Las recientes elecciones legislativas en Estados Unidos no sólo llevaron al Partido Republicano a una posición de mayor influencia en la política interna de Estados Unidos, sino que también le dio a un pequeño sector del sur de Florida un poder significativo sobre la diplomacia estadounidense hacia América Latina. El importante Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes del nuevo Congreso probablemente será presidido por la representante republicana del estado de Florida Ileana Ros-Lehtinen, quien representa el área de Miami. Así mismo, el Subcomité de Asuntos Hemisféricos probablemente será liderizado por el representante de Florida Connie Mack, representante del área de Fort Myers. Ambos legisladores son guerreros de la Guerra Fría de otrora en América Latina, quienes complacen a sus representados cubanoestadounidenses con políticas beligerantes hacia cualquier país vecino que busque independizarse de la influencia de Estados Unidos. De más está decir que lo que satisface a un estrecho segmento de residentes del estado de Florida no es lo que está en el interés nacional de Estados Unidos en su totalidad.
La intransigencia de esta dupla se sentirá con más fuerza en términos del embargo de cinco décadas en contra de Cuba, tema en el cual ni Ros-Lehtinen ni Mack han querido llegar a un acuerdo, a pesar que la mayoría de analistas objetivos han cuestionado el alcance estratégico y táctico de dicha política. También han declarado que presionaran al gobierno del presidente Barack Obama para que ponga fin a su variable diplomacia hacia América latina y que la reemplace con la política simplista del gobierno de George W. Bush de dividir a la región entre “amigos” y “enemigos”. Obama pareció entender la farsa de este enfoque blanco y negro con la región cuando habló de una “asociación de iguales” en su discurso en la Cumbre de las Américas en 2009.
Pero si ciertos miembros del Congreso están equivocados si creen que pueden poner una cuña entre los países de la región. Los países latinoamericanos han estado estrechando sus vínculos entre sí, incluyendo el reciente acercamiento entre Colombia y Venezuela, y existe un profundo consenso que las diferencias se deben tratar en un ambiente de respeto mutuo. (La primera presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, organización regional que será fundada en 2011, será compartida por Chile y Venezuela, dos países que no concuerdan en todo pero que están dispuestos a cooperar). Por ejemplo, aunque Estados Unidos se opuso a la entrada de Cuba a la Organización de Estados Americanos, la organización decidió el año pasado su reingreso. Si Washington en lugar de aceptar esta nueva realidad se sigue apegando a dogmas de política exterior antagonista para aplacar a los electores internos, sólo logrará perder su influencia regional y mundial.
Este es un momento especialmente inoportuno para que Estados Unidos aliene a sus vecinos del sur. Los países latinoamericanos están aumentando su confianza e incrementando sus conexiones políticas y económicas con el resto del mundo, tanto regionalmente como a través de organizaciones cono UNASUR y de forma bilateral con países de Europa, África, Asia y Medio Oriente. No es sólo que América Latina necesite a Estados Unidos, sino que cada vez más es Estados Unidos el país que necesita a América Latina.
Desafortunadamente, Ros-Lehtinen y Mack son ideólogos de línea dura. Dado que Ros-Lehtinen una vez hiciera un llamado para que se asesinara a Fidel Castro, no debería sorprender que sea considerada una congresista férreamente anti Cuba. Pero en los últimos años se ha vuelto más agresiva en contra de Venezuela. Por ejemplo, este año hizo acusaciones no sustentadas en contra de Venezuela por haber servido de enlace entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y al Qaeda. En entrevista del 11 de marzo con el Consejo de las Américas, el general Douglas Fraser, jefe del Comando Sur de Estados Unidos, desmintió esas aseveraciones en términos claros: “No he visto ninguna evidencia de actividades terroristas en América Latina y el Caribe proveniente de fuera de dicha región”.
Incluso más preocupante fue la reunión de Ros-Lehtinen con el terrorista venezolano Raúl Díaz en Miami hace algunos meses. Díaz acababa de llegar a Estados Unidos luego de haberse fugado de una prisión en Venezuela, donde cumplía condena por haber participado en la colocación de artefactos explosivos en los Consulados de España y Colombia en Caracas. Resulta preocupante que Ros-Lehtinen crea que sea apropiado emplear los poderes de su mandato para darle legitimidad a actividades delictivas sólo por su oposición al presidente venezolano Hugo Chávez. (Venezuela aún espera respuesta acerca de cómo le dieron visa a Díaz para entrar a Estados Unidos).
Ros-Lehtinen también ha mantenido un extraño silencio acerca de Luis Posada Carriles, ciudadano cubanovenezolano requerido por la justicia venezolana por la voladura en 1973 de una aeronave cubana civil que resultó en la muerte de 73 personas inocentes. Posada se escabulló a Estados Unidos en 2005 luego de años de operaciones clandestinas en América Central y Cuba, muchas de las cuales fueron encomendadas por la CIA. Actualmente vive en el sur de Florida en espera de un postergado juicio por acusaciones migratorias. Las reiteradas peticiones de Venezuela para su extradición no han recibido respuesta.
