El exministro de cuatro despachos del gobierno de Chávez, hoy día calificado de traidor, afirma: "Yo me he sentido perseguido en este gobierno". Cuenta que Chávez había evolucionado hacia el socialismo, y el actual gobierno reniega de esa doctrina
Héctor Navarro está convencido de que a Hugo Chávez lo mataron, le sembraron el cáncer que acabó con su vida. Y también considera que algo así solo pudo haberlo hecho la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos. Al margen de eso, estima que del declive que le causó la enfermedad se aprovecharon muchos integrantes de entorno del líder para incrementar sus negocios. “Lo cooptaron y él perdió en parte el control que tenía”, dice quien fuera cinco veces ministro entre 1999 y 2013.
En entrevista exclusiva con Contrapunto, Navarro (Caracas, 1949), detalló las razones de su disidencia del gobierno de Nicolás Maduro, un proceso que comenzó hace dos años, luego de una explosiva carta del también ex ministro Jorge Giordani.
Ingeniero eléctrico egresado de la Universidad Central de Venezuela y con posgrado en el Reino Unido, Navarro aseguró que Chávez consideraba que la explotación del Arco Minero del Orinoco debía aplazarse hasta que existan tecnologías de menor impacto ambiental.
Hay dos aspectos coincidentes en la crítica que hacen los disidentes del chavismo: corrupción y desviación ideológica. Quisiera separarlos para un mejor análisis…
–…Pero son dos aspectos muy relacionados.
–Claro, pero solo para analizarlos, le propongo desagregarlos. Comencemos con la corrupción. Cuando uno oye hablar a los disidentes del gobierno, pareciera que en el proceso bolivariano la corrupción hubiese comenzado en 2013. Dígame: ¿en qué se diferencia el tratamiento que se le daba a los corruptos antes, en el gobierno del comandante Hugo Chávez, y ahora, en el de Nicolás Maduro?
–Obviamente, uno no puede afirmar que no había corrupción en la época de Hugo Chávez. Pero él, cuando se enteraba de algo, actuaba. Claro que había que convencerlo, porque él no daba las cosas por descontadas, y en el tema de la corrupción exigía pruebas, no le bastaba con habladurías. A veces uno conversaba con él y le decía: “Mira, se dice tal cosa de fulano de tal”, y él preguntaba si no serían envidias o intrigas. Pero, cuando lo convencían, actuaba.
¿En qué casos, por ejemplo?
–El caso de (Jesús) Aguilarte Gámez (ex gobernador de Apure), por ejemplo. Yo no puedo decir que estuviese involucrado en nada, pero había rumores, y él lo sacó. Otro caso fue el de Rafael Isea, quien tuvo cargos importantísimos, y quedó fuera. Luego está el caso del que fue Tesorero, (Alejandro) Andrade, quien está disfrutando en Estados Unidos de una riqueza que evidentemente no fue acumulada con su sueldo. Todos fueron sacados por Hugo Chávez…
–Pero, ¿solamente llegaba hasta allí, hasta sacarlos del gobierno?, pareciera que no había castigo. Estos personajes quedaron fuera de sus cargos, pero están impunes…
–Sí, en esos casos, pero por ejemplo tenemos el del Central Azucarero Ezequiel Zamora, en el que fueron presos varios generales y hasta un técnico cubano de alto nivel. O sea, que sí se tomaban medidas, incluso contra gente en la que el presidente Chávez confiaba y lo traicionaron.
–¿Eso cambió desde la muerte de Chávez?
