las clases sociales y que niegan a sus propios fieles la más elemental libertad de expresión cuando no aceptan ciegamente sus consignas [...], estados mayores que negocian y pactan por su cuenta el bienestar de todos; [...] máquinas gigantes que confiscan la iniciativa, la acción y la palabra del individuo [...][10]

41. Y como el objetivo de la revolución social no es solamente luchar para sobrevivir sino transformar la forma de vivir, como dice Orlando Núñez,[11] es necesario que incursionemos en el mundo de la moral y del amor buscando la transformación directa y cotidiana de [nuestro] modo de vivir, pensar y sentir [...][12]

42. Si luchamos por la liberación social de la mujer, debemos empezar desde ya por transformar las relaciones hombre‑mujer en el seno de la familia, superar la división del trabajo en el hogar, la cultura machista; si consideramos que la arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud[13], debemos educarla para que piense por sí misma, adopte posiciones propias y sea capaz de defenderlas sobre la base de lo que siente y piensa; si luchamos contra la discriminación racial debemos ser coherentes con ello en nuestra propia vida.

b) No sectarios, dispuestos a dialogar y articular

43. Debemos entender que para triunfar necesitamos el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo Y por ello deben propiciar espacios de encuentro y articular todas las fuerzas revolucionarias.

44. Todo sectarismo, toda actitud de prepotencia, sólo contribuirá a debilitar el proceso hacia el socialismo. No podemos imponer nuestras ideas y nuestros candidatos porque somos la organización política mayoritaria, aunque esta mayoría sea muy notable. Una pequeña organización revolucionaria puede contar proporcionalmente con una mayor cantidad de cuadros preparados para asumir las tareas de gobierno que el propio partido mayoritario. Lo que debe contar aquí es la calidad, no la cantidad, y, por supuesto, la fidelidad al programa de gobierno. Debemos evitar reproducir la nefasta práctica de la Unidad Popular chilena en que todos los cargos se repartían por cuotas. Cada partido tenía una cuota y practicaba su propia política.

45. Por otra parte, debemos recordar que históricamente hay minorías que han tenido la razón porque su análisis de la realidad estaba más cercano a los hechos y porque fue capaz de descubrir las verdaderas motivaciones de determinados sectores sociales.[14]

c) Respetuosos de la organización autónoma del pueblo

46. Debemos expresar un gran respeto por la organización autónoma del pueblo. Debemos contribuir a ese desarrollo autónomo, dejando atrás todo intento de manipulación. Debemos partir de la base de que los cuadros políticos no son los únicos que tienen ideas y propuestas y que, por el contrario, el movimiento popular tiene mucho que ofrecer, porque en su práctica cotidiana de lucha va aprendiendo, descubriendo caminos, encontrando respuestas, inventando métodos, que pueden ser muy enriquecedores.”[15]

d)  No cuadros con mentalidad de ordeno y mando sino pedagogos populares

47. Los militantes y especialmente los dirigentes del nuevo instrumento político no podemos tener una mentalidad de ordeno y mando. Debemos ser fundamentalmente pedagogos populares, capaces de potenciar toda la sabiduría que existe en el pueblo —tanto la que proviene de sus tradiciones culturales y de lucha, como la que adquiere en su diario bregar por la subsistencia— a través de la fusión de esta sabiduría popular con los conocimientos más globales que la organización política pueda aportar.”[16] Por eso es tan sabia la consigna: “mandar obedeciendo”.

3. Burocratismo: principal flagelo a combatir tanto fuera como dentro del instrumento político

48. Una de las desviaciones que más daño ha hecho en las experiencias históricas del socialismo soviético ha sido el del burocratismo. ¿Y por qué decimos esto? Porque destruye la energía y creatividad de la gente, del pueblo, del verdadero constructor de la nueva sociedad e impide, por lo tanto, que se logre la meta del socialismo del siglo XXI: que los hombres y las mujeres se desarrollen plenamente a través de la propia práctica revolucionaria.

a) La raíz del burocratismo

49. Pero dónde está la raíz de este flagelo. Si sólo se tratase de papeleo y de peloteo de la gente bastaría con mejorar la gestión para eliminarlo, pero no se trata sólo de eso, el fondo de la cuestión yace en cómo se concibe y se implementa la gestión de una institución: si son los funcionarios o cuadros de alto nivel los que toman las decisiones —porque ellos creen ser los únicos que tienen la experticia para hacerlo— o se confía en la militancia y en el pueblo organizado, en su energía y creatividad.

