La alianza entre partidos y organizaciones políticas que comparten un mismo programa de Gobierno es esencial lograrla, mantenerla y fortalecerla para la consolidación y avance progresivo de un proceso revolucionario. Hace unos años se conformó el denominado Gran Polo Patriótico que en verdad, eso debe reconocerse, ha funcionado simplemente como simbolismo, de manera especial, cuando se van a realizar procesos electorales. La partida del camarada Chávez cambia, por completo, ese panorama y si eso no se interpreta correctamente, saldrán a la palestra pública muchas conclusiones políticas erradas producto de análisis políticos desacertados.
Hasta el último día de vida del camarada Chávez corrió de boca en boca aquello de que los votos que sacaban las organizaciones políticas del Gran Polo Patriótico que habían decidido no disolverse en el PSUV, eran votos exclusivos del camarada Chávez que, por una u otra razón o motivo, no estaban convencidos para hacerlo por el PSUV y eso, en un buen sentido, era una visión acertada. Lo real es que el Gran Polo Patriótico nunca funcionó como una dirección colectiva del Proceso Bolivariano, fundamentalmente, por el nivel de credibilidad en el camarada Chávez que tenían las demás organizaciones, partidos políticos y personas solidarios con el Proceso Bolivariano y, especialmente, con su líder.
El recién finalizado proceso electoral con el resultado anunciado por el CNE y que ya toda Venezuela y todo el mundo conoce (el camarada Maduro gana con un 50.77% a su adversario Capriles, quien obtuvo un 48,95% de los votos escrutados) pone en el tapete de la política la necesidad, entre tantas, de hacer un profundo análisis y una profunda reflexión sobre la relación entre el PSUV y el resto de organizaciones y partidos políticos que conforman el Gran Polo Patriótico. Tal vez, alguien crea que no ha cambiado nada y debe seguirse manteniendo el Gran Polo Patriótico tal como se ha venido desenvolviendo y destacarlo sólo cuando se acercan elecciones creyendo que eso es suficiente para atraer votos en favor del Proceso Bolivariano.
Vayamos a la realidad de los votos por partidos políticos del Gran Polo Patriótico, sin incluir –por ahora- al PSUV, en el proceso electoral del 14-A: PCV (282.947), Tupamaro (247.355), PODEMOS (220.201), PPT (117.282), NCR (104.660), REDES (94.149), MEP (93.096), UPV (89.895), por citar los ocho que más sacaron votos. Eso da un total de 1.249.612. Por su parte el PSUV obtuvo 6.183.947. Los partidos de la Oposición obtuvieron 7.302.641. Eso significa que superaron al PSUV por la cantidad de 1.118.694. Sin embargo la suma de los votos del PSUV con el resto de los partidos y organizaciones del Gran Polo Patriótico alcanzó la cantidad de 7.575.506, lo cual le otorgó una ventaja al camarada Maduro de 272.855 votos para un 1,82% de ventaja sobre Capriles y de acuerdo a las reglas del juego democrático en Venezuela, es triunfador en un proceso electoral quien obtenga aunque sea un solo voto por encima de quien ocupe el segundo lugar.
Una Revolución es cuestión, en primera instancia, de una dirección colectiva donde se analicen las diversas situaciones objetivas y hasta subjetivas del campo internacional como de lo nacional, lo regional, lo municipal y lo parroquial, porque la misión esencial de una dirección revolucionaria es prever y esto sólo puede ser el fruto de análisis y reflexiones correctas para que se lleguen a conclusiones correctas. Se dice que muchas cabezas piensan más que una. Cierto es que hay líderes que saben pensar por muchísimas cabezas y eso es de gran importancia para un proceso revolucionario pero eso no excluye, jamás, la necesidad de funcionamiento del sentido colectivo de la dirección política de una Revolución.
El caso venezolano, en cuestión de partidos políticos, no tiene ninguna semejanza ni con la Revolución Rusa de Octubre de 1917 ni con la Revolución Cubana de Enero de 1959. ¿Por qué?: tanto en la rusa como en la cubana se llegó al poder político a través de la violencia revolucionaria y hubo necesidad, debido a las circunstancias concretas de activismo bélico de la contrarrevolución, de suprimir la existencia de otros partidos políticos. En Venezuela no existen, ni siquiera medianamente, condiciones objetivas y subjetivas para la ilegalización de los partidos políticos que se oponen al Proceso Bolivariano. Esa es una verdad que de no entenderse conduciría a la Revolución por un despeñadero y de forma acelerada.
Si hacemos una analogía en las votaciones obtenidas por los partidos y organizaciones políticas que conforman el Gran Polo Patriótico en las elecciones del 7 de octubre de 2012 (siendo el camarada Chávez candidato) y del 14 de abril de 2013 (siendo el camarada Maduro candidato), observaremos que el PSUV, el PCV, el PPT, el MEP y Redes, bajaron su porcentaje de votos mientras que Tupamaro, NCR, Podemos y UPV, subieron. Cosa que no es cuestión de mayor preocupación, porque todos esos votos fueron en favor del camarada Maduro, pero sí nos indican que la no presencia del camarada Chávez influye en el reparto de votos y trata de reflejar existencia real de las influencias de los partidos en específicas esferas sociales. La realidad actual, ya no estando el camarada Chávez vivo, conduce –de forma inevitable- a que cada organización o partido político que conforman el Gran Polo Patriótico refleje el número de militantes y amigos que giran sobre su órbita y eso debe entenderse y, fundamentalmente, por el Gobierno que preside el camarada Maduro y la dirección nacional del PSUV, como partido político mayoritario y principal conformador de las superestructuras gubernamental a nivel nacional y a nivel regional. La realidad nos exige que el Gran Polo Patriótico se transforme en una verdadera dirección política del Proceso Bolivariano donde, sin duda, el camarada Maduró sea su cabeza más visible y hasta más importante. Todas las políticas esenciales del Proceso Bolivariano como las realidades de lo internacional y nacional deben ser analizados por esa dirección política para que se le impregne de un sentido colectivo a dicho proceso. Así lo pensamos y así lo planteamos como contribución a las reflexiones imprescindibles que deben hacerse luego del resultado electoral del 14 de abril de 2013 y de la ausencia del camarada Chávez. En fin, es imprescindible y correcto entender que una sola organización política o un solo partido político no son suficientes, en la realidad venezolana como garantía para sostener y consolidar el proceso revolucionario.