–La cosa cambia desde un tiempo antes, porque la enfermedad lo empezó a inhabilitar, a mi modo de ver, mucho antes de que se le declarara formalmente enfermo. Es un mal que va minando a la gente por dentro. Eso hizo que el Chávez de 2008 y 2009 ya no fuese el mismo de los primeros años. Ese primer Chávez era uno que te llamaba a cualquier hora de la madrugada, que hacía consejos de ministros dos y tres veces a la semana y empezaba cada uno de ellos a las 6 de la tarde y eran las 2 o 3 de la madrugada y estábamos ahí, finitos. Llegaba con varios libros y empezaba a comentarlos… Entonces vino la enfermedad, que para mí fue sembrada, yo soy de los que creen que a él lo asesinaron, y ese Chávez comenzó a ser cooptado por el entorno. No estoy acusando a nadie en particular, yo creo que una conspiración de esa naturaleza, para sembrarle una enfermedad a un jefe de Estado, no podía venir de nadie menos que de la CIA, pero de ese proceso se aprovechó mucha gente después, para incrementar los negocios desde el gobierno. Hugo Chávez perdió el control que tenía…
¿Usted ubica ese hito en 2008? ¿Considera que ya en esa época estaba enfermo?
–Yo creo que sí. Había empezado un distanciamiento en cuanto al ejercicio del poder directo, como lo hacía él antes. Y no exactamente por una delegación, sino por una cooptación, que son cosas completamente distintas. Eso fue minando su capacidad para tomar decisiones, para ejercer el gobierno, y eso facilitó cosas como las que denunció Edmé Betancourt (presidenta del Banco Central): que en 2012 hubo 22 mil 500 millones de dólares entregados por Cadivi que no se sabe qué pasó con ellos. Todos sabemos los negocios que había en materia de alimentación, y que hicieron que el presidente Chávez cambiara a uno de los hermanos Osorio, pero lamentablemente por el otro. Todo el mundo dice que hay uno malo y uno bueno, pero nadie sabe cuál es cuál. Además, al que sacaron, luego volvió a entrar. En fin, un zaperoco…
–En ese entonces, muchos de los que ahora denuncian se mantuvieron al margen. ¿Por qué?
–Bueno, eran escándalos que tal vez eran menos visibles por el liderazgo de Hugo Chávez. Por ejemplo, en 2008, él logró capear los efectos de una crisis económica mundial muy grave. Se cayeron los precios del petróleo, incluso a niveles más bajos que los de la crisis actual, pero él tomó decisiones de inmediato. Ante un conjunto de puntos de cuenta que le llevaron los ministros de la Economía, entre ellos Alí Rodríguez y Jorge Giordani, él actuó. Y eso permitió salir de esa situación con relativo bien, al punto es que hoy en día nadie se acuerda de esa crisis. En cambio, pasarán décadas para que los venezolanos olviden la crisis que hemos sufrido en este tiempo y eso que, según algunos, aún no hemos tocado fondo.
Los traidores
Al reconstruir aquellos hechos, Navarro llega inevitablemente al amargo momento en que él y Giordani fueron calificados de traidores. Recuerda que Giordiani formuló la denuncia, tras lo cual fue duramente cuestionado. Él salió en su defensa y recibió el mismo trato. Lo absurdo, según el entrevistado, es que el propio presidente Maduro había hecho una denuncia de mayor monta. “Creo que fue en un acto en los Valles del Tuy, sobre el abandono de las obras de los ferrocarriles". Maduro dijo, en ese momento, diciembre de 2013, que “aquí tenemos unos ladrones que se robaron entre 20 mil y 60 mil millones de dólares”, entonces, ¿cómo nos califican de traidores a Giordani y a mí por decir que hay corrupción, por acompañar a Nicolás Maduro en ese tipo de denuncias? ¿Cómo es que el presidente no actúa en contra de la corrupción que él mismo denuncia?”.
Al ex ministro de Educación (dos veces), de Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología y de Energía Eléctrica le vienen a la mente otros ejemplos. “Siendo yo presidente de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional llegó una denuncia sobre irregularidades en los fondos de pensiones de PDVSA, en tiempos de Rafael Ramírez. Lo llevó la oposición y yo iba a abrir la investigación, pero el día que trataríamos el punto, no fue la derecha, misteriosamente. Y el diputado (Edgar) Zambrano, que era jefe de la fracción de la derecha me dijo que había ordenado a los diputados votar a favor del informe de ustedes. Yo le pregunté qué informe era ese, pues yo no había hecho todavía ninguno. Y me enteré de que había un informe hecho en PDVSA, en el que se exoneraba a Rafael Ramírez. Yo no estoy diciendo que él sea culpable, pero debió ser investigado, en vez de echarle tierra al tema, porque lo cierto es que allí se perdieron 250 millones de dólares, según la jueza de EEUU que destapa la olla”.
