Leo en Le Monde que hay huelga en Francia. Que Nicolás Sarkozy quiere poner en práctica una nueva ley de jubilación. Se trata de llevar a 62 años la edad para la jubilación. Miles de hombres y mujeres salieron a las calles y Sarkozy envió a la policía a tratar de parar el paro. Estoy tan metido en la lectura que no me doy cuenta de la llegada de Cinthya Machado Zuloaga. "Bon jour, mon ami"- me dice, y toma asiento.
Está como siempre: Despampanante. El mesonero se acerca con la botellita de agua Evian y el café negro. Mira a Cinthya, suspira y dice: "Yo soy uno de los pocos venezolanos que va a morir feliz. No importa cómo muera. Lo que importa es que ya puedo decir que he visto a la mujer más linda del mundo". Ella sonríe con la máxima elegancia y el mesonero se marcha.
Y dice Cinthya: "Estuve en París, y en verdad la cosa está fea. Dice mi amigo francés, Michelle, que lo único bonito que hay ahora en París es Carla Brunni, la esposa de Sarkozy. Lo bueno es que allá los dirigentes sindicales y los patronales no se ponen de acuerdo para tumbar el Gobierno. Como hicieron aquí. Allá no se ven esos dirigentes como Carlos Ortega, y Carlos Fernández, que sólo sabían salir en televisión todos los días a las seis de la tarde y llamar a cacerolazos y trancazos y el paro se nos fue de las manos. Allí hubo un Mayo francés que dejó grafitis y alegría y vida, en cambio aquí hubo un paro patronal que dejó pérdidas humanas y materiales, en fin, te quiero decir que aquí hacemos paros para tumbar al Gobierno, y en Francia hacen paros para transcender.
El centro San Ignacio está comenzando a vivir la Navidad. Una exposición de vehículos de lujo adorna la plaza central. Y cerca de nosotros pasa una mujer hablando sola: "¿Qué va a hacer ese hombre con la energía nuclear?" Cinthya la escucha y se ríe. Y su risa es la prolongación exacta de la felicidad. Y dice: "Tu Presidente la tiene loca.
Sigue diciendo Cinthya: "Mientras en París quedaron frases como: 'Prohibido prohibir. Viola tu alma máter. El que se robó la verdad que la devuelva. Seamos realistas, pidamos lo imposible. La imaginación al poder'. Aquí, la única frase que se recuerda es esa de Carlos Ortega: 'El paro se nos fue de las manos'. En fin, amigo, París no se acaba nunca".