El socialismo para el Ché, era el proyecto histórico de una nueva sociedad -De la Cultura Capitalista a la Cultura Socialista- basada en los valores de la igualdad, la solidaridad, el colectivismo, el altruismo revolucionario, la libre discusión y la participación popular. (Conceptos apuntados en las Cinco Líneas Estratégicas de Acción Política).
Las revoluciones –transformaciones sociales profundas- que no toman en cuenta ni obedecen los principios señalados por el Ché, están condenadas al fracaso. Aun más, cuando son pretendidas como una “inversión” que debe ser “compensada” con un ascenso social. Esos errores se pagan caros. No podremos construir el Socialismo del Siglo XXI, con una organización que se deje capturar por las prácticas del pasado. Aun más, decía el ché: un sistema socialista que no tolera la divergencia, que no representa nuevos valores, que trata de imitar a su adversario capitalista… no tiene futuro.
Entre otros motivos, los aludidos son los responsables de muchos fracasos históricos del socialismo, así como de heroicas luchas perdidas por lograrlo. No obstante, también muchos han ofrendado su vida y labor para alcanzarlo, por conseguirlo. Allí reside el inmenso legado del Ché que junto con otros -llenos de ilusiones- dieron su esfuerzo, sus vidas en sacrificio, por una sociedad más justa, más igual para todos.
Desde los primeros días de la conformación del Polo Patriótico se plantearon divergencias serias a lo interno del PSUV -ligados al modo capitalista de hacer política- puesto que el polo pondría en riesgos algunos espacios de poder, al tener que conformar junto con otras organizaciones sociales y políticas, una dirección colectiva. Ahora las presiones obligan en bien de “La Unidad”, aunque ésta no está comprendida por todos del todo, en los términos acordados de democratización (igualdad y respeto mutuo). Serán las bases y no las “instituciones” los protagonistas históricos para sostener en el tiempo, el Gran Polo Patriótico. Esto debe saberlo Chávez y por supuesto, “el viejo camarada” Soto Rojas.
La conducta revolucionaria es espejo de la fe revolucionaria. Nuestro Ché, fue ejemplo sin vacilación de ello. Cuando alguien que se dice revolucionario no se conduce como tal, tiene que ser considerado “Judas” de la revolución. Ellos son nuestra conciencia. Ellos nos dicen lo que no debemos repetir. Es la enseñanza de lo que no debemos aprender. ¡Cuánto nos han enseñado! Muchas gracias.
Sólo en el mundo que él soñó, por el que vivió y peleó hay suficiente espacio para él"
Fidel Castro Ruz