–En resumen, ¿sí hay diferencia en el tratamiento del tema de la corrupción entre el gobierno de Chávez y el de Maduro?
–Sí, el tratamiento es complemente distinto. No se trata de vociferar, como hace Nicolás Maduro, que formula públicamente las denuncias. Lo que se trata es de tomar acciones. Por ejemplo, podría apelar a los tratados internacionales para tratar de repatriar los capitales que se han llevado los corruptos. Yo no sé si algo de eso se ha hecho, pero sospecho que no.
Reflexiones sobre el socialismo
–Pasemos al aspecto ideológico. Hay un cuestionamiento de ustedes, los disidentes, en este sentido. ¿Se puede decir que en el gobierno de Hugo Chávez había socialismo y en el de Nicolás Maduro ya no lo hay?
–Buena pregunta. El socialismo en Hugo Chávez se da como una evolución. Jorge Giordani comenzó a visitar a Hugo Chávez en la cárcel de Yare. Otros, entre ellos yo, nos reunimos con él en 1994, una vez que salió de la cárcel. Entre ese año y 1999 nunca hablamos de socialismo. Hablamos de soberanía, de cancelación de la deuda social, de nacionalismo, del Árbol de las tres raíces, pero no de socialismo.
–¿Lo convenció Fidel Castro?
–La vinculación con Fidel Castro se desarrolló desde antes de que él llegara al poder, fue una relación como de padre e hijo. Fidel lo regañaba. Yo fui testigo de un regaño que le echó Fidel a Chávez. Pero ese vínculo, en el aspecto político, se fue desarrollando progresivamente. Recordemos que fue en 2005 cuando él declara que esta es una Revolución Socialista. Para Giordani y para mí fue gratamente sorprendente. Nos frotamos las manos, nos dijimos que esos diez años de trabajo con él no se habían perdido, pero, al mismo tiempo, teníamos grandes temores porque eso implicaba un montón de retos. La transición hacia el socialismo tiene que ser progresiva, no es algo que se decrete. Chávez estaba dando pasos, tímidos algunos, y otros no tanto.
–¿Y ahora?
–Ahora se presentan situaciones como la del Arco Minero del Orinoco. Yo pregunto qué tiene que ver eso con el socialismo plasmado en el Plan de la Patria original de Hugo Chávez, no con el publicado luego, donde pasaron varios strikes.
"Sigo siendo el mismo”
¿Cómo es el proceso cuando uno se separa de una manera de ver el mundo a la que ha pertenecido por varios años?, le preguntamos a Navarro, y él se apresura a dejar claro que no fue su caso. “Si hablamos de alguien que cambió su manera de ver el mundo, hay que hacerle la pregunta a Nicolás Maduro. Yo sigo siendo el mismo de siempre, defiendo las mismas ideas que defendía cuando era delegado estudiantil en el liceo, o cuando era dirigente universitario. Tanto soy el mismo de antes, que hoy (la entrevista se realizó el martes 14 de febrero) se están cumpliendo 50 años del día que mi esposa y yo nos empatamos. Hasta en eso he sido consistente”.
–Este proceso de la disidencia se convierte en una escalada declarativa: usted primero le dijo al presidente: “Nicolás, hermano, te están asesorando mal” y ha terminado diciendo que “este es un gobierno de la derecha”. Al final, los chavistas críticos parecen coincidir con los voceros de la MUD. ¿Eso no le quita el sueño?