b) Funcionarios o cuadros que rechazan la iniciativa de la gente

50. Se decía mucho en la Unión Soviética que sólo se podría salir adelante en ese país desvastado por la guerra imperialista y la guerra civil si los trabajadores y campesinos en masa se comprometían a trabajar por la reconstrucción del país, pero cuando éstos tomaban en serio dichas orientaciones y trataban de aplicarlas en la vida real tomando diversas iniciativas (organizar, por ejemplo, un comedor popular o una guardería infantil para acrecentar la mano de obra femenina), éstas eran rechazadas por las autoridades centrales tanto del partido como del gobierno con diferentes pretextos, pero la razón de fondo era que no soportaban que la gente hubiese tenido iniciativas no controladas por ellos.

c) Negación directa de la actividad autónoma la gente

51. El burocratismo es la negación directa de la actividad autónoma de la gente. Cualquier iniciativa independiente, cualquier pensamiento nuevo son considerados una herejía, una violación de la disciplina del partido. El centro debe decidir y supervisar todas y cada una de las cosas que se hagan. Nada puede realizarse sin la venia del centro.

52. Alejandra Kollontai, la militante feminista y dirigente de Oposición Obrera[17] pone un ejemplo muy ilustrador: “¿Qué pasaría, por ejemplos, si algunos de los miembros del Partido Comunista Ruso —aquellos que fuesen aficionados a los pájaros— decidiesen conformar una asociación para preservar los pájaro? La idea parece útil. En ningún caso perjudica ningún proyecto estatal. Pero sólo parece que sea así. De repente podría aparecer una institución burocrática que podría reclamar el derecho de manejar esta iniciativa particular. Esta institución particular ‘incorporaría inmediatamente’ esta asociación dentro de la maquinaria soviética, matando, por lo tanto, la iniciativa directa y, en lugar de la iniciativa directa, aparecería un montón de decretos y regulaciones que darían suficiente trabajo a cientos de otros funcionarios [...].[18]

d) Una tercera persona decide por uno

53. El burocratismo pretende resolver los problemas con decisiones formales tomadas por una persona o un pequeño grupo, sea en el partido o en alguna institución del Estado, pero jamás se consulta a los verdaderos interesados. De esta manera no sólo restringe la iniciativa de los miembros del partido sino también de las masas sin partido. La esencia del burocratismo es que una tercera persona es quien decide por uno.

4. Necesidad de promover una crítica pública para salvar al partido

a) El partido no es inmune al fango cultural heredado

54. Como hemos afirmado anteriormente se requiere un largo proceso de transformación cultural para salir del fango de la cultura heredada. Según Marx, esta transformación se logra sólo a través de décadas de guerras civiles y luchas populares. Y la historia le ha dado la razón. No sólo es difícil que la gente común cambie, esto también ocurre entre quienes militan en la propia instancia política.

55. Aún los partidos más fogueados en la lucha revolucionaria, aquellos que estuvieron a la cabeza de guerras de liberación nacional durante muchos años, como el Partido Comunista Chino y el Partido Comunista Vietnamita han sufrido el flagelo del burocratismo y la corrupción. A pesar de los enormes sacrificios que vivieron durante los años de lucha por liberar a sus pueblos, varios de sus dirigentes han dejado de ser servidores del pueblo, se han alejado de él, se han acomodado, se han vuelto arrogantes, tratan prepotente y autoritariamente a la gente, gozan de privilegios, y han caído en actos de corrupción inflando datos para complacer a sus superiores o para obtener premios económicos, o usando recursos públicos para objetivos personales.

b) Por qué ocurren estas situaciones

56. Pero ¿por qué ocurren estas situaciones? Hay que recordar que las revoluciones cargan sobre sus hombros una cultura política heredada, donde siempre quienes ocuparon cargos públicos gozaron de consideraciones especiales y privilegios. Por otra parte, si su futuro político no depende de la gente a la que deben servir, sino de sus superiores, es natural que los funcionarios estén más inclinados a satisfacer las demandas de éstos que a responder a las necesidades y aspiraciones de la gente. Suele ocurrir que deseosos de complacer a sus superiores o de conseguir más estímulos monetarios, falsifican los resultados o logran los resultados pedidos a costa de la calidad de las obras. Ha sido algo común en los países socialistas la tendencia a inflar los datos sobre la producción. Pero, este no sólo es un problema de deshonestidad moral, sino que, al desinformar sobre la situación realmente existente, ello impide que se adopten a tiempo las medidas correctoras necesarias.

