Respetado Señor Presidente DeGioia,
Hoy,
11 de septiembre, es una fecha muy dolorosa para la humanidad. No solo
se cumple un año más del atroz atentado contra el World Trade Center en
Nueva York, sino que, además, se conmemora un luctuoso aniversario más
del golpe militar en Chile contra el gobierno del Presidente Salvador
Allende, en complot preparado por el señor Kissinger, del mismo modo
que, en la década de los cuarenta del siglo XX, fue preparado y
ejecutado por la CIA, bajo las orientaciones del General Marshall, el
complot al que denominaron “Operación Pantomima” para asesinar a mi
padre, el prócer colombiano Jorge Eliécer Gaitán.
Para
los latinoamericanos, las acciones terroristas de los Estados Unidos
contra los derechos humanos en Nuestramérica, han marcado nuestros
sentimientos con una mezcla de dolor y rabia, que siempre esperamos
poder superar gracias a un cambio de actitud de la totalidad de los
ciudadanos norteamericanos frente a nuestro devenir. Pero ahora, a pesar
de nuestras esperanzas de ver una modificación radical en la cultura
norteamericana frente a la América del Sur, constatamos con profunda
pesadumbre y desconcierto que la Universidad de George Town, bajo su
presidencia y orientación, ha contratado los servicios académicos del ex
presidente colombiano Álvaro Uribe, cuyo segundo mandato fue tejido con
base a fraudes y compra de conciencias, como lo acaba de señalar la
justicia colombiana al condenar a varios de los parlamentarios que
vendieron su voto, permitiendo una reelección espuria, iniciándose así un
proceso contra los funcionarios que cometieron tal cohecho, como es el
caso del ex ministro y embajador renunciante en Italia por esos hechos,
el señor Sabas Pretelt de la Vega.
Siempre
hemos creído que los herederos del legado de Jesús tienen como
compromiso, frente a la humanidad, la difusión de principios éticos y
morales que divulguen la vida ejemplar de Cristo, plasmando en la
cultura colectiva directrices de bondad, equidad y justica. Pero,
someter a los estudiantes de esa prestigiosa universidad al flagelo de
tener entre sus profesores a un individuo que hizo de nuestro país un
campo de oprobio, deshonestidad y crimen soterrado, no puede ser otra
cosa que un descrédito para la Iglesia Católica, como lo han sido los
casos de pedofilia que ha condenado el Sumo Pontífice, que van en
desmedro del prestigio del catolicismo y, por ende, del importante papel
que puede cumplir en defensa de los derechos humanos.
Podría
relatarle un sin fin de infamias que contra mi familia cometió el
anterior gobierno del señor Uribe, cuyo propósito era sepultar la
memoria de mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, intensión que fue consignada
por escrito. Pero, me haría demasiado extensa relatándole los agravios y
violación a los derechos fundamentales de que ha sido víctima la
familia Gaitán, cometidos por voluntad y acción del señor Álvaro Uribe.
Solo me resta, entonces, unirme al reclamo del eximio padre jesuita
Javier Giraldo, al del periodista Fernando Garavito y a los de las
multitudinarias voces de protesta contra la vinculación del señor Uribe
como catedrático de la universidad que Ud. regenta, que incluye a los
familiares que lloran la desaparición de sus seres queridos asesinados
en el marco de la política de “falsos positivos”, que se generó debido a
las recompensas que otorgaba el gobierno del ex presidente Uribe como
premio al asesinato de inocentes colombianos.
Reciba
Ud., Señor Presidente, mi respetuoso saludo, con la esperanza y la fe
de que, para aliviar nuestro duelo y congoja, la cátedra del señor
Álvaro Uribe será suspendida.
Atentamente,
(*) Economista
gaitanjaramillogloria@yahoo.es
Bogotá, D.C. - COLOMBIA