El sabe, por otra parte, que ausentarse de Colombia significa que pudiera ser objeto de una muerte política segura. Sus detractores, que son -sin duda- muchísimos, buscarían la forma de hacerle entender al nuevo presidente que su futuro de éxitos depende, en gran medida, que logre sacudirse a “Doctor Varito” (así lo llamaba su gran amigo, Pablo Escobar Gaviria), quien con su “exitosa” política de “seguridad democrática” intentará manipularlo, lo cual no parece que le resultará nada difícil, pues esa fulana “seguridad democrática”, que sólo le ha servido a las clases acaudaladas y burguesas, así como a las medias de las ciudades que tienen sus problemas económicos bastante resueltos y que, en comandita tienen el monopolio absoluto de los medios de comunicación del país (radio, televisión y prensa escrita), pero que, por el contrario, nada bueno le ha deparado al 70% de población que ha seguido y sigue viviendo en la miseria más atroz, sin esperanza alguna, le dan las herramientas necesarias e indispensables para garantizarle que su voz se seguirá escuchando, "agresiva y amenazante", en la casa de Nariño.
De manera que Santos no podrá quitarse de encima a Uribe. Esa es una realidad a la que tiene acostumbrarse y de la cual no podrá abstraerse. Santos sabe que el paramilitarismo no desapareció, simplemente que cambio sus liderazgos de mando y estos actuales, al igual que ocurrió con los viejos (los Castaño, Mancuso, Don Berna, Jorge 40, etcétera, etcétera), no han cambiado a Uribe como su Capo Mayor y por eso ni de casualidad se va a arriesgar a que algún sicario, de los miles que deambulan por las calles del país, lo haga cadáver…
Así se manejan las cosas en Colombia. Toda esa realidad de “maravilla” es de muy vieja data; fíjense que la guerra interna con dos grupos guerrilleros, las Farc y el Eln, ya dura más de 50 años y que en los últimos veinticinco, se calcula que han sido asesinadas, por la violencia política, algo más de un millón de personas, entre las cuales se cuentan cuatro candidatos a la presidencia (Carlos Pizarro, Luis Carlos Galán, Jaime Pardo Leal y Alvaro Gómez Hurtado), más de tres mil quinientos militantes activos de un partido político (la Unión Patriótica), una treintena de congresistas y alcaldes, no menos de 3.000 dirigentes sindicales, más de cien periodistas (33 durante los gobiernos de Uribe) y, por si eso resultara muy poco, agreguemos que hoy Colombia ocupa el segundo lugar en el mundo en número de desplazados, con 3,3 millones, después de la República de Sudán, la cual que tiene cuatro millones (Colombia es el segundo país con mayor número de desplazados: ACNUR - Caracol).
Pero, qué paradójico…! Aquí, en nuestro país, esta oposición que tenemos pretende vender la matriz de opinión de que en Colombia se vive una vida paradisíaca, donde no existe un solo pobre y, además, que la paz y la felicidad brillan por doquier…
Si no nos creen eso de "paradísiaco", pregúntenle a la Nitu Pérez Osuna, del canal Globoterror...
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(*) Esto lo hemos tomado de la biografía de Uribe en Wikipedia: “Las relaciones entre el poder ejecutivo y judicial durante el gobierno del presidente Uribe, y particularmente con la Corte Suprema de Justicia, han sido tensas, especialmente en su segundo mandato. Los dos poderes se han acusado mutuamente de conspiración en especial a raíz del escándalo de la Parapolítica y el escándalo de la Yidispolítica. El caso fue finalmente puesto en conocimiento de la Corte Penal Internacional.”