57. Por otra parte, suele ocurrir que quienes adulan a sus superiores son promovidos a cargos de mayor responsabilidad, mientras que los que critican, adoptando una postura independiente, son marginados a pesar de su competencia.

c) Cómo combatir estos errores y desviaciones

58. ¿Cómo combatir estos errores y desviaciones? ¿Podrá confiarse en que el propio partido resuelve internamente sus problemas creando, por ejemplo, una comisión de ética destinada a hacer frente a estas situaciones? Parece que esta no es la solución.

59. La historia ha demostrado —especialmente en los regímenes de partido único o de un partido claramente hegemónico que sustenta al gobierno y que muchas veces se confunde con él— que es necesario que ese partido sea controlado desde abajo, sea sometido a la crítica pública. Ése parece ser el único camino para evitar que sus cuadros se burocraticen, se corrompan y empiezan a sentirse dueños del destino de la gente y a poner freno al protagonismo popular.

60. Según Mao Tse Tung, “la única forma eficaz de evitar que el polvo y los microbios políticos infecten la mente de [los] camaradas del partido y el cuerpo [del] partido” es entre otras cosas “no temer a la crítica y autocrítica”, decir todo lo que se sepa y decirlo “sin reservas”, no culpar al que hable, más bien “tomar sus palabras como una advertencia”, corregir “tus errores si los has cometido y [guardarte] de ellos si no has cometido ninguno”.[19]

d) Criticar a funcionarios para salvar el partido

61. Hay autores que ante los errores y desviaciones cometidas por cuadros del partido tratan de convencernos de que todo partido o, como yo prefiero llamar, todo instrumento político es malo. Creo haber argumentado anteriormente suficientemente que, en la construcción del socialismo, no podemos prescindir de un instrumento político. Por lo tanto, de lo que se trata no es de pretender prescindir de un instrumento político sino de buscar correctivos a estos posibles desvíos.

62. Por eso, de la misma forma en que Lenin pensó que para salvar el Estado soviético había que aceptar la existencia de movimiento huelguístico destinados a luchar contra sus desviaciones burocráticas, nosotros podemos pensar hoy que para salvar al instrumento político —que es mucho más que la suma de sus dirigentes— debemos permitir al pueblo organizado cuestionar públicamente los errores y desviaciones que puedan cometer algunos de sus cuadros.

63. Y hay un argumento de fondo para esto. Debemos recordar que la instancia política es el instrumento creado para lograr alcanzar la meta socialista del pleno desarrollo de todas las personas y que, por lo tanto, es la gente, el pueblo, y no el partido, lo fundamental. Ellas tienen derecho a vigilar que el instrumento que las ayudará a desarrollarse cumpla su papel, que sus cuadros sean realmente facilitadores del protagonismo popular, que no pretendan ahogar la iniciativa de la gente, irrespetarla, y, mucho menos, usar sus cargos para obtener privilegios o recursos injustificados.

64. Si somos realistas no podemos pensar que los propios dirigentes del partido se hagan el harakiri. . La tendencia es a que estos busquen autoprotegerse de las críticas de sus subordinados y del pueblo en general. Por eso, es fundamental que sea la gente la que supervise la gestión de los dirigentes del gobierno y del partido. Y para ello hay que permitirle que critique públicamente los errores de esos dirigentes sin ser catalogada de “actitud antipartido”. El instrumento político tiene que entender que deshacerse de esos funcionarios prepotentes y corruptos que lo desprestigia no hace sino fortalecer al partido.

65. Es importante que el descontento de la gente ante los errores o desviaciones que cometen los dirigentes no sea sufrido en forma pasiva, porque va acumulándose en su interior y en un momento determinado podrían explotar. Por otra parte, si se establecen canales de expresión de ese malestar, podrían corregirse a tiempo los defectos detectados.

e) La crítica pública no debilita a la revolución, la fortalece

66. Un argumento que suele usarse para condenar la crítica pública es que ésta es usada por los enemigos para debilitar al partido y al proceso de cambio, de ahí que algunos acusen de actitudes antipartido o contrarrevolucionarias a quienes la practican.

