“Es evidente que la emergente burguesía utilizó a las clases bajas en su lucha contra el absolutismo y la aristocracia, pero es igualmente claro que en ningún momento dejó de sentir hacia aquellas clases una profunda desconfianza y un temor no injustificado, ya que el propósito de las mismas no era otro que el de hacer efectivas la libertad y la igualdad proclamadas por la revolución, lo cual suponía acabar también con toda expectativa de predominio burgués. En el proyecto de la burguesía se contemplaba la instauración de una monarquía constitucional (al estilo inglés) más bien que la de una república democrática. Cuando los campesinos exigieron la total abolición del derecho feudal (ya en 1789), los burgueses reaccionaron con miedo y, tras una aparente prudencia legislativa, escondieron su temor a la igualdad social. Con frecuencia se armaron y combatieron contra los campesinos: «El pánico se apoderó de los burgueses y se esperaba a los “bandidos”. Se habían visto “seis mil” avanzando para saquear todo, y la burguesía se apoderaba de las armas existentes en el Ayuntamiento o en las armerías, y organizaba su guardia nacional, temiendo mucho que los pobres de la ciudad, haciendo causa común con los “bandidos”, atacasen a los ricos» (Kropotkin, op. cit.).
La historiografía liberal suele ignorar esta confrontación, no pocas veces
violenta, entre la burguesía (ansiosa por apoderarse de los bienes de la
nobleza y del clero y por asumir los cargos importantes del gobierno y la
administración) y el pueblo rural y urbano. Jean Jaurés la señaló ya en su Historia
socialista de la Revolución francesa, pero la historia oficial nada dice de
las milicias creadas por la burguesía para aplastar a los aldeanos inconformes
y de las duras leyes que los diputados burgueses votaron en la Asamblea para
reprimir sus protestas. Es claro que a estos hechos no se debe aludir en las
celebraciones gubernamentales y diplomáticas ni en los homenajes «centenarios»
(organizados por mandatarios «socialistas»)” De Wikipedia, Internet: http://losdeabajoalaizquierda.blogspot.com/2007/07/clases-y-partidos-en-la-revolucin.html
Modestia aparte, tenemos una salida explicativa al cúmulo de dudas engendradas por este Socialismo del SXXI, por esta izquierda latinoamericana que pareciera ser la otra cara de la misma moneda, y como tal está traduciéndose en un capitalismo reformado, ampliado, renovado y reforzado. Dejamos por sentado que en esta América Latina, salvedad hecha de Brasil y México, sólo ha prendido el Capitalismo Comercial (intermediarios de la circulación) y el C. Financiero de la Banca Nacional e Internacional (FMI y afines). El Capitalismo Productivo nacional, el que coloca efectiva y rentablemente su capital en mano de obra asalariada, ha sido de un peso menor o insignificante, o asumido por inversionistas nómadas extranjeros mineropetroleros, de la caña y del tabaco preferentemente.
Así, la izquierda tradicional, la original desde los tiempos revolucionarios franceses, despectivamente llamada “utópica” por algunos especuladores de la historia, izquierda que desde hace una década, poco + o -, viene asumiendo en esta región mesosuramericana el relevo burocrático que está reemplazando a los gobernantes burgueses, predesignados por la misma burguesía, por gobernantes puestos cuasi directamente por el proletariado y por la indiada americana, esa izquierda en el poder burocrático, decimos, pudiera ser una payasada guionada y ensayada por los asesores de la alta burguesía.
Para este estratégico relevo, el Imperio ha preseleccionado una muestra presidencial de alto peso confiable por el pueblo. Este, muy desesperado por gobiernos abiertamente enemigos de la clase trabajadora y proletaria de menor rango, no ha dudado en apostar su cabeza a: 1 militar ex golpista procedente de humilde currículum, 1 egresado de Harvard, 1 obrero sindicalista, 1 “indio” de cultura ancestral preamericana, y 1 ex guerrillero, 1 ex sacerdote, todos ellos orientados directa e indirectamente por 1 veterano y octogenario ex guerrillero que lleva ½ siglo con un ensayo socialista, ensayo que ya, en su desesperación y justificada desconfianza de la clase media infatuada y discriminadora de sus pueblos, quisieran aplicarlo para ellos las clases más ignaras y maltratadas por los gobiernos anteriores.
Es sintomático que últimamente el Imperio Burgués Transnacional se ha venido mostrando tolerante con la irreverencia proletaria cuando su porción más desarrollada (clase media) como fuerza productiva se ha vuelto irrentable ya que su progreso social alcanzado a punta de mejoras salariales, su rica formación académica y técnica se ha traducido para el capital productivo en bajas de la tasa de ganancia. Es entonces cuando el capitalismo proyecta adoptar la contrata de proletarios de menor calidad productiva que, paradójicamente, brindan macroeconómica y mundialmente una mayor tasa de ganancia a favor de los capitales transnacionales de elevada “composición orgánica de capital (Cónfer. Karl Marx, El capital, Libro Tercero).
Como se aprecia en esa fuente, el costoso y gigantesco “capital constante” acumulado y centralizado por un grupo de capitalista que se hallan a la cabeza de los megamonopolios transnacionalistas ya no puede seguir funcionando ni empleando rentablemente gente de la llamada clase media de esta América Latina, una c. m. sofisticada, olímpica, ingenua y sumisa, harto defensora del modo burgués, productora de apologistas del capitalismo con sus Nobelados incluidos, pero que es una mano de obra que ya no funciona como generadora de plusvalía.
Es así como la “izquierda tradicional” y los movimientos de protesta social de los trabajadores, quienes no logran asociarse con los miembros de aquella clase media, brindan un excelente caldo de cultivo para que el Imperio decida reemplazar a aquella por una nuevo “ejército industrial” compuesto por marginados y susbclasificados, pero muy capaces de operar con menor capital constante en abundantes y atomizadas empresas de moderado capital en cada una d ellas.
De resultas, más capital “variable”, menos capital constante o de menor composición valor, menos protestas antiimperialistas, en una jugada burguesa donde, como presumen por allí, la izquierda de ahorita y la derecha de siempre por ahora son dos caras de la misma moneda.
marmac@cantv.net