–Jajaja, no. Yo no coincido con la MUD. Cuando me citaron a la Asamblea, yo decidí asistir y plantear las mismas denuncias que ya había hecho ante la Fiscalía, pero comencé mi intervención diciendo: “Yo soy socialista, bolivariano, antiimperialista y chavista”. Tanto Jorge Giordani como yo acudimos previamente a las instancias que nos correspondían, como la Dirección Nacional del PSUV, pero no hubo respuesta. Entonces, Giordani resolvió publicar su carta y salieron a decirle traidor. Yo me indigné. Como en ese tiempo la dirección nacional había dejado de reunirse, lo dije públicamente. Y entonces, también a mí me llamaron traidor. Ese fue el tiempo cuando intenté que el presidente me oyera, le dije: “Nicolás, te están asesorando mal”, estaba tratando de presumir de su buena fe, de pensar que no era él quien estaba actuando mal, aliándose a la derecha, amparando la corrupción… No es que sea una escalada de declaraciones, sino que llega un momento en que tú dices: “¿y ahora qué hago?”.
–¿Cómo ha sido su relación personal con el presidente Maduro?
–Bueno, él me tachó de traidor… Yo no me merezco ese trato porque he tenido la misma línea de conducta de toda la vida. Vivo en el mismo apartamento que compré en 1978. En cambio, dentro del debate político, yo he tenido un trato muy respetuoso para con Nicolás Maduro. No sé, incluso, si he exagerado el trato respetuoso…
–¿La dirección nacional del PSUV dejó de reunirse a raíz de la muerte de Chávez?
–Antes de eso. En la directiva del PSUV había 32 miembros y era difícil reunir a 15. Hugo Chávez llamaba y pedía que lo pusieran en altavoz y pasaba lista. Se molestaba con los ausentes y formaba líos. Ahora, esa situación, que de por sí era negativa, hace crisis a partir de la muerte de Chávez. Fue como si se hubiesen pasado un suiche. La dirección nacional no se reunió durante meses. Tanto fue así que un grupo de los que sí íbamos decidimos reunirnos en la oficina de Freddy Bernal. Era algo insólito: un partido que acababa de perder a su líder fundamental, a una figura histórica y universal, y no consideraba necesario reunirse. Yo creo que se decidió no reunir a la dirección nacional porque de esa forma era más fácil cooptar al presidente.
–Volvamos sobre el tema del Arco Minero. El presidente Chávez planteó ese proyecto, incluso parece ser que ideó el nombre. ¿Cuál es la diferencia entre el enfoque que él tenía y el que ha decidido emprender Maduro?
–El presidente Chávez se entera de que allí hay una enorme riqueza. Rodolfo Sanz le llevó un informe y le dijo que solo con el coltán que hay allí podíamos pagar la deuda externa. Y Chávez le dijo: “Eso déjalo tranquilo”. Así era Chávez sobre esos temas. Incluso, cuando fuimos a una primera voladura en las minas de carbón en Zulia, él estuvo todo el tiempo callado y sombrío, algo muy raro en él. Cuando veníamos en el avión de regreso me preguntó: “¿Será que de verdad necesitamos esta riqueza al precio de la contaminación que causa? ¿No será mejor dejarlo así y explotarlo cuando existan tecnologías que permitan explotarlo con menor agresión para el ambiente?”. Y esa misma idea era la que él tenía sobre el Arco Minero. Teníamos que estar conscientes de la riqueza que hay allí y explotarla con unas tecnologías que no fueran agresivas. Por eso creía que había que dejarlo para las próximas generaciones.
–¿Cuál es la situación bajo el gobierno de Maduro?
–Nicolás Maduro vocifera que ha prohibido el uso del mercurio. Lo dice en primera persona: “¡yo he prohibido…!, y pone la mano así (lo imita)… No, Nicolás, el mercurio ya no se utiliza en la minería industrial porque es muy caro y difícil de transportar. Solo lo usan los garimpeiros, los mineros muy artesanales. Las grandes empresas usan cianuro, que es igual de devastador y venenoso. Esa tecnología ha producido gravísimos daños en el mundo entero. De esa manera se le da luz verde a empresas que habían sido expulsadas de acá y que ahora van a recibir indemnizaciones. También se le han dado concesiones a empresas de maletín, algo inconcebible en un Estado soberano que se haga llamar socialista.