67. En este sentido, son importantes las reflexiones que Fidel Castro hiciera sobre la crítica y autocrítica a fines del 2005, luego de medio siglo de revolución, en una entrevista que diera a Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique. Días antes, 17 de noviembre, el máximo líder de la revolución cubana había dicho que había que dar “una guerra sin cuartel” contra algunos males que existían en el país como la pequeña corrupción, el robo al Estado y el enriquecimiento ilícito y le informa a Ramonet que “están invitando a todo el pueblo a que coopere en esta batalla, la batalla contra toda las deficiencias, entre ellas los pequeños robos y los grandes despilfarros de cualquier tipo, en cualquier lugar [...]. Y cuando el periodista francés le pregunta por qué no funcionó “el método habitual del recurso a la crítica ya la autocrítica”, Fidel respondió:

68. sus. “Nosotros confiábamos en la crítica y en la autocrítica, sí. Pero eso casi se ha fosilizado. Ese método, tal como se estaba utilizando, ya prácticamente no servía. Porque las críticas suelen ser en el seno de un grupito; nunca se acude a la crítica más amplia, la crítica en un teatro por ejemplo, con cientos o miles de personas. [...]

69. “Hay que ir a la crítica y a la autocrítica en el aula, en el núcleo y después fuera del núcleo, en el municipio, y en el país. [...] Debemos utilizar esa vergüenza que sin duda tienen los hombres. [...].[20]

70. Más delante, luego de haber reconocido varios errores cometidos por la revolución, estimulado por otra pregunta de su entrevistador sostuvo: “No tengo miedo de asumir las responsabilidades que haya que asumir. No podemos andar con blandenguería. Que me ataquen, que me critiquen. Sí, muchos deben estar un poco doliditos... Debemos atrevernos, debemos tener el valor de decir las verdades.”

71. Pero, lo que a mí me pareció más sorprendente e interesante fue que agregó: “No importa lo que digan los bandidos de afuera y los cables que vengan mañana o pasado comentando con ironía. Los que ríen último, ríen mejor. Y esto no es hablar mal de la Revolución. Esto es hablar muy bien de la Revolución, porque estamos hablando de una revolución que puede abordar estos problemas y puede agarrar al torito por los cuernos, mejor que un torero de Madrid. Nosotros debemos tener el valor de reconocer nuestros propios errores precisamente por eso, porque únicamente así se alcanza el objetivo que se pretende alcanzar.”[21]

72. Resumiendo, la crítica pública puede servir al enemigo para atacar al partido y a la revolución, pero más sirve a los revolucionarios para corregir a tiempo los errores y fortalecer así al partido y la revolución.

f) ¿Cuándo no sería necesaria la crítica pública?

73. Si el instrumento político tuviesen un excelente sistema de información que le permitiese detectar rápidamente cuáles de sus cuadros han caído en errores o desviaciones; y si, además, tomase de inmediato medidas contra esos cuadros, no habría ninguna necesidad de realizar una crítica pública. Tampoco habría necesidad de hacerlo si esta información le fuese suministrada desde fuera del partido o desde su propia base y tuviese tiempo para procesarla y adoptar las sanciones correspondientes.

74. Pero si estas condiciones no existe, y los errores y desviaciones que se cometen a diario están a la vista de todos, entre ellos de la oposición, mi criterio es que no queda otro camino que denunciarlos públicamente para apelar, como dice Fidel, al menos a la vergüenza de esas personas que con su actitud están destruyendo al instrumento político.

75. ¿Acaso no es más conveniente pedir al pueblo, a la gente que vive muy de cerca éstos defectos de los cuadros, que vigile su comportamiento y denuncie los errores y desviaciones en los que caen, desde su dolor y con espíritu constructivo, a que lo hagan nuestros enemigos desde la rabia y el deseo de aniquilamiento de nuestro proyecto revolucionario?

g) ¿Cómo evitar una crítica anárquica?