Pero en términos de enemistad antivenezolana, Ros-Lehtinen es superada por Mack, quien a pesar de ser relativamente nuevo en la Cámara de Representantes, rápidamente se ha establecido como el republicano de línea dura contra Chávez. Ha tildado a Chávez de “enemigo jurado de Estados Unidos” y recientemente instó a Obama a que lidiara con “la inherente amenaza que Chávez representa tanto para nuestra nación como para la región”.
Aún más sorprendente es que a pesar que Mack ha introducido en dos oportunidades resoluciones para que se agregue a Venezuela en la lista del Departamento de Estado de países que patrocinan el terrorismo, medida apoyada por Ros-Lehtinen. Recientemente recibí varias misivas de varios de los 37 Congresistas de derecha que apoyaron el más reciente intento de Mack. Al ver que la mayoría nunca ha demostrado interés acerca de Venezuela, resulta evidente que los extremistas dentro del bloque parlamentario del Partido Republicano han hecho de mi país una prioridad política.
Si se incluye a Venezuela en la lista del terrorismo significaría la imposición de un embargo como el de Cuba en contra de nuestro país. El comercio y el petróleo serían interrumpidos e incluso las transacciones financieras y económicas se convertirían en prohibitivamente costosas. También pondría en jaque la importante relación comercial entre ambos países; el comercio entre ambas naciones en el período de enero a septiembre de este año totalizó la suma de US $31 millardos. Y serviría como mayor evidencia de que algunos legisladores emplean la etiqueta de “terrorista” como un garrote en contra de sus enemigos políticos. No debería sorprender que un informe de 2008 preparado por el Comité de Relaciones Exteriores del Senado advirtiera de manera categórica en contra de emplear la lista del terrorismo de tal manera, indicando que “los legisladores deben estar al tanto de las implicaciones de sanciones hechas a la carrera que podrían aislar a Estados Unidos”.
Ros-Lehtinen y Mack no están solos en el apego a una posición de la Guerra Fría hacia América Latina. De hecho, están siendo entrenados y alentados por una plétora de ex funcionarios de línea dura del gobierno de Bush
Entre los más resaltantes se encuentran Otto Reich y Roger Noriega, quienes fueron vicesecretarios de Estado para Asuntos Hemisféricos durante el gobierno de Bush. Reich posee un largo récord de emplear la batalla con Cuba para determinar la política estadounidense hacia toda la región, mientras que Noriega pulió sus habilidades cuando fue asistente en política exterior del finado senador republicano del estado de Carolina del Norte, Jesse Helms, y actualmente labora en la organización de derecha “American Enterprise Institute”.
Más recientemente, en esta página Web, Noriega ha estado asegurando que Venezuela estaría trabajando junto a Irán en una programa de armas nucleares, aseveración tan descabellada que las únicas personalidades prominentes que la han repetido han sido John Bolton (otro funcionario de línea dura del gobierno de Bush) en artículo publicado por Los Angeles Times y Jackson Diehl, el editor en jefe de la sección editorial de The Washington Post y quien se encentra en una cruzada en contra de cualquier cosa relacionada con Chávez. (Recientemente, documentos filtrados de embajadas estadounidenses en América Latina admiten que dichas acusaciones son “probablemente infundadas”, como lo resaltó un artículo de The Washington Post). En un reciente artículo de opinión, Noriega también calificó a Chávez como “un capo mortal de un régimen criminal”.
Debería resultar fácil calificar a Noriega y Reich como extremistas fuera de orden, pero sus posiciones actualmente tienen un mayor peso en el Congreso y en muchas organizaciones en Washington. Por ejemplo, una conferencia celebrada el 17 de noviembre titulada “Peligro en los Andes”, organizada por el Instituto Interamericano para la Democracia, se convirtió en foro para descabelladas perspectivas intercambiadas por presuntos analistas políticos serios. ¿Quiénes fueron los invitados de honor de la conferencia? Ros-Lehtinen y Mack, por supuesto.
Ahora que los republicanos ya no están marginalizados en el Congreso, el dogma amenaza con desbaratar completamente los intereses nacionales de Estados Unidos. Eso sería terrible para los estadounidenses y sus vecinos del sur. Los pragmáticos que aún quedan en Washington deberían hacer todo lo que esté a su alcance para prevenirlo.
Fuente (inglés): http://www.foreignpolicy.com/articles/2010/12/07/the_tea_partys_vendetta?print=yes&hidecomments=yes&page=full
Traducción de artículo del embajador Bernardo Álvarez publicado en la revista Foreign Policy /
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