La dignidad la entiendo como la virtud por la que un individuo, un grupo e, incluso, una nación se comportan, en todo tiempo, en apego a valores y principios inmutables, aún a costa de beneficios inmediatos o de la propia vida. Benito Juárez es, en el caso de México, el paladín de la dignidad y constituye el mejor ejemplo ciudadano a seguir, especialmente por quienes dicen ejercer la función del servicio público. En contraste el vicio de la indignidad se extiende como plaga y destruye la posibilidad de cabal vigencia de la convivencia social, como fue la que llevó a algunos mexicanos malnacidos a ofrecerle una inexistente corona imperial a Maximiliano de Habsburgo. En nuestros días se registran acontecimientos que vale la pena analizar a la luz de la dignidad.
1.- Dignidad la del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) que, a despecho de los cantos de las sirenas de supuestas liquidaciones extraordinarias, mantienen una lucha de principios en defensa de sus derechos, en primera instancia, pero de la nación toda ofendida por quienes pretenden destruirla y entregarla al extranjero. En los mismos términos digna la lucha de los trabajadores mineros. Indignidad la de un gobierno que, además de haber surgido del fraude y la trampa, violenta la legalidad que se comprometió a defender y observar; que utiliza estratagemas de engaño para doblegar y sojuzgar la voluntad justiciera de los trabajadores. Dignidad la de los chilenos, incluido su presidente derechista, que colocaron el valor de la vida de 33 mineros, por encima de cualquier otra consideración utilitaria. Indignidad que los mineros muertos en Pasta de Conchos no hayan merecido el menor esfuerzo de rescate y que, por el contrario, su muerte haya sido utilizada para arremeter contra el sindicato y contra los deudos, en beneficio de los dueños.
2.- Indignidad de los Consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE) que, para celebrar su vigésimo aniversario, invitan al nefasto Carlos Salinas de Gortari, expresión viva de la trampa electoral, que llegó al poder mediante un fraude, que gobernó con fraude, que tejió los hilos del fraude electoral del 2006 y se prepara para repetirlo en el 2012. Su respuesta a la pregunta de una reportera dijo, en relación al proceso electoral de 1988, que se explica porque entonces había malestar en la población por la crisis y la devaluación del año anterior; o sea que si la gente vota en contra por ese motivo, deberá descalificársele y proceder a la imposición. Más claro ni el lodo.
3.- Indignidad la que promueve el régimen a través de los llamados “subsidios focalizados” en el dizque combate a la pobreza, mediante los cuales los jodidos se ven obligados a mendigar la caridad oficial y a ser objeto de la manipulación política clientelar. El que cobra (no poco, por cierto) como secretario de Desarrollo Social declaró a la comisión de diputados ante la que compareció, que la pobreza ha disminuido pero que quienes han sido favorecidos por el subsidio se resisten a ya no tenerlo y le toman las oficinas reclamando su continuación. Además de indigno, mentiroso.
4.- En el mundo las cosas no son diferentes. El Comité del Premio Nobel, de prestigio largamente forjado, otorgó el de la Paz al presidente Obama el año pasado, sin que haya mostrado mérito alguno. Hoy confirma su desprestigio y su falta de dignidad al otorgarlo a un disidente chino que sufre la pena de prisión en su país, en un afán por golpear al régimen cuyo éxito económico y político está afectando a la hegemonía yanqui y, en función de ello, es un factor de equilibrio y de paz.
5.- Para terminar. Indignidad la de quienes, supuestamente escondidos detrás de “cálculos políticos”, se empeñan en suscribir alianzas con quienes representan la más obvia de las contradicciones. Las directivas del PRD y del PAN hacen gala de su pragmatismo indigno, guardando en el más oscuro de los cajones los principios y valores que les debieran servir de sustento. La gente desprecia a los políticos y a la política, entre otras razones, porque observa la falta de dignidad de muchos de los que la practican, aunque esa misma gente cae en la contradicción de calificar de terco e intolerante al que antepone los principios al posible beneficio electorero. Confirmo lo que he dicho varias veces en estos escritos: Andrés Manuel López Obrador tiene una enorme capacidad de convocatoria porque la gente registra en él a un nuevo paladín de la dignidad.
Es urgente que México se reconstruya mediante la renovación de la moral pública y la recuperación de la dignidad nacional e individual. La “tignitat”, como la enfatiza el Comandante Fidel Castro, es elemento indispensable para aspirar a la independencia, la justicia y la libertad.