76. a. Pero insistir en la necesidad de la crítica pública, no significa avalar toda crítica pública. Hay que evitar la crítica anárquica, destructiva, poco fundamentada. La crítica debe estar impregnada del deseo de resolver problemas, no de aumentarlos.

77. Para ello es necesario: a) que las críticas y denuncias que se hagan estén bien fundamentada; b) que existan fuertes sanciones para quienes hagan críticas o denuncias infundadas; c) que toda crítica vaya acompañada de propuestas de solución; d) que en una primera instancia se procure hacerlas llegar primero al partido y si en un plazo corto no hay respuesta, entonces se las haría públicas.

78. El ideal es que el partido se adelante creando espacio abierto para que todas las personas interesadas puedan pronunciarse sobre cómo están funcionando los cuadros del partido y del Estado en una determinada localidad. ◄.



[1]. Feudales, esclavistas, tributarias o asiáticas.

[2]. Recordemos lo que Marx escribía en El Capital “El descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas en América, el exterminio, esclavización y soterramiento en las minas de la población aborigen, la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la transformación de África en un coto reservado para la caza comercial de pieles‑negras” Libro III, p.939

 [3]. Marta Harnecker Los conceptos elementales del materialismo histórico, Siglo XXI editores, México, Ed.51 revisada y aumentada y siguientes, Capítulo IX. La transición, punto 1. El problema de la transición en El capital.  

[4]. Ver un desarrollo del tema acerca de la construcción del socialismo desde el gobierno en: Marta Harnecker, América Latina y el socialismo del siglo XXI, libro en preparación.

[5]. Marta Harnecker, Haciendo camino al andar, Monte Ávila editores, Caracas 2005, pp.334-335.

[6]. Marx, Revelaciones sobre el proceso a los comunistas en Colonia [1953] en Obras Escogidas, Editorial Lautaro, 1946, p.94. En inglés: Collected Works, vol.11, 1979, p.403.

[7] . Rosa Luxemburgo, La huelga política de masas y los sindicatos, Discurso ante la Asamblea extraordinaria de miembros de la Unión de Trabajadores Metalúrgicos Alemanes, Hagen, 1 oct.1910, en Luxemburg, R.; Obras Escogidas, I, México, Era, 1978, p.478.

[8]. Farruco Sesto, ¡Que viva el debate! , Editorial Pentagráfica, Caracas, 2009, pp.10-11,

[9]. Op.cit. pp.27-28. En este mismo sentido va la siguiente afirmación de Alejandra Kollontai: “Temores a la crítica y a la libertad de pensamiento, combinado con la desviación burocrática produce a menudo resultados nefastos. No puede haber auto actividad sin libertad de pensamiento y de opinión, ya que la auto actividad se manifiesta no sólo en iniciativa, acción y trabajo, sino también en pensamiento independiente.” Ver http://www.marxists.org/archive/kollonta/1921/
workers-opposition/ch03.htm.

[10]. Octavio Alberola, Ética y revolución, en revista El Viejo Topo Nº19, Madrid, abril 1978, p.35. Esta cita y lo que sigue en este punto proviene de mi libro Reconstruyendo la izquierda, Siglo XXI Editores, México, 2007 párrafos 412 al 408.

[11]. O. Núñez, La insurrección de la conciencia, Ed. Escuela de Sociología de la Universidad Centroamericana, Managua, Nicaragua, 1988, p.29.

[12]. Ibid. p.60.

[13]. E. Guevara, El socialismo y el hombre en Cuba..., op.cit. p.169.

[14]. Ver Marta Harnecker, Reconstruyendo la izquierda, Op.cit. párrafo 449-458

[15]. Op.cit. párrafo 354, p.114.

[16]. Op.cit. párrafo 364, p.117.

[17]. Corriente interna dentro del partido bolchevique que propiciaba una mayor democracia interna dentro del partido.

[18]. http://www.marxists.org/archive/kollonta/1921/workers-opposition/ch03.htm.

[19]. Mao Tse Tung, Sobre el gobierno de coalición, 24 de abril de 1945, Obras Escogidas, t. III , Ediciones en lenguas extranjeras, Pekín, 1968.

[20]. Ignacio Ramonet, Cien horas con Fidel, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, la Habana, 2006. p.677

[21]. Op.cit. pp. 682 y 683.



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Marta Harnecker


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