La contrainformación

El régimen mexicano, pero en general los regímenes que se maquillan de democráticos, ejerce una política comunicacional de carácter plenamente criminal. Es un arma de destrucción masiva peor que los gases letales tan pomposamente prohibidos por la comunidad internacional. Su letalidad, siendo incruenta, afecta a la mente y a la conciencia individual y social anulándolas como factor distintivo de la calidad de persona humana. La propaganda gubernamental; la mentira como forma de gobierno; la desinformación; las cortinas de humo de noticias espectaculares para esconder las que dan cuenta de la realidad, son todas formas de manipulación que permiten que los ratones voten por el gato y que las gallinas sean cuidadas por el coyote.

Se abrió un espacio de esperanza con el internet y las llamadas redes sociales, pero antes de que cantara el gallo ya habían sido infestados por la información basura y los borregos que, a no dudarlo, surgen de los sótanos de las elegantes oficinas gubernamentales y de su partido. Sitios tenebrosos desde donde también se practica el espionaje y se controla la actividad de mujeres y hombres que luchan por cambiar el ominoso estado de cosas imperante.

Ha sido largo y tortuoso el camino en la conquista de la libertad de expresión, pero con cada meta lograda se generan nuevos candados para sujetarla. En términos reales la tal libertad existe, pero sólo para los que la emplean en adular al régimen, para los que son críticos opera el estrangulamiento financiero, vía el control sobre la publicidad, tanto de la gubernamental como de los particulares que participan de los privilegios del propio sistema; la violencia, las desapariciones forzadas y el vil asesinato de periodistas que, siempre achacadas al crimen organizado, no dejan de mostrar la mano de poderosos intereses que, con demasiada frecuencia, están vinculados con las altas esferas del poder.

Aún más, a la tan cacareada libertad de expresión, le hace falta su correlato en la libertad de información. El pueblo está brutalmente desinformado y no cuenta con instrumentos válidos para normar su criterio ante una realidad que escapa a su entendimiento; en parte por la intencionada deficiencia educativa, pero también por la asimetría en las fuentes de información, que en materia televisiva, resulta abrumadora y sin contrapesos de ninguna especie.

Adolfo Mexiac, maestro grabador de comprometida trayectoria, autor del internacionalmente famoso grabado que tituló Libertad de Expresión, en los años sesenta del siglo pasado, muestra el rostro de un hombre cuya boca está encadenada y con un candado "made in usa" que le impide expresarse. Tal figura acompañó a la del Che Guevara en todos los movimientos estudiantiles y sociales de 1968 en Europa y en América, habiendo pasado por China desde donde se dio su profusión. A más de cincuenta años de distancia, Mexiac hizo un nuevo grabado, secuencia del antedicho, en el que muestra al mismo individuo, con un estilo más moderno, con la cadena rota y en expresión de alarido y en busca de ser escuchado. El arte del famoso grabador expresa la desesperación del que ya puede gritar por los agravios recibidos, pero que sigue sin que su exigencia de justicia sea atendida. La imagen puede aplicarse a los miles de víctimas, desde las de la guerra sucia hasta la también guerra y también sucia de los desaparecidos de Ayotzinapa; los electricistas despojados de su fuente de trabajo digno; los que se ven obligados a emigrar por la violencia y la injusticia; los que padecen y mueren por hambre, y tantos muchos otros motivos para gritar y que no se quiere escuchar en México y no aparecen en los noticiarios de la TV ni en las páginas de los periódicos. Ambos grabados serán la expresión gráfica del Diario Progresista de Morelos, LA AVANZADA, próximo a salir a la luz impresa y digital.

Hace falta cerrar la pinza; más libertad de expresión junto con verdadera libertad de información. Ante la información deformada ejercer una especie de contrainformación que rompa la dependencia respecto de agencias informativas domésticas (y domesticadas) e internacionales dominadas por el gran capital. Ese será nuestro cometido; el apoyo de la sociedad será la única fuente de soporte del nuevo periódico.



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Gerardo Fernández Casanova


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