–Usted ha dicho que algunos personajes del gobierno se aferran al poder porque saben que en un eventual cambio político no van a tener ningún lugar hacia donde huir. ¿Cómo se ve usted, personalmente, en un gobierno de la derecha? ¿Cree que le darán un mejor trato por haber sido disidente?
–No, yo en un gobierno de la derecha me veo perseguido, probablemente más que ahora. Yo me he sentido perseguido en este gobierno. Recuerdo la rueda de prensa que teníamos Jorge Giordani y yo en el hotel Conde, en el centro de Caracas, y fuimos agredidos por una turba de esas que luego mandan a la Asamblea Nacional o a cualquier otra parte. Antes de eso, en una conferencia en Parque Central, me apagaron la luz en una sala. Nos pasamos a otra y, cuando íbamos a comenzar, también me la apagaron. En un hotel del Estado, aquí en el centro de Caracas, pasaron un memorando para que cualquiera que vea a uno de una lista de cinco ex ministros de Chávez, llame a la Dirección de Seguridad… Ahora, no me llamo a engaño con la derecha porque me tocó vivir esas situaciones en los gobiernos del pasado. Yo sé lo que son los desaparecidos porque me tocó participar en la denuncia, como dirigente estudiantil universitario. En ese tiempo denunciamos el lanzamiento de personas desde helicópteros, que, por cierto, el presidente Maduro dijo que “si pudiera lo haría”, una estupidez de marca mayor. Si lo asesoraron para que dijera eso, lo están empujando para el barranco.
Vistazo de ex ministro
Le pedimos al entrevistado revisar, en vuelo rápido, la situación actual de las materias en las que él tuvo responsabilidades como ministro.
–Comencemos por educación en general. ¿Cuál es la situación actual?
–Estoy desconectado, no puedo hablar con base. Lo que puedo apreciar es que se hizo un nuevo currículo y se generó una confrontación política. No sé si era bueno o malo, no lo conozco. Presumo que el ministro tenía buena intención, pero algo pasó que lo echaron para atrás.
–¿Y la Educación Universitaria?
–Las universidades tienen más de ocho años con las mismas autoridades. Esas autoridades están obstinadas de verse las caras todos los días. La UCV está en situación de abandono y no por responsabilidad de esas autoridades… El sueldo de los profesores no alcanza para los bienes básicos. No hay renovación de cuadros docentes porque no se pueden contratar a nuevos profesores y los que estaban se han ido del país o están matando tigres para sobrevivir. Los laboratorios están cada vez en peor estado.
–¿Qué ocurre en materia de energía eléctrica?
–Yo quiero saber qué ha pasado con Tocoma, pues cuando era ministro se puso en marcha la primera turbina. No hay reporte. El ministro Motta Domínguez no dice nada de eso. Él dice que hay sabotaje. Yo le digo, no ministro, lo que está pasando es que la gente, en el desespero por comer, sale a robar cables sin tener idea del peligro que corren y por eso mueren electrocutados como unos bolsas. ¿No podemos matar la culebra por la cabeza, interviniendo las empresas que reciclan cobre? Todo el mundo sabe quiénes son. Un Estado que se respete tiene que intervenir donde es.
Aunque no fue ministro de Salud, Navarro aprovecha para hacer serias denuncias sobre las dificultades para acceder a los medicamentos. En su caso particular se trata de los antihipertensivos, pero también señala la crisis de los hemoderivados y de muchos otros fármacos básicos. “Escuché decir a mi amiga Luisana Melo, cuando era ministra, que los venezolanos consumíamos medicinas en exceso. Quisiera hablar con ella para decirle que si eso es así, es porque nos estamos enfermando más”, dice Navarro.
Durante la entrevista, realizada en un pequeño local del Centro Comercial Los Chaguaramos, dos personas se acercaron a la mesa para animar al ex ministro con frases como “¡Siga pa’lante!” y “¡Estamos con usted!”. A Navarro le resplandeció la mirada. “Este es el pueblo -comentó orgulloso-. La gente sencilla sabe que no somos traidores”.